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Catalanes que mandan en España

Blecua, Fainé, Andic y Rosell catalanizan Madrid con la dirección de la RAE, las Cajas de Ahorros, el Instituto Empresa y la CEOE, respectivamente

IGNACIO GIL

pablo planas

Antes alemana que catalana. Esta afirmación fue atribuida a Manuel Pizarro, a la sazón presidente de la compañía eléctrica Endesa, a cuenta de la opa de Gas Natural y la irrupción en escena de la sociedad alemana E.ON. Quien más tarde sería el número dos del PP en las elecciones generales ha negado siempre que pronunciara tales palabras, contrarias además a la encarnizada defensa de los intereses de los accionistas que izó como bandera. Cinco años después de todo aquello, Endesa pertenece a la italiana Enel, Pizarro ha dejado la política (lo que le permite desplegar una intensa actividad intelectual) y tres de las principales instituciones económicas de España están presididas por catalanes. Mientras en el plano político se agudizan las tensiones de fondo (exclusión lingüística, concierto económico y «derecho a decidir»), los foros económicos madrileños han abierto sus puertas de par en par a los empresarios catalanes.

Si bien la lógica mercantil y los propios interesados dejan poco o ningún margen para el florecimiento de teorías conspirativas, el hecho de que Joan Rosell, Isidre Fainé e Isak Andic presidan la CEOE, la CECA y el Instituto de Empresa Familiar (cuyos socios representan el 17% del PIB español) desmonta el discurso sobre la discriminación de los catalanes en el resto de España y particularmente en Madrid, un relato, en el sentido habitual del término, con el que se explica en Cataluña desde el fracaso de la operación reformista de Miquel Roca hasta el supuesto desequilibrio fiscal en el que el nuevo presidente de la Generalitat, Artur Mas, fundamenta su desafío constitucional.

Por aclamación

Ninguno de los tres líderes empresariales ha sido cuestionado por su procedencia o afinidades. La consigna «antes alemana que catalana» no se ha aplicado a ninguna de las candidaturas y en el caso de Joan Rosell, con un proceso electoral estricto de por medio, su victoria no se ha producido precisamente contra pronóstico.

Nombrados por aclamación, modelos de éxito y sensatez, de solvencia contrastada, reconocidos en ámbitos académicos, respetados por la política y por los medios de comunicación, Andic, Fainé y Rosell tienen ante sí retos de los que depende la economía española. Fainé pilota la transformación de las cajas bajo la divisa de que todo debe cambiar para que nada cambie. Se trata, según sus propias palabras en la última reunión de la Confederación Española de Cajas de Ahorro, de una «reforma histórica que mantendrá el modelo social y de servicio universal de las cajas». Una reforma que pasará por la conversión de estas entidades en bancos, con los mismos y otros objetivos y, sin duda, con menos lastres políticos. Rosell, por su parte, asume las riendas de una organización sumida en un proceso de deslegitimación. No es el primer catalán. De hecho, uno de los fundadores de la patronal y su primer presidente fue Carlos Ferrer Salat, que entre otros muchos cargos también fue presidente del Comité Olímpico Español (el deporte tampoco escapa de la dinámica catalana). En cuanto a su aireada presencia en la manifestación contra el TC, se ha apresurado a matizar que fue en representación de los empresarios catalanes y a petición de esos mismos empresarios.

Y si Fainé y Rosell no suscitan el más mínimo recelo por su condición de catalanes, menos aún Isak Andic, un judío sefardí nacido en Estambul y cuya familia se trasladó a España en la década de los cincuenta. Si hasta ahora era un referente de éxito en la industria de la moda al frente del grupo catalán Mango, desde su irrupción en el ruedo ibérico es tanto o más conocido como el hombre que abrió el debate sobre el funcionariado, en el XIII Congreso Nacional de la Empresa Familiar. Lejos de suscitar recelos, su apuesta por erradicar los privilegios vitalicios y aplicar un sistema de retribuciones variables en la función pública se considera imprescindible (amén de inevitable) para la reforma de la administración.

Además de serenidad y sensatez (la fórmula química del «seny»), el empresariado que representan estos tres catalanes se distingue por un manejo sutil de los equilibrios políticos, no tanto a la búsqueda de oportunidades sino como fórmula de conllevancia ante las incursiones intervencionistas. La neutralidad es marca de la casa, de modo que Rodrigo Rato puede retornar a España desde el FMI como directivo de La Caixa y Felipe González ser nombrado consejero de Gas Natural. Quien no ha mostrado esa habilidad, de momento, es José Manuel Blecua, un catalán de Zaragoza que desde el 16 dirige la Real Academia Española. Catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Barcelona, Blecua se mostró partidario de la inmersión lingüística dos días antes de las últimas sentencias del Supremo sobre el castellano en las escuelas. Ese es precisamente el tipo de debates en que los empresarios no saben/no contestan,

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