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Once tiros, dos armas y dos muertos

Muere el sargento que mató a su exnovio en el gimnasio. Le disparó diez veces con una pistola y un revólver

Once tiros, dos armas y dos muertos VÍCTOR LERENA

C. HIDALGO/J. ROYO

El sargento de la Guardia Civil que mató el martes por la tarde a su ex novio en un gimnasio de Chamartín falleció diez horas después en el hospital. El homicida, tras acabar con la vida de su ex, se disparó en la cabeza con una de las dos armas que portaba . Ingresó estable, dentro de la gravedad, en el Hospital Gregorio Marañón; sin embargo, pasadas las dos de la madrugada y tras empeorar su situación clínica, pereció. Ayer, ambos cadáveres coincidían en el Instituto Anatómico Forense.

Así termina la historia de los españoles Marcos Hernández de Madrid, de 28 años, y Ángel Luis J. T., de 45. Ambos, tras más de cinco años, habían terminado su relación sentimental hacía unos seis meses. El joven acababa de comenzar un nuevo romance con un camarero llamado Javier. Pero Ángel Luis, sargento en la Unidad de Protección y Seguridad de la Guardia Civil (encargado del traslado de presos a cárceles de España), no había asumido la separación ni que Marcos tuviese nueva pareja.

Fuentes de la investigación explicaron a ABC que el funcionario acosaba constantemente a Marcos, que trabajaba como socorrista en la piscina del gimnasio de la cadena Holiday Gym de la plaza de la República Dominicana, en el distrito de Chamartín. Le llamaba por teléfono, iba a verle al trabajo... La situación llegó a tales extremos, que Marcos había amenazado a Ángel Luis con que, si no le dejaba en paz, revelaría a todo su entorno su condición homosexual. El sargento estaba dispuesto a todo con tal de evitarlo.

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Así fue cómo el martes, sobre las cuatro y media de la tarde, se presentó en el gimnasio, de nuevo. Lo debía de tener todo planificado. Primero, los dos hombres discutieron en la puerta, de manera bastante airada. Marcos se metió en el vestuario, para cambiarse y comenzar su entrenamiento. Pero Ángel Luis fue detrás de él. Sacó un revólver y su pistola reglamentaria, una «Beretta» del calibre 9 milímetros, y disparó a bocajarro con ambas. La autopsia ha revelado que, en total, Marcos recibió diez impactos de bala, casi todos en el pecho, el resto en la cabeza. Seis eran visibles en el primer análisis ocular.

Luego, ante la estupefacción y escenas de pánico del resto de deportistas que se encontraban en el vestuario, Ángel Luis se dio un tiro en la cabeza. La Policía Científica está analizando tanto la pistola como el revólver.

Los trabajadores del gimnasio recordaron ayer a su compañero guardando un minuto de silencio a las seis de la tarde, en la puerta del centro. Durante toda la mañana, el ambiente en el centro deportivo y alrededores estaba enrarecido. Gente que entraba a preguntar y salía apesadumbrada y entre sollozos, caras largas... Además, había menos clientes de lo habitual.

Trabajador intachable

Los empleados estaban esquivos a la hora de relatar aspectos de la vida del fallecido; por el secreto sumarial, insitían. La principal cualidad que resaltaban los compañeros de Marcos es que era un trabajador intachable. Asimismo, usuarios que todavía no salían de su asombro tras el brutal crimen sí expresaron el afecto que sentían por el socorrista, pese a no haber entablado nunca con él una relación de amistad.

«Era muy atento y muy educado, siempre saludaba a todo el mundo», señalaban clientas del gimnasio que muchas veces coincidían con él en una cafatera próxima al centro. «Incluso nos contaba chistes».

Por otro lado, los padres de la víctima acudieron desolados por la mañana al Instituto Anatómico Forense, a la espera de los resultados de la autopsia. Allí coincidieron con compañeros de la Benemérita del agresor, al que también se le hizo la autopsia.

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