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ALFILERITOS

El negocio del cobre

Cuando sea complicado la venta de lo robado, con seguridad los ánimos de estos amigos de lo ajeno no estarán para peder el tiempo para llevar el cobre

JOSÉ PONOS

La reciente reunión de la Junta Local de Seguridad terminó pidiendo la colaboración vecinal para intentar solucionar los robos de cable de cobre que vienen produciendo importantes pérdidas económicas al Ayuntamiento de Toledo, amén de las molestias que causan estos latrocinios al dejar sin luz, comunicación telefónica y energía calefactora centenares de hogares.

En varias ocasiones los delincuentes han sido detenidos con el cable en las manos, o sea, «in fraganti», pero las cosas están como están, pues al igual que entran salen de los juzgados, después de aumentar su expediente delictivo. Y así hasta la próxima, que con seguridad ocurrirá, porque el castigo tarda en llegar y hay que llevar a cabo muchas operaciones de esta índole para que se produzcan el encierro carcelario.

Para que el robo de cobre sea un negocio rentable hay que sumar cantidad de cableado, que más tarde se vende en los negocios clandestinos dedicados a estos menesteres. Luego podría ser más positivo una vigilancia exhaustiva sobre estos locales que pueden adquirir el producto, que guardan o esconden con diligencia ante lo que se avecina si son descubiertos. Y desde luego estos kilos de cobre no pueden transportarlo en un bolsillo, con lo cual el movimiento de furgonetas o vehículos sospechosos en estos puntos claves sería más fácil de detectar que al ladrón que, aprovechando la sombra de la noche, deja una barriada a oscuras por el dichoso cableado.

Cuando sea complicado la venta de lo robado, con seguridad los ánimos de estos amigos de lo ajeno no estarán para peder el tiempo para llevar el cobre, que puede significar posteriormente su detención, y se lo pensarán dos veces antes de llevar a cabo un estropicio en instalaciones eléctricas si no existe fácil salida para la mercancia.

Pero lo que no puede ni debe permitirse es la impunidad con que «trabajan» estos maleantes, que repiten y repiten, sean detenidos o no, por aquello de que lo tienen todo a favor para continuar con la rutina rentable. Las cosas están más o menos claras: si no disponen del negocio especulativo para vender el cobre, pues a los ladrones no les quedará más remedio que comérselo con patatas, aunque les pese la digestión.

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