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Doñana, difícil equilibrio

Doñana, uno de nuestros humedales más emblemáticos, incluido en la lista de lugares en peligro, está pendiente del informe de expertos internacionales que valorarán sus amenazas

Doñana, difícil equilibrio ABC

PILAR QUIJADA

En 1982 España se unió a la Convención Ramsar sobre Humedales de Importancia Internacional con Doñana y Daimiel, dos espacios emblemáticos. A finales de 2009, uno de ellos, las Tablas de Daimiel, atravesó uno de sus peores momentos. La sequía arrastrada desde 2004 y la extracción abusiva, y en muchos casos ilegal, de agua del acuífero que alimenta a Las Tablas, provocaron el incendio de la turba del subsuelo. Una circunstancia coyuntural, el aumento importante de las precipitaciones, ayudó al Parque Nacional a esquivar la amenaza de la Unesco de desclasificarlo como Reserva de la Biosfera si no se cumplían una serie de requisitos de gestión y definición de Daimiel. A día de hoy, WWF España denuncia que los instrumentos legales de gestión, como el Plan de Uso y Gestión para proteger las Tablas de Daimiel, aún no están concluidos y se sigue extrayendo el doble de agua de lo que establece el Plan Especial del Alto Guadiana para alcanzar la recuperación de Las Tablas.

Lo que ocurre en La Mancha Húmeda con Daimiel no es un hecho aislado. Cuando se cumple el cuarenta aniversario de la Convención Ramsar, firmada en 1971, los humedales siguen adoleciendo de los mismos problemas, el desvío desmedido de agua para fines agrícolas y los intereses del desarrollo urbano e industrial. Ahora es el Parque Nacional de Doñana, un humedal costero que alberga una biodiversidad única en Europa, el que está en el punto de mira de las organizaciones conservacionistas internacionales. Comparte con Daimiel un problema común a otros humedales, la extracción abusiva de agua destinada a una agricultura de regadío que crece sin tregua, así como la afluencia de aguas contaminadas . Además, se ciernen sobre este espacio natural el dragado del Guadalquivir y el proyecto de construcción del oleoducto de la refinería Balboa , de unos doscientos kilómetros, que uniría Palos de la Frontera con la localidad extremeña de Los Santos de Maimona, atravesando en su recorrido una docena de espacios naturales protegidos.

El problema fundamental en este espacio natural, opina Miguel Ferrer, que fue director de la Estación Biológica de Doñana entre 1996 y 2000, es que «se ha optado por una política muy estricta de conservación en el interior del espacio protegido pero en el entorno se ha apostado por políticas de desarrollo convencionales, que periódicamente plantean problemas que no son fácilmente resolubles. Es un contrasentido. Por un lado se quiere preservar como si fuera un parque temático y por otro se le rodea de iniciativas cuya ejecución implica necesariamente algunos efectos sobre el espacio natural».

Con Ferrer coincide Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España: «El Parque es solo una pequeña parte de una gran marisma. El problema, igual que ocurre con Daimiel, reside en ver solamente lo que ocurre dentro de los límites administrativos del espacio protegido y obviar las amenazas del entorno. Doñana es sólo una pieza del estuario, cuya columna vertebral es el Guadalquivir. Y se ha vivido de espaldas al río» . Y de espaldas también al mar: «el gran olvidado, donde no se han llevado a cabo estudios ni proyectos de conservación o investigación. A pesar de tener una franja marina incluida en el parque no tiene ningún estudio del ecosistema marino», explica Ricardo Aguilar, director de investigación de Oceana .

Visión fragmentada

El director de la Estación Biológica de Doñana (EBD), Fernando Hiraldo, es consciente de que esta visión fragmentada común a otras zonas húmedas es una asignatura pendiente: «A diferencia de otros parques nacionales con pocas influencias externas, la conservación de Doñana no depende exclusivamente de lo que se haga en el espacio protegido. Depende de cuencas que en su mayor parte pasan por territorios no protegidos y de un acuífero con una dimensión mayor que el parque que tampoco está protegido. Es un problema legislativo no exclusivo de este espacio, ni de esta Comunidad, ni siquiera de nuestro país. Es un problema a nivel europeo y casi mundial», explica.

Sin embargo, Hiraldo se muestra sensible a las necesidades de la comarca: «No podemos estar restringiendo continuamente las posibilidades agrícolas del entorno, del turismo y de comunicación utilizando continuamente a Doñana, porque entonces en vez de ser un aliciente económico pasaría a ser una carga. Hay que pactar las soluciones con las personas del entorno y las fuerzas sociales y políticas y eso lleva tiempo. Desde mi punto de vista se están dando los pasos precisos, pero Doñana sigue teniendo amenazas que tienen que ver con la calidad del agua, más que con la cantidad, con el acuífero y la contaminación que se genera fuera de Doñana».

De las 37.000 hectáreas de partida, se ha pasado a incluir como territorio protegido 100.000 , recuerda el director de la EBD. Datos que le sirven de aval para asegurar que «Doñana está probablemente mejor que nunca y tiene menos amenazas que nunca, pero tiene un problema y es que persisten muchas amenazas que se originan fuera de los límites administrativos del parque que a medio y largo plazo pueden hacerle un daño irreversible. Es una joya y todas las miradas están puestas en ella y es bueno, pero debemos saber cuidarla desde el punto de vista social y de la conservación. Para mí es muy importante que pueblos del entorno que no están dentro del parque quieran que se incluyan en él territorios suyos. Es muy positiva la llamada de atención del mundo ecologista, científico y de los propios encargados de la conservación del parque. Pero no debemos engañarnos, Doñana situada al final de una cuenca, en un terreno llano cultivable, con playas maravillosas para el turismo, siempre va a tener problemas», advierte Hiraldo.

