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Renovables, vía de escape para Japón

El Gobierno nipón revisará su dependencia de la energía nuclear, que aporta el 30% de la electricidad e iba a alcanzar el 50% en 2030

Renovables, vía de escape para Japón abc

pablo m. díez

En la escuela número 1 de Fukushima, con 600 estudiantes de entre 13 y 15 años, los niños asisten a las clases de Educación Física en los pasillos. Debido a la radiactividad que escapa de la central nuclear dañada por el tsunami del pasado 11 de marzo, a 60 kilómetros de distancia, el Gobierno nipón ha reducido al máximo las actividades al aire libre. «Como el gimnasio resulta insuficiente para todos los alumnos, montamos las carreras en los pasillos», explica a Empresa el director del colegio, Akio Suzuki, quien asegura que la comida del almuerzo «viene de fuera por orden del Ayuntamiento, pero se utiliza el agua corriente para todo, incluso para beber, porque las autoridades dicen que no entraña riesgos para la salud».

«Montamos las carreras en los pasillos», dice un profesor de gimnasia en Fukushima

Tal y como revelan los numerosos trofeos que lucen las vitrinas de su despacho, la escuela número 1 de Fukushima es la mejor de la prefectura en atletismo, pero su brillante palmarés cambiará por las fugas radiactivas que han vaciado las calles de esta ciudad de 300.000 habitantes. «Un alumno muy prometedor ya no podrá ser el número uno por la prohibición de entrenarse al aire libre», se queja el profesor de Gimnasia, Sato Atsuo.

No es la primera vez que la tragedia golpea al colegio. Una placa en la entrada recuerda que «el 5 de agosto de 1986, el agua alcanzó un metro y medio de altura por las inundaciones del río tras un tifón». El pequeño drama en la escuela número 1 de Fukushima es sólo uno más de los muchos, y mayores, problemas que entorpecen la vuelta a la normalidad en la costa noreste de Japón, arrasada por las olas gigantes del fatídico 11-M nipón.

En la actualidad, los 54 reactores aportan un tercio de la electricidad que produce

Desde hace ya dos meses, el principal problema sigue siendo el mismo: las fugas radiactivas que escapan de la planta de Fukushima 1 y que, en el mejor de los casos, durarán hasta finales de año. Tras la catástrofe de Chernóbil, el peor accidente nuclear de los últimos 25 años ha obligado al Gobierno nipón a revisar su dependencia de la energía atómica.

En la actualidad, los 54 reactores de las 17 centrales nucleares repartidas por el archipiélago aportan un tercio de los 47 gigavatios de electricidad total que se producen en el país, tercera potencia industrial. Con la construcción de nuevas plantas, el propósito del Gobierno era potenciar la energía atómica para que suministrara el 41% de la electricidad en 2017 y el 50% en 2030. «Pero este plan debe ser revisado desde el principio porque hace falta una mayor seguridad en las centrales nucleares mientras se promueven las energías renovables», anunció esta semana el primer ministro, Naoto Kan.

Sin recursos naturales, Japón importa el 80% de sus necesidades energéticas

Sin apenas recursos naturales, Japón importa el 80% de sus necesidades energéticas y, tras construir su primer reactor en 1966, situó la energía nuclear como una prioridad estratégica a raíz de la crisis del petróleo en 1973. «La energía atómica y los combustibles fósiles han sido los dos mayores pilares de la política energética nipona, pero hay que añadir energías renovables como la solar, eólica y biomasa como consecuencia del cambio climático», justificó Kan. A pesar de ser una de las naciones más avanzadas y desarrolladas del mundo, en energías limpias Japón se encuentra muy por detrás de países como Alemania o, incluso, España.

En principio, el objetivo consistía en que las energías renovables aportaran el 20% de la electricidad nacional en dos décadas , pero Tokio se ha propuesto hacer un gran esfuerzo en este sentido tras el accidente en Fukushima. Y es que el tsunami del 11 de marzo no solo dejó 26.000 muertos y desaparecidos, sino que dañó los sistemas eléctricos de refrigeración de cuatro de los seis reactores de esta central, donde se registraron varias explosiones que liberaron partículas tóxicas de yodo, cesio y plutonio a la atmósfera y causaron un vertido de 11,5 millones de litros de agua radiactiva al mar.

Como consecuencia, fueron evacuadas 80.000 personas que vivían en un radio de 20 kilómetros en torno a la central, que han sido realojadas en refugios temporales habilitados por el Gobierno en polideportivos y centros cívicos y no saben cuándo podrán volver a sus casas.

Nueva alarma radiactiva

Justo cuando el mundo, y sobre todo los países en vías de desarrollo, se estaban planteando el regreso a la energía nuclear, el desastre de Fukushima ha puesto en evidencia los riesgos de este tipo de accidentes, cuyas consecuencias aún tardarán años en manifestarse en forma de tumores malignos y malformaciones genéticas.

«Esta crisis ha revelado el insostenible modelo energético japonés»

Para colmo de males, la alarma volvió a dispararse esta semana al detectarse una fuga radiactiva en la central de Tsuruga , enclavada en la costa oeste y gestionada por la compañía eléctrica Japan Atomic Power.«Esta crisis ha revelado el insostenible modelo energético de Japón», señala a Empresa Andrew DeWit, profesor de la Escuela de Estudios Políticos de la Universidad de Rikkyo, en Tokio. Con toda su crudeza, la catástrofe ha puesto de manifiesto los puntos débiles del “milagro económico” nipón, basado en el consumismo a espuertas, el derroche de energía y la fiebre tecnológica. Un modelo, por cierto, aplicable al resto de países desarrollados en Occidente. A su juicio, «la industria eléctrica japonesa se ha autorregulado y tiene un lamentable historial de recortes y fraudes corporativos. Como ocurrió antes de que estallara la crisis financiera, un grupo de críticos bien informados advirtió hace tiempo de que podía suceder algo así».

Como el profesor DeWit cree que «el centralizado sistema eléctrico y nuclear es peligroso porque es muy vulnerable a este tipo de accidentes», propone hacer lo mismo que Alemania: «distribuir la capacidad de generación eléctrica entre particulares, pequeños negocios, granjas y pueblos, distribuyendo la riqueza y reforzando y expandiendo la red». Para ello, apuesta por incentivar con subvenciones otras fuentes renovables como la energía solar, biomasa y geotérmica, que en Alemania aportan el 17 por ciento de la electricidad.

Amenazada por la ruina debido al desplome de sus acciones tras el accidente, Tepco, la eléctrica que opera la central de Fukushima, recibirá ayuda del Gobierno para pagar las indemnizaciones, que podrían ascender a 105.513 millones de euros.

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