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ASÍ LO VEO YO

«Aquí hay dignidad. A Venezuela se la respeta»

Un dirigente que no reflexiona con su conciencia en soledad, sino que lo hace aireando sus problemas de comportamiento a modo de catarsis colectiva, en el programa «Aló Presidente»

MARÍA DEL PINO FUENTES DE ARMAS

EL presidente de Venezuela, Hugo Chávez, molesto con España por un catálogo de motivos que no voy a enumerar, y que cada vez que surge la oportunidad aviva el fuego de la polémica iniciada a raíz de la acusación de una supuesta colaboración entre su Ejecutivo y ETA, ha reiterado en numerosas ocasiones que quiere tener una «buena relación con España, pero que en su opinión hay gente en este país que desea una ruptura», añadiendo «nosotros no queremos dañar las relaciones, pero aquí hay dignidad. A Venezuela se le respeta, a Venezuela se le respeta».

Y a este ser omnipresente que se ha convertido hasta en presentador de televisión, un dirigente que no reflexiona con su conciencia en soledad, sino que lo hace aireando sus problemas de comportamiento a modo de catarsis colectiva, en el programa «Aló Presidente», le queda muy grande hablar de dignidad y de respeto. A este mandatario y para justificar mis palabras, se le puede sacar un catálogo, pero esta vez de inconveniencias y reproches por haber hecho de la democracia un rehén de su gobierno, por violar los derechos adquiridos de tantos emigrantes con raíces españolas, o por haber retirado a última hora - para que el hueco se hiciera más visible- la bandera de todos los venezolanos en el desfile del Día Nacional, justamente en el año en el que se simboliza el bicentenario de la independencia. Este hecho fue un desaire por extensión al resto de banderas que representaban a los países americanos. Hace tiempo que Hugo Chávez cree que la diplomacia funciona como las juntas de vecinos de una comunidad mal avenida: si te enfadas con la que vive en el ático votas en contra de renovar el ascensor, para que sufra, suba andando y le dé pronto un infarto, ejemplo que siguen sus embajadores a tenor de los últimos exabruptos contra las Fuerzas de Seguridad del Estado que ha proferido el titular de la diplomacia venezolana en España.

El autoritarismo del gobierno, el deterioro de la libertad de expresión, los altos niveles de criminalidad, las permanentes violaciones a los derechos humanos y el continúo estado de alerta de la población por la posibilidad de entrar en conflictos bélicos con los países colindantes, son señalados por los estadistas como algunos de los problemas más graves de esa nación tan querida por los canarios. A esto hay que añadir que su economía está seriamente afectada por la falta de reinversión y la corrupción, además de amenazada por la persecución contra la propiedad privada, el desestímulo de la inversión y la política de confiscación de empresas. En resumen, Venezuela se ahoga bajo el mandato de un «iluminado» que es un exponente del populismo latinoamericano.

En el caso de Chávez, además, nos encontramos con un experto en convertirse en noticia sin ni siquiera ser protagonista, un histriónico personaje que afirma de manera rotunda que «no hay país más democrático que Venezuela» y que los informes de organizaciones internacionales que critican la situación de la justicia y los derechos humanos en el país son «manipulados». Así están las cosas en la tierra del Libertador.

Tanto ha cambiado Venezuela, que su presidente, aprovecha su programa de radio y televisión para anunciar la nacionalización de una empresa, la expropiación de un edificio o la ocupación temporal de un conjunto urbanístico, con la arenga de «rumbo al socialismo y movilícese la Guardia Nacional, sin reprimir a nadie, sólo para cumplir la orden que estoy dando». Así es Chávez, un tigre de acero que dice hacer frente al imperio, que afirma sin rubor alguno que la economía humanista es la base del socialismo, y que promueve un valor social y moral para solventar las necesidades de las mayorías, sin discriminación. Un presidente que recuerda que el capitalismo es el mal que «decapita» a la Humanidad y que «los movimientos insurgentes y de cambio ya no vienen de norte a sur, ahora vienen de sur a norte, porque del sur salen las corrientes que salvarán al mundo».

Venezuela se encuentra en una fase de profundas transformaciones, la «Revolución Bolivariana», como la llaman las organizaciones de base y el gobierno de Chávez, ha llevado a muchos habitantes de las barriadas populares a organizarse en comités de barrio para autogestionar su vida. Campesinos sin tierra que luchan por la aplicación de la reforma agraria, comités para la legalización de ocupaciones de edificios vacíos, la creación de cooperativas para la gestión de huertos urbanos... en resumen una población que discute por el reparto de la riqueza mientras, en los medios de comunicación las informaciones sobre estos cambios llegan de manera muy desfigurada o simplemente son ignorados. ¿Tendrá el «Proceso Bolivariano» los días contados?

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