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arando en el mar

El turismo como cuestión de estado

pablo paz

Es necesario reconocer la valentía que muchos profesionales del sector turístico están demostrando en estos difíciles y convulsos momentos por los que está atravesando nuestra economía, a la hora de reivindicar a los responsables políticos actuales – los cuales no han hecho el menor caso -, y a los que están por llegar, un nuevo Ministerio de Turismo. Dicha demanda constituye en sí mismo un desafío, sobre todo en estos momentos en los que se está pensando en “adelgazar” la Administración para intentar controlar el déficit.

Pero esta petición está respaldada por la inmensa mayoría de los actores que intervienen en un sector trascendental para la economía de nuestro país, como lo es el turismo y cuanto está relacionado con él, como el propio sector servicios. Precisamente, este año que acaba, y debido en parte a los conflictos bélicos, políticos y sociales que se vienen desarrollando en el Magreb y en Egipto, hemos pasado a convertirnos, de nuevo, en una potencia turística mundial. De hecho, si existe un sector en España que, no solo ha aguantado el desplome del paro, sino que ha contribuido a que éste no sea aún más terrorífico, éste ha sido, sin duda, el turismo.

Esta reivindicación de un Ministerio de Turismo, o en su defecto de una potente Secretaría de Estado, lo solicitan más de 250 empresarios españoles, entre los que se encuentran los responsables de las principales cadenas hoteleras, pero también los directivos de aerolíneas, turoperadores, agencias de viajes y demás empresarios del sector servicios; y lo hacen porque creen firmemente que es necesario que, en estos difíciles momentos, exista un organismo a nivel nacional, que tenga la suficiente capacidad ejecutiva y negociadora como para lograr entre todos, que el turismo vuelva a ser la locomotora socioeconómica que en estos momentos necesita la sociedad española.

No podemos olvidar que este sector emplea más del 7% de la población activa y de que genera algo más del 11% del Producto Interior Bruto; por ello, cuando el turismo se considere realmente una cuestión de Estado, y el poder político entienda la trascendencia que tiene reforzar el posicionamiento de España como un destino seguro para el actual turista, comprenderá entonces, la necesidad de crear un organismo fuerte y competente para dirigir una política turística que debe pasar por flexibilizar el marco laboral; apoyando, necesariamente, la movilidad funcional y geográfica, así como la vinculación de los convenios colectivos a la productividad. Asimismo, es necesario redefinir y modernizar las ofertas turísticas en función de las nuevas tecnologías, y de la cada vez mayor y más exigente demanda.

Nuestra economía necesita recobrar la confianza perdida de los mercados, pero también renovar las estrategias de fidelización del cliente, cambiando en lo posible la percepción que éste pueda tener de nuestro país; un cliente que, cada día que pasa, es más exigente y está mejor informado de las posibilidades que le ofrecen los distintos destinos y mercados. En definitiva, necesitamos de una cabeza gestora que sea capaz de entender la importancia de nuestra primera industria y que, ésta, necesita, a su vez, de una única regulación y coordinación, así como de alguien que controle las normas del juego.

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