Segundo manifiesto de los alcaldes del BNG contra la UPG
Diecinueve de los 29 alcaldes del BNG, entre los que se encontraban partidarios de las corrientes +Galicia y Encontro Irmandiño, además de independientes, presentaron por segunda vez y en pocos meses un nuevo manifiesto por la renovación del frente nacionalista y contra la «idealización frustrante» de las «posiciones de máximos», en una poco velada alusión al discurso hegemónica de la Unión do Povo Galego (UPG), el partido que históricamente controla la dirección del Bloque. La proclama fue defendida por un primer edil más que con respecto al texto crítico presentado en agosto por los alcaldes (se unieron los de Arzúa y Bueu, pero se no la firmó el de Mugardos), que defendieron dieciocho regidores (que reflexionaba sobre la pérdida de apoyos en Galicia en las municipales y estaba titulado «Somos conscientes. Desde los Ayuntamientos, haciendo País grano a grano»).
Las ausencias más importantes ayer fueron las de dos miembros de la UPG, los munícipes de Pontevedra y Allariz (Miguel Anxo Fernández Lores y Francisco García).
Fueron los de Ribadeo (Suárez Barcia), Tomiño (Sandra González), Castrelo de Miño (Xurxo Rodríguez) y Teo (Martiño Noriega) los encargados de leer el nuevo documento, denominado «El galleguismo y el nacionalismo político del siglo XXI al servicio de la ciudadanía gallega», con el que los regidores tratan de avivar el debate político interno de cara a la próxima asamblea de la formación. Con el texto tratan de aportar «ideas que no fracasaron», lo que supone u toque de atención y la reclamación de que se escuche a los casi únicos exponentes del BNG con un expediente electoral positivo.
Los ocho puntos del manifiesto se resumen en una llamada a la «adaptación» de las bases ideológicas del partido hacia un nacionalismo galleguista, no independentista y eminentemente práctico, que no analice la sociedad gallega «con parámetros de otro contexto diferente». También piden realismo a posturas como las de la UPG, a la que no citan, pero a la que apuntan cuando apelan a que «nuestras posiciones de máximos pueden señalar un horizonte, pero nunca deben condicionar el presente y el día a día».
Aunque se empeñaron en defender que el texto «no va contra nadie» (González) o «no somos más que nadie» (Rodríguez), es evidente que supone un golpe más en la línea de flotación de la UPG. La presencia de partidarios de las corrientes de Aymerich y Beiras, que podrían aliarse frente a la UPG, da aún más significación al manifiesto.
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