ABC CULTURAL / LIBROS
Camilo José Cela, cartas inéditas
Camilo José Cela y el crítico Antonio Vilanova mantuvieron un intenso epistolario. Cartas inéditas hasta la fecha que permiten conocer la intrahistoria literaria española de los años 50 y 60
Las relaciones humanas, intelectuales y literarias entre Camilo José Cela (1916-2002) y el profesor y crítico barcelonés Antonio Vilanova (1923-2008) son una clave del conocimiento de la cultura española de los años 50 y 60 del siglo XX. El epistolario da entera noticia de esas relaciones. Son 89 cartas, de las cuales 84 se cursan entre 1954 y 1968.
Contaba Antonio Vilanova 21 años cuando desde las páginas de Estilo, revista barcelonesa del SEU, publicaba su primer artículo de materia celiana. En él se justipreciaban las primeras novelas de CJC , aunque como balance que era de la nueva novela española durante 1944, se atenía sobre todo a Pabellón de reposo y a Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes. Vilanova juzga estas novelas desde la lectura reciente del «nervio agrio e hiriente» de La familia de Pascual Duarte (1942).
«Yo sigo clasificando a la humanidad en amigos e hijos de puta», escribe Cela
Pasaron los años. Cela empezó a cimentar sus importantes relaciones con el mundo cultural barcelonés a partir de 1945. Vilanova, ya en el curso 1946-47, era profesor ayudante de Historia de la Lengua y de la Literatura Españolas de la Universidad de Barcelona. Iniciaba un itinerario de casi medio siglo de actividad académica en dicho centro.
Mientras CJC publica Viaje a la Alcarria (1948) y El gallego y su cuadrilla y otros apuntes carpetovetónicos (1949), Vilanova prepara con un rigor insólito su tesis doctoral, dirigida por Dámaso Alonso, Las fuentes del «Polifemo» de Góngora, leída el 14 de septiembre de 1951, y acepta la invitación de Ignacio Agustí, director de Destino, en el otoño del 49, para hacerse cargo de una nueva sección de crítica literaria, que bautiza con el título orteguiano de «La letra y el espíritu».
El mejor escritor
Alcanzamos 1951. CJC publica en febrero y en Buenos Aires La colmena. La novela se prohíbe en España y provoca un río de reseñas elogiosas: Guillermo de Torre, Melchor Fernández Almagro, Torrente Ballester, Ricardo Gullón, Ignacio Aldecoa, etc. Vilanova le dedica «La letra y el espíritu» del 30 de junio. Su crítica ha sido celebrada por los historiadores de la novela española del siglo XX, por su penetración y su agudeza, tanto en lo que atañe a la temática como al bosquejo del discurso del relato. El crítico barcelonés, desde «La letra y el espíritu», sigue atentamente la trayectoria de CJC, que es, junto con Delibes , el novelista contemporáneo que más le apasiona. Las relaciones de CJC con el semanario Destino se intensifican, y entre julio y octubre de 1952 publica diez entregas de Cuaderno del Guadarrama, al tiempo que la editorial –también barcelonesa– Noguer edita en diciembre de 1952 Del Miño al Bidasoa. Vilanova, que es profesor encargado de la cátedra de Historia de la Lengua y Literatura Españolas, reseña el 14 de febrero de 1953 el libro de viajes de CJC, sosteniendo que el prodigioso realismo poético de sus páginas «revela una vez más a Camilo José Cela como el mejor escritor que las nuevas generaciones han dado a las letras de España».
Cela: «El día que deje de tener los pies sobre la tierra, estaré condenado»
Pocos días después de la publicación de esta reseña, CJC y Antonio Vilanova se conocen personalmente. Este primer encuentro debió de producirse a finales de marzo de 1953 , cuando CJC estuvo en Barcelona para la clausura de un ciclo sobre novela, que se celebró en la Universidad, y para dictar una conferencia sobre Emilia Pardo Bazán en el Centro Gallego de Barcelona (30-III-1953).
Empezaba una amistad de largo alcance. Amistad que quedará corroborada cuando Vilanova dé en la diana al enjuiciar Mrs. Caldwell habla con su hijo, cuya primera edición Cela publica en la editorial de Josep Vergés. La fecha de la reseña de Vilanova (Destino, 25-VII-1953) está muy próxima a la salida de la novela de las prensas barcelonesas, con múltiples marcas de la censura. Vilanova es el único crítico –junto con José María Pemán en las páginas de ABC– que entiende e interpreta la novela , atendiendo con un mínimo de respeto a la intentio operis de la misma.
En el lugar preciso
Llegamos a 1954. El crítico barcelonés viaja, a la altura de la Semana Santa, a Palma de Mallorca, cuando Cela ha comenzado sus tanteos de residencia mallorquina, que tanta importancia tendrá en su vida, con el fin de encontrar un lugar adecuado para escribir La catira : «De regreso de Palma, Antonio Vilanova nos trae noticias tuyas […] Ignorábamos que te hubieras establecido en la isla por una temporada. Nos dice Antonio que tu indisposición no te impide trabajar y que estás escribiendo como un león […] Nos dice también que lo que traes entre manos es una novela venezolana» (carta de Alfonso Noguer a CJC, 17-IV-1954).
Unas semanas después, Vilanova le escribe la primera carta de un epistolario intenso. La carta habla de La catira, del mundo personal de Vilanova, y abre las puertas de una fecunda amistad, que en lo intelectual tendrá en los diversos episodios de la vida (desde 1956) de Papeles de Son Armadans, en los sucesivos encuentros literarios de Formentor a partir de 1959, en las oposiciones a cátedra de Vilanova (finales de los 50) y en la intrincada pugna por el control del semanario Destino, sus momentos cenitales.
