«Pronto se sabrá la verdad sobre estas falsas acusaciones»

Después de declarar ayer una hora ante el juez Ruz, que instruye el caso de la operación «Saga» (investigación que se ha extendido ya a toda la SGAE), Pedro Farré, exdirectivo de la entidad, acusado y detenido el pasado viernes por la Guardia Civil por un presunto delito de «apropiación indebida» , salió «libre y sin medidas cautelares», como él mismo explicó a ABC unas horas después. «Estoy imputado de manera provisional». «Tranquilo, pero muy cansado», el ex director de relaciones institucionales, y no jefe de gabinete de Teddy Bautista, como se ha dicho durante los últimos días, ha visto como su privacidad y su prestigio han sido «puestos a la altura del betún» al ser acusado de utilizar presuntamente su tarjeta corporativa en el pago de servicios de prostitución.

A su salida de la Audiencia Nacional, Farré, todavía en caliente, realizó una breves pero contundentes declaraciones: «Pronto se sabrá el verdadero trasfondo y alcance de estas acusaciones y de todo lo que se ha maquinado». Una «maniobra para mancillar mi honor, para desprestigiarme» , informa Efe.

Algo más tarde y de manera más «prudente», confirmó a este periódico su intención de «defenderse» de todas la acusaciones. «Yo no me arrugo». Sobre su detención el pasado viernes, explicó que «no hubo ninguna orden judicial. El juez Ruz no decretó mi detención», y que tampoco existía una denuncia previa interpuesta por la SGAE.

El exdirectivo, que confesaba haber «sufrido mucho» durante estos días «pero he intentado mantenerme fuerte...», pedía un poco de tiempo para reflexionar y tomar medidas. «Yo creo en la justicia y estoy tranquilo por eso. Al final la verdad resplandece y estoy convencido de mi dignidad». La primera medida no se hizo esperar. El abogado de Farré remitió ayer a la Audiencia Nacional un escrito en el que puntualiza algunos de los hechos ocurridos durante estos días y señala ciertas claves que pretenden explicar su detención.

El texto, al que ha tenido acceso ABC, está encabezado por la denuncia de dos delitos: «contra la intimidad» y de «privación de derechos a los detenidos». El primero se refiere al hecho de que «personas de la actual dirección de la SGAE han cedido datos a un individuo que dice ser periodista»; el segundo, que Farré fue detenido «sin orden judicial alguna». También explica que no existía por parte de la entidad «prohibición alguna, ni siquiera medida de responsabilidad social corporativa que prohibiese un hipotético uso personal de la tarjeta corporativa».

Pero el punto más importante es en el que incide sobre el «verdadero objetivo» de su detención, que en su opinión no es otro que «obtener el control sobre un informe sobre la gestión de la SGAE elaborado por detectives hace algún tiempo», un documento, que podría datar de 2007, que todo el mundo busca y que nadie ha encontrado todavía. Según el escrito, el contenido de dicho informe «divergiría al parecer de los datos que los Guardias Civiles actuantes han incorporado al procedimiento». Farré, que niega tener dicho informe, invita a continuación a una reflexión: «Si la Guardia Civil ha investigado, debería llegar cuando menos a las mismas conclusiones que el informe buscado, suponiendo que tengan el mismo objeto, lo que desconocemos». En ese caso, «solo si el informe tenía mayor contenido que la investigación de la Guardia Civil sería relevante». Y brinda una solución a esta incesante búsqueda: «Lo mejor sería encontrar a los autores del informe, que, al parecer, les constan». Concluye con dos interrogantes: «Si pueden tener el original ¿por qué preocuparse por las copias? Y si no hay delito, ¿por qué les preocupa tanto al mencionado periodista y a los guardias el meritado informe?».