ALFILERITOS
El sueño visigodo
PARECE que los que de siempre defendían a ultranza el yacimiento arqueológico de la Vega Baja ahora echan el freno de mano y dejan que, poco a poco, se vaya parando el motor de los intereses históricos posiblemente allí enterrados. No hay presupuesto para continuar con un invento que nació sin futuro alguno, dado que en esas parcelas, por mucho que se viene excavando, no se encuentra más de una hebilla de un cinturón romano o un trozo de cerámica que no tiene la legitimidad muy aclarada.
Esto del fracaso de vivencias visigodas en el lugar ya lo conocían toledanos con algunos años a la espalda, entre los que me encuentro. Lo critiqué en su momento, pero «doctores» imbuidos de personalidad científica-política no descansaban en ir animando al personal sobre aquello de que las espuelas de oro del rey Recadero y un palacio oculto de Wamba podrían ver la luz, si la paleta del conocido aventurero Indiana Jonesse entrega a fondo mientras se iban reservando dineros para el objetivo que costaba encontrar.
Hasta las autoridades de la época llegaron a convocar un concurso público entre expertos arquitectos para aprobar una maqueta que más tarde se transformaría en un museo especializado, que tuvo hasta sus ganadores, cuyo nombre o firma técnica no recuerdo. Ni que decir tiene que, como están los tiempos de crisis del susodicho museo, nada de nada. Pero en algún lugar estarán archivados los proyectos presentados, que siempre quedan bien para quienes les agradan estas promociones.
Y, por supuesto, no se dispone de objetos históricos y artísticos para poder guardar en este centro imaginativo porque ya, con el museo de Santa Cruz, hay más que suficiente para custodiar todo aquello que se ha descubierto de la época en diferentes lugares del mapa nacional. No queda, pues, más remedio que dar finiquito a lo que se denominada «Toletvm Visigodo», porque lo que no vale no tiene razón de ser, y eso nadie lo discute.
Luego a pensar en otras propuestas para la cacareada Vega Baja que ofrezcan la correspondiente restabilidad económica y a otra cosa, porque el sueño toca a su fin y hay que despertarse.
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