Ante la muerte de su padre: «Recibí llamadas para mofarse de mi dolor»
La edición de la Correspondencia entre Cela y Vilanova quiere ser un esfuerzo por comprender mejor el «campo literario» de los años 50 y 60 , a la par que quiere plantear preguntas sobre la relación de la literatura con los poderes ideológicos, espirituales y políticos del momento. En el fondo, aspira ser un nuevo interrogante en el camino hacia una Historia de la Literatura Española durante el franquismo.
El escritor y el crítico se respetaron de continuo. Como botón de muestra deben verse las reseñas que Vilanova dedicó a la obra de CJC en Destino. A la vez que vale la pena desempolvar el siguiente testimonio: cuando Manuel Fraga Iribarne –desde la autoridad institucional– le consulta a CJC sobre quién puede ser el crítico que mejor sea capaz de glosar las «Tendencias de la nueva literatura española», CJC le contesta (18-VI-1962): «Antonio Vilanova, entre los jóvenes, es voz tan autorizada, como prestigiosa».
[Adolfo Sotelo Vázquez es catedrático de Historia de la Literatura Española. Suyo es el prólogo de la edición de la Correspondencia (1954-1991) entre Cela y Vilanova a cargo de Blanca Ripoll (Universidad de Barcelona / Universidad Camino José Cela / Fundación Camilo José Cela). El libro se publicará a finales de mayo.]
A continuación, publicamos dos cartas de este epistolario:
Palma de Mallorca, 31 de mayo de 1954
Sr. Don Antonio Vilanova
Barcelona
Querido Antonio,
[...] Me alegró mucho saber que te va bien, que viajas, que conferencias, incluso que te cansas. A cansarme, precisamente, bajé yo estos días a Barcelona. En fin…
Gracias por tu cariño; tú sabes que se te corresponde. Yo sigo clasificando a la humanidad –para mi uso, que es el que me importa, y que Dios me perdone– en amigos e hijos de puta. Lo demás son monsergas y pejigueras, tortas y pan pintao. Ya han pasado para mí aquellos días tibiamente adolescentes en que tenía obsesiones persecutorias y en que arreglé, para mi gobierno y manejo de todos, una rima de Bécquer, timorata y cumplida como una dama que solo espera la menopausia –y la bendición de Su Santidad– para liarse a vestir santos:
Mi vida es un erial
que se va a tomar por culo;
y en mi camino fatal,
alguien va sembrando el mal
con bastante disimulo.
Ahora, no. Ahora soy duro y no tengo más amigos que los que quiero: también, que quienes me quieren. Basta.
A La catira –después de muchas consultas y de no pocos cabildeos– he de hacerle algunas modificaciones; no de estilo, ciertamente, ni de toma, claro es, sino de intención o de sentido. [...] Entre las modificaciones a ensayar están nuestros índices. El libro deberá ir desnudo de todo aparato o artilugio erudito. En ese sentido, no llevará sino un vocabulario –extenso pero sencillo– en el que no figurarán etimologías ni fuentes sino tan sólo acepciones. Este vocabulario, dada su sencillez, lo iré haciendo yo a ratos perdidos. Después, cuando el libro salga, publicaré (quizás en Cuadernos Hispanoamericanos, dada la índole del tema) un largo artículo al que titularé algo así como «Los venezolanismos de La catira», y en el que podré extenderme todo lo que quiera. Para entonces es para cuando necesitaré tu ayuda [...].
Estoy cansado y creo que me ha salido una carta deshilvanada y sin pies ni cabeza. El día que pierda la cabeza y que deje de tener los pies sobre la tierra, estaré definitivamente condenado.
Un fuerte abrazo,
CAMILO JOSÉ CELA
Palma de Mallorca, 6 de enero de 1960
Sr. D. Antonio Vilanova
Barcelona.
Querido Antonio,
Mil gracias por tus cariñosas palabras con motivo de la muerte de mi padre. Murió de repente y sin sufrimiento alguno, feliz de vernos a todos bien encaminados, con buena moral e ignorando el cáncer que padecía y que no le causó el más mínimo dolor. Nos deja a todos sus hijos el buen ejemplo de su conducta –estos viejos liberales son gente de muy buena ley– y mis hermanos y yo nos sentimos orgullosos de su recuerdo. Y cargamos con él hasta la tumba, sin permitir que tocase el ataúd una sola mano ajena al clan.
Pero el golpe es duro, querido Antonio, inexplicablemente duro y amargo. Y lo peor es que, al recibirlo, uno no puede darse a sí mismo un solo minuto de llanto. La ofensiva contra mí arreció por aquellos días aciagos. Los hijos de puta cargaron con sus más viles armas porque entendieron que el momento era bueno para patearme. ¿Te cabe en la cabeza que hasta recibí anónimas llamadas por teléfono para mofarse de mi dolor? Pero luché, querido Antonio, y me sobrepuse, haciendo de tripas corazón. Mi padre también hubiera luchado. Y trabajo mucho, que es la mejor ofrenda que puedo hacer a su memoria. Y a quienes hago sombra y desprecio, ahora también perdono. No dan la talla capaz suficiente para irritarme.
[...] También mil gracias por tu generoso artículo de Destino sobre La Rosa; es un libro honesto, escrito con cariño y con cierto humor [...]. Tanto él como Primer viaje andaluz, nacen en los momentos en que más pudiera necesitarlos.
Mil cariñosos saludos a Lolita y a tus padres. Y que el 1960 se os dé con salud, es el mejor deseo de tu muy leal amigo que te abraza,
CAMILO JOSÉ CELA
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