Una boda entre el lujo y el «low cost»
Marta, hija de Amancio Ortega, dio el sí quiero al jinete Sergio Álvarez en la pequeña capilla del pazo familiar, en el pueblo de Anceis
ANCEIS (LA CORUÑA)
No vendieron la exclusiva a una revista del corazón. Tampoco posaron para los paparazzi, que les siguen los pasos desde que comenzaron su relación hace ya más de tres años. Y mucho menos hicieron declaraciones a los periodistas. Y aun así, el enlace entre Marta Ortega Pérez y Sergio Álvarez Moya fue la boda del año. Quizá porque, pese al secretismo, los festejos celebrados anoche en el pequeño pueblo de Anceis, a doce kilómetros de La Coruña, nos han ofrecido la mejor fotografía de la familia más rica de España: la de una dinastía que ha hecho bandera de la discreción y que vive, literalmente, entre el lujo de la jet-set y la sencillez del «low cost».
Las mesas del banquete estaban vestidas con delicados encajes de Camariñas y con arreglos florales inspirados en la pintura de los primitivos flamencos (obra del reputado florista francés Thierry Boutemy). Mientras que la vajilla era de Zara Home, una de las marcas de bajo coste del emporio textil fundado por Amancio Ortega. El pazo de Drozo, propiedad de la familia y sitio del convite, es una joya arquitectónica de finales del siglo XVII situada en el Camino Inglés de Santiago. La finca es una de las construcciones palaciegas más antiguas de la zona, aunque a pocos metros de allí se levantan barrios obreros y varios polígonos del municipio de Cambre. No caben dudas de que la boda de Marta y Sergio fue un evento de contrastes, a su imagen y semejanza.
La heredera de Inditex y el jinete asturiano se dieron el «sí, quiero» en la minúscula capilla del pazo pasadas las ocho de la noche. A esa hora, el cielo ya amenazaba lluvia. Los invitados, más de 250, habían llegado ya al lugar en una caravana de minibuses con cristales tintados. La gran mayoría de ellos presenciaron la ceremonia religiosa desde una «capilla virtual», una carpa en forma de galería de cincuenta metros de largo con decenas de pantallas de plasma. De fondo, se escuchaba la voz de la soprano Ainhoa Arteta cantando el Ave María de Gounod.
Tras la ceremonia, los invitados pasaron al antiguo edificio principal del pazo, antesala de una gran carpa donde se montó el salón del banquete. Novecientos metros cuadrados, en los que dicen que colgaban obras del pintor gallego Fernando Álvarez de Sotomayor. Allí, los asistentes disfrutaron de una cena a cargo de los chefs Marcelo Tejedor y Nacho Manzano. El gallego y el asturiano (tres estrellas Michelin), ofrecieron como plato estelar el preferido de la novia, la merluza de Celeiro con caldo de pimientos verdes y salsa de pil-pil al limón.
El Rías baixas Pedralonga 2010 y el rioja Roda I Reserva del 2006 fueron la elección especial de los maestros de los fogones para regar la cena. Para cerrar la velada, milhojas de crema, una de las especialidades de Casa Marcelo, el prestigioso restaurante de Tejedor en Santiago de Compostela. Según ha podido saber ABC, los detalles del evento estuvieron a cargo de Pro First, una empresa de organización de fiestas de alto «standing» con base en Bruselas y oficinas en París, Londres y Gante.
Algunos medios de comunicación vigilaban los movimientos en los accesos al pazo de Drozo desde hace semanas. Pero ayer, la expectación de fotógrafos, redactores y reporteros de televisión, ansiosos por captar cualquier detalle de la celebración, revolucionó la tranquilidad de Anceis. Una de las empleadas del equipo de organización de la boda salió a hablar con los periodistas para adelantar que no habría imágenes de los novios. «Lo sentimos, pero no vamos a distribuir una foto oficial», dijo a ABC. Y varios trabajadores del servicio de «catering» salieron a la calle para ofrecer «orellas» (orejas) artesanales, un plato típico de la cocina gallega en carnaval. Entonces alguien bromeó: «¿Tendremos que esperar a que termine la cuaresma para que salgan a saludar?». Quizás, un poco más.
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