Dragado del Guadalquivir

Entre esos problemas externos que acabarán repercutiendo en el parque está el Dragado propuesto por la Autoridad Portuaria de Sevilla, que contempla la profundización selectiva, de hasta 2 metros, de tramos del canal de navegación del río Guadalquivir. Para WWF no cabe duda de que se trata de una «agresión brutal. Un golpe mortal al río y por tanto a Doñana, que está al final del estuario. Todo lo que se haga mal río arriba acabará afectando al parque. El estudio elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) demuestra que el estuario está en una situación realmente crítica. Es de lo más ricos de Europa y se está dejando morir», sentencia Del Olmo.

El objetivo del dragado es permitir la navegación hasta Sevilla de barcos de mayor tonelaje , como buques de carga y cruceros. Para Hiraldo, el estudio llevado a cabo «para diagnosticar y pronosticar las consecuencias de las actuaciones humanas en el estuario del Guadalquivir» elaborado por las universidades de Granada, Córdoba y el CSIC, deja muy claro lo que hay que hacer. «La ley hay que cumplirla y no nos podemos olvidar que el río es una zona LIC —Lugar de Importancia Comunitaria— que afecta a Doñana y está protegido. La ley, que no hemos hecho ni los técnicos, ni los científicos ni la Consejería de Medio Ambiente, no se la va a saltar nadie. Por eso, el dragado es el problema que menos me preocupa, ahora que tenemos un estudio modelo, que sienta unas bases sólidas y positivas para todos los usuarios del río», enfatiza Hiraldo. La investigación, coordinada por el catedrático de la Universidad de Granada, Miguel Ángel Losada, y el investigador del CSIC, Javier Ruiz Segura, se hará pública próximamente, especifica el director de la Estación Biológica.

Un dragado convencional del río en este momento puede ser extremadamente peligroso opinan Ferrer y Aguilar. «El Guadalquivir lleva acumulando muchos años contaminación, que en gran parte se deposita en el fondo del río. La mayor parte de los contaminantes son peligrosos para los seres vivos cuando el pH es ácido, pero el río es básico y los mantiene como un depósito actualmente en formas no muy peligrosas . Cualquier actuación que pueda hacer que esos residuos se conviertan en disponibles para los seres vivos es muy preocupante. Y una de ellas es la resuspensión mecánica que se produce cuando se draga el río», explica Miguel Ferrer.

Aguilar advierte sobre el impacto del dragado en el mar: «Casi todo lo que encontramos en el golfo de Cádiz suelen ser fondos de fango y arenas finas, transportados por el Guadalquivir, el Piedra y el Guadiana, pero también una gran cantidad de nutrientes que se aportan desde tierra y le da su riqueza. Es ahora cuando se tiene que tomar la decisión de frenar este impacto antes de que ocurra».

El secretario general de WWF España se muestra contundente al afirmar que «si la Autoridad Portuaria no cesa en su idea, vamos a pelear por todas las vías posibles. No hemos dejado de hacerlo desde su inicio en 2003. Volveremos a recurir a Bruselas si hace falta. Mientras la espada de Damocles del dragado esté ahí no se va a invertir en restaurar el río, con el potencial enorme que tiene. Al río hay que darle una orientación completamente diferente».

Pendiente de examen

El oleoducto de la refinería Balboa es otra de las amenazas que se ciernen sobre Doñana. «Una bomba de relojería y un riesgo de marea negra permanente. Ya es una locura que junto a las playas de Doñana en este momento haya cien petroleros descargando, para que ese número se duplique», explica Del Olmo, que califica de «aberración que el Consejo de Participación de Doñana, no votara en contra del oleoducto, una decisión que acabó costando el puesto al biólogo y Premio Príncipe de Asturias de Investigación Ginés Morata», cuando mostró, a finales de 2009. su pública disconformidad con el proyecto.

De igual modo se pronuncia Ricardo Aguilar, de Oceana, «incrementar el tráfico de barcos y la construcción del oleoducto, supondría poner en riesgo el ecosistema marino, porque la amenaza de vertidos es constante, como se ha demostrado en otros lugares. Hemos presentado a la Junta de Andalucía y al Gobierno central una propuesta de ampliación del parque porque consideramos que la parte marina daría una valor añadido a Doñana».

El director de la Estación Biológica opina de forma parecida: «No entiendería lo de la refinería aunque no existiera Doñana. Me parece un gasto de energía llevar el petróleo al interior. Si yo estuviera viviendo en Huelva estaría preocupadísimo . Lo que debemos asegurar, con refinería o sin ella —no nos olvidemos que tenemos a Cepsa, que ha ampliado su capacidad— son los medios precisos para actuar de forma eficaz si hay un accidente».

A finales de enero una comisión de expertos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) , del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, del organismo de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura y del Convenio Internacional Ramsar visitó Doñana para evaluar las denuncias planteadas por los grupos ecologistas. De su decisión depende el futuro de Doñana.

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