Madí dice adiós y abre nuevas incógnitas sobre el gobierno de Mas

David Madí, director de comunicación de CiU y artífice de la campaña electoral que ha llevado a Artur Mas a rozar la mayoría absoluta y devuelto a los nacionalistas al Palau de la Generalitat, deja la política activa. Así lo anunció el propio Madí ayer, tras la reunión de la Ejecutiva de Convergència. «Entiendo la política como una entrada y una salida», argumentó tras una reunión de la ejecutiva en la que todo fueron felicitaciones por los resultados obtenidos el pasado 28 de noviembre. Con una «enorme satisfacción personal y política», un emocionado Madí explicó que su decisión es fruto de una larga reflexión personal, y que, tras haber aupado a Mas a la Presidencia de la Generalitat, quiere abrir una nueva etapa retomando proyectos personales y empresariales.

Sin embargo, más allá de deseos personales expresados en la intimidad ante su jefe durante los últimos trece años —Madí ya fue jefe de gabinete de Artur Mas en los últimos gobiernos de Jordi Pujol, cuando el president electo ocupaba las consejerías de Economía y Presidencia— el adiós de Madí abre nuevas incógnitas sobre la composición del futuro gobierno catalán en el que, de momento, lo único que parece claro es que Artur Mas será el único peso pesado.

El número dos de la federación, Josep Duran Lleida, confirmó el viernes pasado que renuncia a ocupar la «conselleria en cap» del Govern para seguir al frente del grupo parlamentario en el Congreso. El secretario general de Convergència y hombre fuerte del «aparato» del partido, Felip Puig, ha sido descartado como miembro del nuevo ejecutivo en los mentideros convergentes bajo el argumento de que ya formó parte de los últimos gobiernos nacionalistas y Mas ha prometido caras nuevas.

Y el otro hombre fuerte del «pinyol» convergente, Oriol Pujol, ha avanzado la posibilidad de quedarse en el Parlament como portavoz de CiU en la Cámara catalana, toda una renuncia tras meses en los que el propio Pujol se presentaba ante algunos círculos como futuro consejero de Industria de la Generalitat.

Así las cosas, parece claro que Artur Mas hará un Govern «de los mejores», como él mismo repite a diestro y siniestro, pero con pocas opciones de hacerle sombra políticamente hablando. De hecho, el propio Mas dio señales en este sentido cuando la semana pasada avanzó que, probablemente, no contará con un «consejero portavoz» en su ejecutivo porque «la única voz» de su ejecutivo será la del president. Todo un aviso para navegantes sobre el modelo del gobierno que quiere Mas.

Ayer, sin embargo, era el día de Madí y Mas se preocupó de despedirle con todos los honores. Su marcha, señaló el president electo, es «una pérdida muy dolorosa». «Madí ha sido mi colaborador más estrecho, valioso y querido; es un hombre brillante y valiente», prosiguió Mas, quien le atribuyó parte del mérito de haber ganado las elecciones, tras haber sido el blanco de las críticas en anteriores años por iniciativas como la del DVD «Confidencial. cat». En este contexto, y aunque Mas es un defensor de la permeabilidad entre la política y la sociedad civil, aseguró que hubiera hecho «lo que hiciera falta» para retener a Madí, aunque ya sabía que el director de campaña tenía tomada la decisión. Ese fue el argumento, según Mas, para no pedir a Madí que dirija la campaña de las elecciones municipales para catapultar a Xavier Trias como alcalde de Barcelona, porque «no se puede ir contra la voluntad de una persona manifestada desde hace tiempo y sin dudas».

Tras asegurar que ésta es su forma de entender la política, Madí continuará al frente de su cargo hasta el próximo Consejo Nacional de CDC, el 15 de enero, cuando será relevado de todas sus responsabilidades políticas. «Este es mi partido, mi proyecto. Mas será mi presidente. Es mi Govern, y el único con el que colaboraré en la condición de militante de base», subrayó el fiel colaborador del líder de CiU, quien le expresó también su agradecimiento.