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Nuria Amat gana el Ramon Llull

Con su primera novela en catalán salpica de ficción la vida del asesino de Trotski

ABC

DAVID MORÁN

«Amor i guerra», la primera novela escrita en catalán por la autora barcelonesa Nuria Amat (1950), es también desde anoche la obra ganadora del XXXI Premio Ramon Llull, galardón dotado con 90.000 euros que se hizo público ayer en el trascurso de un gala literaria celebrada en el Museo de Es Baluard, en Palma de Mallorca.

«Soy una escritora de dos lenguas, aunque quizá ahora he regresado a mis raíces familiares. Mis sentimientos y mi mundo emocional tienen dos lenguas», señaló ayer Amat que, a la primera va la vencida, se hace un hueco en la historia del premio a las letras catalanas mejor dotado con lo que ella misma presentó como «un homenaje, con todas las distancias, a “Guerra y Paz” y “Ana Karenina”».

Con más de una docena de novelas publicadas en castellano y una actitud especialmente beligerante en la polémica exclusión de autores catalanes en castellano en la Feria del Libro de Fráncfort de 2007, Amat ha decidido dar el salto al catalán para explicar una historia ambientada en la Barcelona de la Guerra Civil y protagonizada, entre otros, por Ramón Mercader.

Y es que, tal y como desveló la autora de «Reina de América», una de las razones que la llevaron a «Amor i guerra» fue «huir del silencio» que en su familia, unida en parentesco con los Mercader, había sobre el asesino de Trostsky. «Es un homenaje a todas las familias que sufren en la guerra», apuntó Amat, quien también adelantó que su obra aporta detalles desconocidos sobre la vida de Mercader. «En cierta manera, la novela desvela entre líneas por qué mató a Trotsky», avanzó la autora.

Sobre la polémica que hace cuatro años la llevó a criticar abierta y airadamente la política lingüística del gobierno catalán, Amat quiso restarle importancia: «No sé si ahora es el mejor momento de explicarlo, ya que aquellos políticos ya no están», y subrayó una vez más que ella no se siente otra cosa que «una escritora catalana».

Aún así, la escitora también recordó que «no estuvo bien» que el Institut Ramon Llull, por aquel entonces dirigido por Josep Bargalló, decidiese invitar a última a una decena de autores catalanes que escriben en castellano —Amat, en efecto, era uno de ellos— después de decir durante dos años que no los invitarían.

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