La Academia le aguanta el pulso al Ministerio
Álex de la Iglesia seguirá al frente de la institución —y presidirá la gala de los Goya— hasta que se convoquen nuevas elecciones
«Me queda una gala», fue la frase con la que Álex de la Iglesia resumió tres horas y media de reunión en las que se había sentido muy bien arropado por los 33 miembros de la junta directiva de la Academia de Cine, que también le acompañaron durante su comparecencia ante la prensa en el escenario de la sede de la institución. La «fumata blanca» tardó en llegar, pero fue concluyente, en medio de una situación muy difícil, tras las presiones procedentes del Ministerio de Cultura —según informaba ayer «El país»— para que su presidente abandonara el cargo antes incluso de la ceremonia de los Goya, el próximo 13 de febrero. Como se recordará, De la Iglesia dimitió, por sorpresa y a través del mismo medio de comunicación antes mencionado debido a su absoluto rechazo al acuerdo político alcanzado el pasado lunes entre PP, PSOE y CiU para resucitar la ley Sinde.
«Ante el deseo de dimitir del presidente, la Junta Directiva ha decidido en el día de hoy convocar elecciones presidenciales que, según los estatutos de la Academia, habrán de tener lugar en un plazo no superior a los tres meses. Hasta entonces, el equipo presidencial se mantendrá en sus funciones institucionales». Según se desprende del comunicado emitido por la Academia tras la reunión, Álex y los suyos seguirán no solo hasta los Goya, sino varias semanas más, hasta que pueda organizarse una convocatoria de elecciones. «Sinceramente quería irme hoy mismo, pero la Junta Directiva me lo ha pedido y me quedo hasta las elecciones», tuiteó el propio cineasta tras salir de la reunión.
Pálido y visiblemente nervioso, también emocionado, el cineasta declaró que se había encontrado muy bien acogido por todos durante las deliberaciones. También dijo que su dimisión había sido «una decisión personal», en la que se mantenía «firme». «Es bueno que se refresque el espectáculo», explicó, después de volver a decir que «nadie es imprescindible».
Salvar los Goya
«No quiero perjudicar a los Goya. Lo que quiero es que la gente disfrute, incluida la ministra», confesó De la Iglesia tras salir de la reunión. Queda por ver si Ángeles González-Sinde asistirá ahora a la ceremonia, en medio de una tensión imposible de disimular, pero que los miembros de la Academia intentaron ayer rebajar por todos los medios. Al fin y al cabo, al día siguiente es el día de los enamorados.
De la Iglesia, en cualquier caso, entonó el mea culpa al reconocer que «una cosa es lo que yo piense como persona y otra lo que pienso como presidente. Tenía que irme. Soy impulsivo y digo lo que pienso. Respeto a los demás, pero yo quiero seguir siendo así», dijo en público.
El presidente de la Academia no rehuyó las preguntas sobre las posibles presiones del Ministerio para que abandonara su cargo lo antes posible. No las rehuyó, pero tampoco entró en detalles y dijo que no tenía constancia de ellas. Icíar Bollaín, segunda de abordo y la última en llegar a la reunión pues se encontraba rodando en Barcelona, tomó entonces la palabra para insistir en el mismo sentido. La directora reconoció que se habían hecho una serie de llamadas, pero que en ellas «había comprobado que —los responsables del Ministerio— son serios profesionales» y que no se había sentido presionada en ningún momento.
Una injerencia «absurda»
Pocas horas antes del comienzo de la reunión, era el propio director del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA), Carlos Cuadros, quien negaba que hubiese tratado de influir en varios miembros de la junta directiva para que Álex de la Iglesia no presida la gala de los Premios Goya. «Sería completamente absurdo tratar de injerir en la decisiones de la Academia de Cine», afrimó en declaraciones a Efe Cuadros, quien ha querido zanjar así la polémica causada por algunas informaciones.
Respecto a la forma de actuar de su presidente, la vicepresidenta primera de la Academia aseguró que la junta directiva respetaba su decisión de dimitir, pero que le habían dado «un tirón de orejas», dado que el director bilbaíno había anunciado el martes que dimitiría a través de un medio de comunicación y desde entonces (y antes, cabría añadir) había vertido todas sus opiniones en internet, a través de la red social Twitter.
Álex de la Iglesia, en un tono autocrítico, reconoció que en algún momento no había sabido «diferenciar entre la persona y el presidente». «Tenía que haber dicho algo a la Academia antes de anunciar mi dimisión, pero ha sucedido así y he de decir que han sido los dos años mejores de mi vida. He aprendido a escuchar y he conocido a los productores y gente de la industria más maravillosa», afirmó.
Votaciones «casi cerradas»
Al presidente de la Academia de Cine le sobraron tiempo y humor para hablar sobre sus posibilidades estrictamente cinematográficas en la gala de los Goya. «Nadie las sabe», dijo. «Mi estado de ánimo es bueno y vuelvo a insistir en que me siento muy desdichado al dejar este lugar donde todos hemos hecho un esfuerzo enorme para conseguir que los próximos Goya sean una verdadera conmemoración del 25 aniversario. Como digo, he aprendido a saber callarme a tiempo». El resto de los miembros de la junta directiva, por su parte, no quisieron hacer declaraciones.
En definitiva, y a la espera de una posible reacción del Ministerio, tanto Álex de la Iglesia como Icíar Bollaín insistieron en que este «lío», como la calificó la directora de «También la lluevia», no afectará a la XXV edición de los Goya, en la que ambos son finalistas con dos de las películas más nominadas. Las votaciones «ya estaban casi cerradas» y «no quiero que la gala deje de ser lo que es, explicó el realizador vasco. La gala tendrá lugar por primera vez en el Teatro Real de Madrid y, si los últimos acontecimientos no han cambiado los planes, la Academia tenía previsto celebrar por todo lo alto el XXV aniversario de sus premios más importantes en la que debería ser la gran fiesta del cine español.
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