Carme Chacón, «lideresa» camaleón
Cuando Carme Chacón supo que había llegado el momento de ponerse el traje de aspirante a «lideresa» del PSOE se despojó de dos capas de piel: su catalanismo y su zapaterismo
Cuando Carme Chacón supo que había llegado el momento de ponerse el traje de aspirante a «lideresa» del PSOE se despojó de dos capas de piel: su catalanismo y su zapaterismo. La que hasta diciembre había sido ministra de impecable hoja al servicio del padre político, daba el paso al frente abanderando un documento crítico, «Mucho PSOE por hacer». Y después se marchaba a Andalucía a revelar unas raíces españolistas , prólogo de un calculado discurso que ahora reniega de nacionalismos y de derivas territoriales.
Carme, la militante del PSC de Esplugues de Llobregat, se llama Carmen y quiere mandar en el PSOE, con «E» de España. Ya no es «aparato», sino «cambio». Tan artificial camaleonismo ha chirriado lo suyo dentro del partido. Y nadie oculta que puede pasarle factura.
No es el único riesgo. Chacón se ha lanzado a esta carrera donde se juega el todo o nada teniendo que hacer frente a las etiquetas que la tildan de inconsistente y de producto prefabricado de la marca sonrisas. Se le ha reprochado insuficiencia intelectual y ella ha contraatacado exhibiendo eslóganes eficaces, a la medida de un titular de prensa, aunque otra cosa es su contenido ideológico. Ante la falta de un programa y de su afiliación a un partido distinto del que opta a liderar, decidió irse a la madrileña Casa Labra a reivindicar emociones y el orgullo socialista del fundador Pablo Iglesias. «Zapatero puro», resumen sus detractores, que piensan que con uno el PSOE ya ha tenido bastante.
A pesar de las carencias que se predican de la candidata, lo cierto es que Carme Chacón llega hoy a la fecha decisoria precedida de un aura de victoria. Si es o no solo un espejismo resultado de su meticuloso diseño de campaña, ya se verá.
Guerra sucia
A su favor ha funcionado su entusiasmo, esas ganas que se tuvo que tragar en junio, cuando se reprimió de competir con Rubalcaba para saltar a La Moncloa por órdenes del partido. También se ha crecido por su imagen joven, deliberadamente positiva, cascada de colores frente al semblante grisáceo de su adversario. Y también parece haberla beneficiado en la última semana la sospecha de que se le ha querido hacer víctima de una «guerra sucia», un «fuego amigo» disparado a través de informaciones periodísticas donde se hablaba de los presuntos negocios turbios de su entorno, y particularmente de los manejos y la manipulación de su marido, el experto en comunicación Miguel Barroso. El tiro ha impactado, dicen por los pasillos del congreso sevillano, contra el mismo que apretó el gatillo.
Si Chacón pierde hoy, hay quien dice que no habrá piedad con ella. Si gana tendrá que demostrar que vale para liderar un partido.
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