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teatro

Teatro sobre personas

«YO, EL HEREDERO» Autor: Eduardo De Filippo. Dirección: Francesco Saponaro. Intérpretes: Ernesto Alterio, José Manuel Seda, Concha Cuetos, entre otros. Lugar: Teatro Calderón. Valladolid.

julia amezúa

Próspero Ribera ha vivido 37 años en la casa de los Selciano, gracias a la «caridad» de la familia; cuando muere, aparece su hijo Ludovico, para heredar su «patrimonio»: ha leído su diario y sus cartas y reivindica su herencia, dispuesto a vivir en la casa, haciendo de bufón, como su padre. Cuando la situación se tensa y quieren echarlo, Ludovico o Próspero II, destapa la corrupción de la familia: estafas, pérdidas de dinero en el juego, encuentros sexuales a hurtadillas, vejaciones, burlas, etc. Y muestra que allí nadie daba nada gratis y que todos los miembros de la familia sacaban beneficio de su padre, quien por otro lado optó por convertirse en un parásito.

Eduardo de Filippo (Nápoles, 1900-Roma, 1984) escribió esta comedia en 1942 (con ella, cierra el ciclo de «Cantata de los días pares»). Su teatro, que busca reflejar la condición humana, goza de diálogos vivos, llenos de crítica, humor e ironía, que llegan al público actual. De hecho, los enfrentamientos entre el abogado y el «okupa» son algunos de los mejores momentos de este montaje. Lo que me parece contradictorio es que este personaje rebelde y provocador, que denuncia y destapa la podredumbre familiar y abre los ojos a la joven Bea, para que salga de la casa y busque su camino, «deserta de la vida» como su padre y se convierte en un parásito.

El montaje discurre a buen ritmo en hora y cuarenta y cinco minutos, con una escenografía sobria, en la que adquiere protagonismo el comedor: no en vano, a esta familia se le atraganta la comida (en escenas muy del gusto de la comedia de De Filippo). Lo que sucede es que sobran en el conjunto de la interpretación los gestos excesivos, el estado de irritación continua y algunos gritos. La exageración resta fuerza a unos personajes con doble cara, secretos oscuros y palabras con dobles sentidos, que requieren mayor matización. A pesar de esto, el extraño caso de Próspero II captó el interés del público y fue muy aplaudido.

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