punto de fuga
Otra vez el Ródano
En puridad, quien hizo que España sea hoy España, esta España, fue… la Renfe. O, por ser más precisos, su olvidada predecesora, la Compañía de los ferrocarriles a Madrid, Zaragoza y Alicante
Tras una larga temporada durmiendo en el limbo de los justos, el viejo proyecto pujolista del trasvase del Ródano ha vuelto a ser vindicado por Artur Mas, ahora con el transparente argumento de que Cataluña necesita «reducir la dependencia de otras fuentes y otros territorios». Al respecto, bien sabe el Muy Honorable que ni España fue creación de Don Rodrigo, Ataúlfo y Wamba, ni constituyó gozosa novedad que cupiera atribuir a los Reyes Católicos, ni debe su ser a los Habsburgo, como tampoco la alumbraron Felipe V y la Nueva Planta. En puridad, quien hizo que España sea hoy España, esta España, fue… la Renfe. O, por ser más precisos, su olvidada predecesora, la Compañía de los ferrocarriles a Madrid, Zaragoza y Alicante.
Repárese, si no, en la consternación que muestran los manuales escolares de nuestros nanonacionalistas ante aquel feliz hallazgo, el de optar por una estructura radial para dar forma a los itinerarios que habrían de seguir las vías. Oceánicas, las desconsoladas lágrimas retrospectivas de los autores casi salpican a los pobres alumnos llamados a estudiarlos. Y no yerran en su pesar. Al cabo, quienes conciertan los maridajes entre gentes y territorios son las grandes infraestructuras, las inamovibles, ésas que una vez erigidas ya no toleran marcha atrás. He ahí la argamasa de toda consolidación nacional, como la que representó el tren en el siglo XIX. La misma que podía haber supuesto una red de trasvases en el XXI. Suprema razón de que Josep Borrell, un socialista inequívocamente español, no albergase reparos a intentar ponerla en marcha. Y también de ahí tanto la empecinada querencia de CiU por el Ródano como esa broma pesada de las desaladoras, apenas burdas coartadas para maquillar un anatema. Y es que si el gran problema de la vertebración de España es el agua, el gran escollo para intentar desconstruirla igual habrá de ser el agua. Por algo, la resistencia numantina contra el difunto Plan Hidrológico, ¡ay!, Nacional.
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