VOLVO OCEAN RACE
Toreando las olas
José María Manzanares y el capitán Ian Walker, frente a frente en la Volvo Ocean Race
La Volvo Ocean Race, la regata conocida como el Everest de la vela, sale este año de Alicante . De allí recorrerá 39.000 millas náuticas enlazando Ciudad del Cabo, Abu Dhabi, Itajaí, Lorient y Galway. Son nueve meses en condiciones infrahumanas. En alta mar las tripulaciones llevan la comida contada (e íntegramente liofilizada, como los astronautas), no pueden asearse ni hacer sus necesidades en privado y duermen en unas literas tan duras que algunos, al volver a casa, necesitan varias noches de acostarse en el suelo antes de tolerar una cama normal.
El británico Ian Walker , doble medallista olímpico, es el capitán de la expedición de Abu Dhabi. Walker se pasea por el puerto de Alicante como un vikingo tranquilo y muy educado. Impresiona el contraste entre el glamour de la vela en puerto y su extrema dureza mar adentro. ¿Cómo alguien puede someterse voluntariamente, es más, alegremente a ello? «Hay algo divertido en retroceder como unos mil años, a una vida mucho más primitiva» , bromea Walker. Sólo que no da la impresión de que bromee demasiado.
Walker insiste en no considerarse un tipo extraordinario. «Lo que es yo, nunca me atrevería a plantarme delante de un toro», asegura. Le acaban de presentar a José María Manzanares hijo . Ambos hombres se miran con instantánea afinidad. Perciben algo que les une y que les separa de los simples mortales que nunca se han acercado tanto al límite.
«En la selva»
Walker tenía claro desde pequeño que quería navegar. A Manzanares le costó mucho más ponerse a matar toros. No tomó la decisión hasta los 19 años, cuando ya llevaba dos estudiando la carrera de… ¡Veterinaria! «Sí, hay gente que se sorprende, pero hay que desconocer mucho el mundo del toro para creerse que nosotros odiamos a los animales . Al contrario, los amamos y los respetamos, tenemos con ellos una relación más plena, más humilde», cuenta. De pequeño él se escapaba tan a menudo con los perros por el campo que su padre, el primer José Mari Manzanares, le llamaba «el niño de la selva». Aunque el torero también dice que él no podría hacer jamás lo que hace el capitán de barco, ambos comparten una disciplina de élite.
Manzanares describe su rigurosísima preparación física para torear (meses aislado de su familia, correr una hora por las mañanas, dos horas más de gimnasia, tres horas de torear vaquillas o de toreo de salón) como una progresión hacia lo que de verdad cuenta, que es la preparación mental: « Todo te conduce al momento en que tienes que luchar contra lo natural, que es salir corriendo cuando viene el toro . Todo lo que has hecho te prepara para quedarte sereno, esperando, y hacer algo bonito». Qué envidia de nirvana.
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