El «interés público» prima en otros países
Los principales países occidentales admiten la cámara oculta si el fin la justifica
Alemania
Dos periodistas de una revista holandesa comparecen este jueves ante un tribunal de Aquisgrán, que podría condenarlos a tres años de cárcel. La acusación, filmar con cámara oculta al exnazi Heinrich Boere en un asilo. Han puesto en evidencia a una Justicia que necesitó seis décadas para meterlo entre rejas. La ley no prohíbe el uso de la cámara oculta, que está permitido si sirve para denunciar situaciones escandalosas, pero hay que «pixelar» siempre la cara.
Reino Unido
El ente regulador de los medios establece que «la prensa no debe intentar obtener o publicar material obtenido mediante la utilización de cámaras ocultas o aparatos de escucha clandestinos», pero está permitido si lo justifica «el interés público». Su empleo es común en televisión y tabloides, aunque también en diarios «de calidad». La misma Sarah Ferguson fue «cazada» pidiendo dinero a un falso empresario por una cita con su ex marido.
Italia
En Italia hay una utilización generalizada de cámara oculta. Algunos programas de TV se basan en ella. En general, no es necesario el consenso de la persona filmada, cuando la reproducción de su imagen está justificada por la notoriedad.
Rusia
La legislación prohíbe publicar material obtenido con cámara oculta, pero solo hay sanción si los que aparecen lo denuncian y declaran que se hizo sin consentimiento. El mes pasado, dos opositores fueron filmados en una cafetería en una conversación que ponía de manifiesto la división entre los contrarios a Putin.
EE.UU.
No existe normativa unitaria. Una ley federal permite la grabación subrepticia de conversaciones si una de las partes la consiente, siempre que no se haga con un propósito criminal. Pero eso está limitado en doce estados. Trece estados prohíben expresamente la instalación de cámaras ocultas u otro tipo de material para grabación en lugares privados.
Información: Guillem Sans, Borja Bergareche, Ángel G. Fuentes, Rafael Mañueco y Emili J. Blasco
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