El esfuerzo es de derechas
Las simplificaciones son siempre engañosas y los estereotipos son precisamente eso: dañinas simplificaciones propias de mentes débiles
Las simplificaciones son siempre engañosas y los estereotipos son precisamente eso: dañinas simplificaciones propias de mentes débiles. En estos tiempos tan cargados de demagogia política, se ha puesto de moda calificar cualquier concepto como «de derechas» o «de izquierdas», ya se trate de impuestos, buenos modales, ducha diaria o espiritualidad. Decir que «el esfuerzo es de derechas» es una vaciedad. De seguir por ese camino, vamos a acabar creyendo que las hormigas son de derechas y las cigarras de izquierdas. Ni Esopo ni Samaniego lo aclaran, mucho menos los entomólogos. Eso sí, siempre hubo y siempre habrá hormigas y cigarras. Y personas que buscan la excelencia a través del esfuerzo, junto a zánganos recostados sobre el trabajo de los demás. Sería absurdo que la esforzada vida de las mujeres del Cuerno de África, que diariamente recorren a pie largas distancias cargadas con pesados cántaros en busca de agua, y la vida indolente de los opulentos jeques petroleros, nos llevaran a pensar que la somalí es de derechas y el jeque de izquierdas. Sin embargo, cuando se pasa de rosca, el igualitarismo —bella utopía que la diversidad biológica se encarga de desmentir— tiende a favorecer comportamientos perezosos que esperan resolver su vida gracias a Papá-Estado como si el esfuerzo de haber nacido bastara para obtener una renta vitalicia. La vida es nuestro primero y mejor regalo. A partir de ahí, la pelota está en nuestro terreno. Más que nunca en tiempos de crisis, desde la izquierda como desde la derecha, una sociedad madura tenderá a apostar por la contribución del esfuerzo individual al bien común en vez de abandonarse al mágico síndrome de Peter Pan. Si así lo hiciéramos, otro gallo nos cantaría. ¿Caerá esa breva?
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