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Manu Brabo, tras aterrizar en Madrid: «Volver a Libia es tentador, pero no sé»

«Empezaron a disparar contra nosotros y nos pillaron» ha explicado el fotoperiodista en su primera rueda de prensa en Barajas, visiblemente emocionado, después de un mes y medio detenido en Libia por las tropas de Gadafi

Manu Brabo, tras aterrizar en Madrid: «Volver a Libia es tentador, pero no sé» luis de vega

ISRAEL VIANA

«No sé por dónde se empiezan estas cosas», «estoy un poco flipado con lo que ha pasado». Así se sentía el fotógrafo asturiano Manu Brabo antes de comenzar a explicar a los numerosos medios de comunicación congregados en Barajas, cómo fue capturado, golpeado y retenido después , durante un mes y medio, por las tropas de Gadafi. Visiblemente emocionado, arropado por su padre y agradeciendo todo el apoyo recibido, el fotoperiodista ha comenzado su relato asumiendo el error que les llevó a él y sus compañeros a ser capturado: «La cagamos un día, pisando quizás un poco más de lo que le tenías que pisar».

«Tras el ataque de las tropas de Gadafi, el ejercito de Pancho Villa echó a correr»

El fotoperiodista, que estaba viviendo «el sueño de su vida» en Libia, y al que no parece haber cerrado las puertas tras la pesadilla vivida («volver a Libia es tentador, pero no sé», declara), ha contado el momento en el que él y sus tres compañeros (los estadounidenses Clara Morgana Gillis y James Foley y el fotógrafo sudafricano asesinado Anton Hammerl ) fueron hechos prisioneros: «Hubo un ataque de las tropas de Gadafi y el ejercito de Pancho Villa echó a correr y nos dejaron allí», explicó Brabo en referencia a las tropas rebeldes con las que viajaban, que les dejaron abandonados en medio de un fuego cruzado .

«Empezaron a disparar contra nosotros, nos pillaron y ya no sé, fue todo como una película... se bajan del coche, nos fríen a culatazos y luego nos suben a tres al coche. Lo de Anton ya lo sabeis. Así me ahorro la pregunta», declaró el fotoperiodista asturiano, aguantando las lágrimas.

«Pálido y con las tripas fuera»

Brabo, sin embargo, volvió después sobre este hecho y recordó que fue Foley quien poco antes se ser capturados preguntó: «¿Estáis todos bien?». Y Hammerl respondió, «no». El fotógrafo sudafricano había resultado herido de bala en el abdomen , al que Brabo vio, dijo, «pálido y con las tripas fuera».

Abandonaron el cuerpo de Hammerl en el desierto y a ellos les subieron a un furgón

Nunca más volvieron a ver a Hammerl - cuya familia aún tenía esperanzas de verle vivo -, ya que abandonaron su cuerpo en el desierto y a ellos les subieron a un furgón y trasladaron a una casa en Brega , donde les retuvieron «con las manos atadas en la espalda durante cuatro horas», antes de llevarles a «un sitio como a otras siete horas de viaje», que cree que sería Sirte .

Allí, ha relatado, les sometieron a un primer interrogatorio nada más llegar «con los ojos vendados», para después encerrarles un par de días en un calabozo, con una entrevista para la TV libia incluida , antes de ser trasladados una vez más a Trípoli junto a otro equipo de la NBC que habían capturado. «"Estos son tres días y nos vamos a casa", dijo uno de los periodistas de la NBC. Y el tío se fue a casa a los tres días, nosotros no», explicaba Brabo, quien dijo que fue esto lo que permitió dar a conocer que él y los otros dos compañeros se encontraban en Trípoli.

«En una celda aislado»

En la capital libia, pasó 12 días en un centro de detención militar, «en una celda aislado». Al segundo día, le sometieron a cuatro horas de interrogatorio, donde los militares trataron de simpatizar con él, comentándole que «España y Libia se llevan bien» y que ellos «celebraron mucho la victoria» del Mundial de Fútbol de Sudáfrica , y luego le acabaron acusando de «espionaje» y, doce días después, de «entrada ilegal en el país y de ejercer el periodismo sin permiso». Destino: cárcel de Sdeida, en Trípoli.

«Tú sabes que estás vivo, pero tus padres no tienen ni puta idea, me imagino»

Fue allí, donde es encerrado con otros ocho presos, donde a Brabo se le permite, tras visitar al alcaide, llamar a sus padres . «A partir de ese día me encuentro mucho mejor», dice, «porque tú sabes que estás vivo, pero tus padres no tienen ni puta idea, me imagino». «Luego resulta que sabían más que yo», añadió.

En una nueva visita al alcaide, a Brabo se le presenta un tal señor Sibani, que dice ser «representante de la oficina de Saadi Gadafi» , uno de los hijos del coronel libio, y que afirma que su caso y el de sus compañeros le parece una «injusticia atroz», por lo que intentará que todo acabe pronto. «Y además nos dió 50 dinares -afrima- con los que compró tabaco y cepillos de dientes para toda la celda»

«Una granja de engorde»

Pocos días después fue sacado de la cárcel y trasladado, junto a otro periodista inglés que llevaba 67 días en prisión y al que habían confundido con un americano, a una villa cercana, donde tendrá «una cama, dos libros en inglés, un espejo y un plato de pescado con gambas». «Pero al cabo de cuatro horas a la OTAN le da por bombardear y nos tenemos que pirar de allí», explica el fotógrafo, que cuenta que finalmente llegan a una nueva villa donde se reunió con Claire Gillis y James Foley y que él bautizó con el nombre de «la granja de engorde» por lo bien que les alimentaron.

«El mismo fiscal que nos había hecho las preguntas se pone la toga y ahora es juez»

El pasado 9 de mayo el diplomático español Diego Ruiz enviado a Trípoli para gestionar la liberación de Brabo, habla con él y le asegura que «lo peor ha pasado» y que «no haga ninguna cagada», en palabras del reportero. A partir de ahí todo fue muy rápido. El martes pasado él Foley y el compañero británico son juzgados de nuevo («resulta que en cinco minutos el mismo fiscal que nos había hecho las preguntas se pone la toga y ahora es el juez», comenta ironicamente) declarados «inocentes», pero que tienen que pagar los costes del juicio.

Al día siguiente, el portavoz del Gobierno de Gadafi, Musa Ibrahim, anuncia su liberación ante la prensa y tras unos trámites administratitvos hoy ha puesto punto y final, por fin, a un mes y medio de retención en Libia, tras aterrizar a las 12:40 horas de hoy en el aeropuerto de Barajas .

«No quiero ser el padre de Hamilton sino de Fernando Alonso», dijo su padre con el orgullo que sentía de ser español dijo, tirando de la Fórmula 1. Brabo, eso sí, regresó sin equipaje y sin su equipo fotográfico , que le fue confiscado por las autoridades libias, indicaron a Efe fuentes diplomáticas.

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