Sergio García ya ni se acordaba

Los problemas de ser un niño prodigio es que todo llega demasiado pronto. Los éxitos se suceden desde la adolescencia y no siempre se asimilan bien los fracasos. Durante una década, Sergio García fue la gran esperanza europea para destronar a Tiger Woods; sin embargo, por fas o por nefas, nunca llegó a domeñarle. Hace tres años, por fin, el de Borriol se colocó a su estela como número 2 y tuvo posibilidades matemáticas de superarle. Pero el destino le jugó una mala pasada en su vida personal.

Un desengaño le sumió en una profunda crisis personal y de juego de la que le ha costado mucho salir. «Agradezco mucho a mi familia y mis amigos todo lo que me han apoyado en los malos momentos» , fueron sus primeras palabras después de recobrar ayer la senda del triunfo en su propio club. Sergio ganó el Masters de Castellón con la asombrosa cifra de 27 bajo par , once menos que su amigo Gonzalo Fernández-Castaño, y dando una sensación de superioridad como hacía tiempo que no se le apreciaba. «La cabeza ya está un poco más en su sitio», reconoció también, ahora que ya ha salido del túnel.

Cada persona es diferente y le afectan las cosas de una manera particular. Por eso es comprensible que el levantino decidiera cortar por lo sano la temporada pasada para tomarse un tiempo de reflexión. « No era feliz con lo que hacía, estaba hastiado de golf», confesó. Normal, pues desde los 15 años su vida había estado centrada única y exclusivamente en el deporte. Tenía que reflexionar.

Ahora, con la estabilidad emocional que le da tener una nueva novia y, sobre todo, «después de tres semanas degustando las comidas de mi madre», es feliz de nuevo. Sin tantos viajes, agobios ni presión. Con su decimonoveno título internacional, a sus 31 años vuelve a meterse entre los 30 primeros del mundo y jugará todos los grandes torneos del año 2012. Con la serenidad de un señor maduro.