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Las madres de Tiananmen quieren justicia, no dinero

En el vigésimo segundo aniversario de la matanza, los familiares de las víctimas desvelan que el régimen chino ha planteado por primera vez el pago de indemnizaciones, pero no una investigación

Las madres de Tiananmen quieren justicia, no dinero AFP

PABLO M. DÍEZ

Hoy se cumplen 22 años de la masacre de Tiananmen. En la madrugada del 3 al 4 de junio de 1989, el Ejército aplastó a tiros las protestas pacíficas y huelgas de hambre que desde hacía seis semanas mantenían en la céntrica plaza pequinesa miles de universitarios, quienes aprovecharon el funeral del líder reformista Hu Yaobang para manifestarse demandando reformas democráticas, el fin de la corrupción y el control de la disparada inflación.

Días antes, su discípulo, el secretario general del Partido Zhao Ziyang, acudió a la plaza y, con lágrimas en los ojos, rogó a los manifestantes que se marcharan. Le acompañaba el actual primer ministro, Wen Jiabao, un superviviente político que corrió mejor suerte que Zhao, quien pasó el resto de sus días confinado en su casa hasta su muerte en enero de 2005. Su intento de mediación fue interpretado como un signo de debilidad por la cúpula del régimen, a quien los universitarios habían hecho “perder cara” durante la visita de Mijail Gorbachov a Pekín con motivo de una reunión del Banco Mundial en mayo de 1989, donde celebró con Deng Xiaoping la “cumbre de la reconciliación” entre la Unión Soviética y China. Eran otros tiempos. Al amparo de la “Perestroika”, los sistemas comunistas se tambaleaban al otro lado del Muro de Berlín y las ansias de libertad habían llegado también al gigante oriental.

Sin equipos antidisturbios, el régimen chino envió a Tiananmen los tanques del Ejército Popular de Liberación, traídos de otras provincias por temor a que los militares de la capital simpatizaran con los manifestantes. El desalojo derivó en una batalla en la que los soldados se enfrentaron a los estudiantes y a miles de pequineses que trataban de impedir el paso de los carros blindados con barricadas en llamas. Todavía no se sabe cuántos murieron: cientos, quizás miles, abatidos por las balas de los militares en los alrededores de la plaza. Sobre todo bajo el puente de Muxidi, donde también cayeron soldados linchados o quemados por la turbamulta, que les arrojaba cócteles “molotov”.

Las madres de Tiananmen, que hasta ahora han identificado 203 fallecidos, siguen luchando desde entonces por honrar la memoria de sus hijos. En su carta anual, 127 madres han desvelado que, por primera vez, el régimen chino se plantea pagar indemnizaciones por la matanza. Así se lo ha hecho saber la Policía a los familiares de una víctima, que han recibido dos visitas de agentes de la Oficina de Seguridad Pública desde febrero.

Disculpa oficial

Pero las madres de Tiananmen no quieren dinero; quieren una disculpa oficial y una revisión de la brutal operación militar y la protesta, que el régimen denominó “rebelión contrarrevolucionaria”. “Los visitantes no hablaron de desvelar la verdad públicamente, llevar a cabo una investigación ni ofrecer una explicación para el caso de cada víctima. En su lugar, sólo mencionaron cuánto había que pagar”, aseguran las madres de Tiananmen en su misiva.

Al frente de este grupo se encuentra Ding Zilin, una catedrática universitaria de 74 años que perdió a su hijo en el aplastamiento de la revuelta y suele ser confinada bajo arresto domiciliario en cada aniversario. En una entrevista a ABC publicada hace dos años, Ding Zilin explicaba que “los chinos ya se han olvidado de la matanza y sólo piensan en su propia subsistencia y protección, mientras el Gobierno utiliza la excusa del crecimiento económico y la estabilidad para justificar la represión y seguir en el poder”.

No le falta razón. Tras las “Revoluciones de los Jazmines” que desde principios de año vienen sacudiendo al mundo árabe, fundamentalmente a través de convocatorias por internet, el régimen de Pekín ha arrestado o puesto a buen recaudo a docenas de disidentes y activistas políticos. Entre ellos destaca el famoso artista Ai Weiwei, a quien sus críticas al régimen le van a costar una acusación por fraude tras llevar detenido desde principios de abril.

Premio Nobel de la Paz

Mención aparte merece el premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo, quien cumple desde diciembre de 2009 una condena de once años de prisión “por incitar a la subversión contra el Estado” por liderar la “Carta 08” por la democracia, inspirada en la “Carta 77” que los checos firmaron ese año contra la ocupación soviética. Dicho documento, suscrito a finales de 2008 por 300 intelectuales y apoyado luego por miles de internautas, reclamaba 19 medidas como reformar la Constitución de China, llevar a cabo una auténtica separación de poderes para alcanzar la independencia judicial, promover el multipartidismo y las elecciones democráticas, garantizar los derechos humanos y las libertades de expresión, reunión y religión.

En una entrevista concedida a ABC en 2007, Liu Xiaobo consideraba que “Tiananmen no fracasó porque despertó en China la lucha por la democracia y los derechos humanos, dos conceptos que en aquella época estaban catalogados como un delito y hacia los que está avanzando el país”. A su juicio, “desde entonces el régimen comunista ha tomado numerosas medidas para intentar legitimarse ante el pueblo, como impulsar el crecimiento económico, incluir los derechos humanos en la Constitución de 2004 y proteger la propiedad privada para que la gente tenga más estabilidad y no vuelva a rebelarse contra el poder”.

Debido al extraordinario progreso de China, la propaganda, la represión y la censura de internet, parece poco probable que hoy se repita un movimiento a favor de la democracia y la libertad como el de Tiananmen. Todo ello a pesar de las enormes desigualdades sociales que está provocando el crecimiento económico, la corrupción, los abusos de poder y las miles de protestas que se registran cada año, sobre todo por las expropiaciones ilegales de las tierras de los campesinos por parte de cuadros del Partido Comunista para dar “pelotazos inmobiliarios”.

«Los chinos disfrutan del progreso»

El régimen no se cansa de repetir que “los chinos disfrutan en la actualidad del mayor progreso y bienestar de su historia, así como de la mayor protección de sus derechos humanos y de una amplia gama de derechos políticos reconocidos por la Constitución”, como indicó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Hong Lei.

Pero fuentes diplomáticas de la Unión Europea reconocen en privado que “en los dos últimos años ha habido una involución de las libertades y los derechos humanos en la apertura sociopolítica de China”. Gracias a su ascenso como superpotencia y a su diplomacia del yuan, que compra voluntades lacayas a cambio de inversiones millonarias y promesas de negocio en el mayor mercado del mundo, el autoritario régimen de Pekín se siente cada vez más reforzado a la hora de “rechazar la democracia de estilo occidental”. Desde la concesión del Nobel a Liu Xiaobo en octubre del año pasado, así lo suelen advertir los editoriales de los periódicos del Partido Comunista, el “Diario del Pueblo” y su órgano en inglés, “Global Times”.

Hoy, los medios chinos se “olvidarán” una vez más del aniversario de Tiananmen y los turistas volverán en masa a la plaza para hacerse fotos con sus cámaras digitales bajo el retrato de Mao, a la entrada de la Ciudad Prohibida. Sólo en la excolonia británica de Hong Kong, donde hay más libertad que en el resto del continente, hay prevista una marcha para conmemorar el aniversario del “liu si” (6-4), como se denomina en mandarín a la matanza del cuatro de junio. Pero las madres de Tiananmen volverán a recordar a sus hijos y a pedir justicia para las víctimas de la masacre. No dinero.

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