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Mark Zuckerberg entra en la «social network» de la filantropía

Han creado una fundación destinada a legar en vida, y a tutelar personalmente a dónde va su dinero y para qué se usa

anna grau

Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook y el “billonario accidental” más joven del mundo, ha entrado en la social network filantrópica de Bill Gates y Warren Buffett. Estos dos pesos pesados de la beneficencia lanzaron el verano pasado una provocativa iniciativa, The Giving Pledge , para comprometerse ellos mismos y comprometer a otros a donar por lo menos la mitad de su riqueza al bien común. Zuckerberg es su último fichaje, y el más estelar.

Para comprender el verdadero alcance de esto es útil considerar algunos datos. Bill Gates tiene 55 años y hay quien estima su fortuna en por lo menos 54.000 millones de dólares. La de Warren Buffett, que tiene 70 años, se estima en 45.000 millones. Los dos han ganado tanto que incluso desprendiéndose de la mitad les quedaría más dinero del que podrían soñar en gastar.

Tanto Gates como Buffett han canado tanto dinero que no podrían ni gastarlo

Sobre todo porque Buffett tiene fama de tacaño y el mismo Gates pasa por ser hombre de gustos sencillos dado el contexto. No se planteó volar en avión privado hasta recibir amenazas de muerte y sus únicos caprichos caros son los tecnológicos, algo que deja frío a Buffett, de quien se dice que ni se plantea usar el correo electrónico.

Pero en lo que los dos magnates sí están de acuerdo es en que no conviene dejar demasiado dinero a los hijos. Ambos se oponen a la riqueza dinástica y abogan porque el grueso de herencias como las suyas vaya a la comunidad. Tampoco al Estado –son capitalistas excéntricos, no socialistas-, sino a la iniciativa privada en la que los dos tienen una obvia y bien fundada fe. Por eso han creado una fundación destinada a legar en vida, y a tutelar personalmente a dónde va su dinero y para qué se usa.

Calculan que son capaces de poner en pie una potencia mundial filantrópica equivalente a 600.000 millones de dólares. Ante lo cual, por cierto, cabe preguntarse: ¿no concentraría eso en las manos de The Giving Pledge un poder brutal, prácticamente incontestable? En estos momentos la Fundación Bill y Melinda Gates ya excede en presupuesto a la ONU (lo cual por otra parte no es difícil) y sostiene una tupida red de proyectos sociales y sanitarios en el mundo que de cerrarse este grifo tendrían que desmantelarse masivamente. ¿Está en marcha una oligarquía filantrópica?

El perfil del donante de este sitio es de edad más madura y riqueza consolidada

Buffett y Gates lanzaron la idea el pasado verano y ya han conseguido una lista de dieciséis donantes, entre ellos el archimillonario alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, el cineasta George Lucas, el magnate de la comunicación Ted Turner, David Rockefeller, actual patriarca de esta famosa dinastía, y, desde ahora, también Mark Zuckerberg y uno de sus antiguos compañeros de dormitorio en Harvard y co-fundador de Facebook, Dustin Moskovitz.

Lo que hace originales estas incorporaciones es que el perfil habitual del donante de The Giving Pledge suele ser de edad provecta y de riqueza consolidada. Le queda bastante más dinero que años para gastarlo. Mientras que Mark Zuckerberg tiene sólo 26 años y su fortuna, estimada en unos 6.900 millones de dólares, no deja de ser un cálculo de lo que valen en estos momentos sus acciones en Facebook. Si por lo que sea la estrella de la compañía se apagara, su fundador quedaría apeado del pedestal de los billonarios y volvería a ser una persona normal.

Ciertamente Zuckerberg está mostrando un creciente interés por la filantropía. Hace unos meses donó 100 millones de dólares de una tacada a las escuelas de New Jersey, aunque como esta donación coincidió con el estreno de The Social Network, hubo quien pensó que el joven sólo trataba de mejorar un poco su imagen.

¿Cómo sabe Zuckerberg que la larga vida que tiene opr delante no va a cambiar su percepción?

Sin embargo el paso que da ahora ya es más comprometido, y vendría a dar la razón a los que siempre han hablado de Zuckerberg como un rico “por casualidad”, alguien que en realidad no sabe qué hacer con el dinero una vez se ha comprado un coche de segunda mano roñoso, un nuevo par de chanclas y una tumbona para echarse en la terraza del apartamento de su novia en Palo Alto.

La única gran incógnita aquí es: ¿cómo sabe Zuckerberg que la larga vida que –si Dios quiere- tiene por delante no va a cambiar su percepción sobre el dinero? Buffett y Gates ya son padres de familia –Buffett peina incluso canas de abuelo-, mientras que a Zuckerberg le queda mucho por evolucionar o madurar. ¿Seguirá pensando con 40, 50 o 60 años que prefiere donar la mitad de su fortuna a extraños y no a su propia sangre? Ciertamente The Giving Pledge no es un contrato legal de obligado cumplimiento. Sólo es un pacto con el diablo –o con el ángel, según se mire- de la fama mundial. Todo el mundo (más incluso que los 500 millones de usuarios de Facebook) te está mirando.

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