Un museo de Vanguardia
Desde el próximo miércoles, Madrid cuenta con un nuevo centro de referencia: El Museo ABC Centro de Arte / Dibujo / Ilustración abre sus puertas para vincular una colección histórica con la creación más joven. La exposición «El efecto iceberg» inaugura sus salas
Más de cien años de dibujo e ilustración gráfica en España se compendian en esta extraordinaria exposición que sinteriza, como si de un iceberg se tratase, los riquísimos y expresivos fondos que atesora ABC, tanto los del diario, como los del magnífico semanario Blanco y Negro, publicación fundacional de esta aventura editorial que pertenece por derecho propio a la memoria colectiva de los españoles y por cuyas páginas han pasado los más célebres artistas, dibujantes e ilustradores de la cultura moderna en España, trazando con sus imágenes una suerte de relato visual que ha acompañado su compleja Historia, accidentada, esperanzada o trágica, según los momentos. Así, de entre los 200.000 dibujos que guarda el Museo ABC, se ha espigado una brillantísima y significativa selección de más de 300 originales, realizada por Juan Manuel Bonet, en tarea titánica y excepcional. Se trata del mejor conocedor de esos fondos y no sólo ha rastreado con su reconocido y sutil olfato artístico e histórico entre esa babélica colección de imágenes, sino que ha sabido elegir piezas excepcionales que ayudan a dibujar tanto un relato de evocaciones figurativas y plásticas de la cultura y la vida cotidianas durante tan largo periodo de tiempo, como en una especie de correlato de la propia Historia del Arte español durante esa época.
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Un panorama deslumbrante Difícil tarea, como el mismo Bonet reconoce, pero debo señalar que la ha resuelto de manera extraordinaria, trazando un panorama deslumbrante en el que se cruzan no sólo obras excepcionales, sino que sus análisis de las mismas y de sus autores constituyen una monumental y enciclopédica aportación a la Historia del Arte y de la cultura contemporáneas en España desde 1891, año de aparición del primer número de Blanco y Negro, acompañado luego por ABC, nacido como semanario en 1903 y como diario en 1905. Llenas de una portentosa erudición artística, literaria e histórica, las páginas de su autor en el magnífico catálogo editado –una joya editorial– están teñidas también de una escritura que circula y fluye como un relato literario, una crónica personal y casi autobiográfica de su relación y memoria de y con las publicaciones de la empresa editorial que fundara Torcuato Luca de Tena (1861-1929). Hay momentos en los que el relato adquiere tonos de memorialista, desde su relación adolescente con ABC y Blanco y Negro, hasta su uso consciente como crítico e historiador del arte moderno y de las vanguardias en España, recortando y hojeando esas páginas y sus ilustraciones como ayuda inexcusable para rastrear la presencia y recepción de ideas, artistas y escritores, y también algunos críticos de arte tan importantes en esas páginas durante los años veinte y treinta como Antonio Méndez Casal o Manuel Abril, especialmente a este último, sin olvidar a Antonio Manuel Campoy, entre otros muchos.
Especialmente sorprendentes son los dibujos seleccionados sobre el período de la guerra civil
La selección tiene el tino del historiador y también el del crítico de arte y escritor, sabiendo que sus elecciones basculan de los nombres y obras imprescindibles en el arte moderno español al reconocimiento de las sorpresas que le han deparado algunos dibujantes e ilustradores, en su mayor parte artistas, aunque también escenógrafos, escritores, arquitectos, médicos, diplomáticos o funcionarios, que de todo hubo. Juicios críticos, teñidos de pasión y de desconfianza en ocasiones, los escritos sobre los autores de esta Historia cotidiana del Arte y de sus cartografías más diversas vuelan al hilo de una narración y de una exposición que, articulándose en bloques histórico-artísticos –del naturalismo al modernismo; de las poéticas del 98 a las del 27, pasando por una suerte de realismo negro que es contemporáneo de un casticismo de raigambre popular; del simbolismo fin de siglo y el art-decó a las vanguardias y sus herederos, hasta llegar a las propuestas más recientes, incluidos los supervivientes de la posguerra–, se reordena interiormente atendiendo a los diferentes géneros cultivados por los ilustradores, del humor a la caricatura; de la portada a la publicidad; del teatro al cine; de la vida cosmopolita al compromiso político de artistas, escritores, periodistas, redactores y editores. Especialmente sorprendentes y atractivos resultan los dibujos seleccionados sobre el período de la guerra civil, cuando la incautación de ABC en Madrid, y los de la inmediata posguerra, con dibujantes tan extraordinarios como distintos, de Sáenz de Tejada a José Caballero. Compromiso con las artes Pero con las artes y sus dialectos gráficos no se agota esta propuesta excepcional, sino que, como ya recordara en su último artículo en Blanco y Negro Torcuato Luca de Tena, en el número 2.000 del semanario (1929), su empeño de editor fue el de comprometer en una publicación ilustrada la vida y las artes, a la sociedad y a los artistas. Compromiso que se ha mantenido desde entonces y que permite realizar hoy este retrato pintado y dibujado de más de un siglo de Historia. Punta de un iceberg que aún habrá de deparar sorpresas inagotables, como una cantera sin fin. «Nació Blanco y Negro –escribía Torcuato Luca de Tena en su artículo– de un viaje a Alemania. Estuve en Múnich y allí pude admirar la organización artística e industrial de la famosa revista Fliegende Blätter. De regreso a Madrid, y conversando con varios pintores jóvenes en el Círculo de Bellas Artes, me lamenté de que no se hiciera en España algo análogo, pues sólo existía entonces el Madrid Cómico. Me replicaron que aquí sobraban artistas para publicar un gran periódico ilustrado, pero hacían falta editores. Pues yo seré ese editor, contesté. Y aquél mismo día quedó decidida la publicación de Blanco y Negro». Y así fue, como la exposición demuestra. Artistas, escritores, intelectuales, políticos, periodistas y tantos otros pasaron por las páginas de este proyecto, prolongado en el periódico y en otras publicaciones de la casa como Gedeón y Campeón. Bonet selecciona y recorre las vicisitudes y la vida, tantas veces propia de una novela, de esos artistas e ilustradores, acompañado de memorialistas y críticos literarios y artísticos como José Francés, Gómez de la Serna, González Ruano, Francisco Nieva y tantos otros, incluidos estudiosos más recientes de esta época y de estos artistas, de Trapiello a Pérez Rojas o Pérez de Ayala, apasionados reconocidos de la ilustración gráfica y la bibliofilia, de la literatura y las artes.
El proyecto podría haberse convertido en una suerte de diccionario enciclopédico, pero es mucho más
El proyecto podría haberse convertido, dada la cartografía artística e histórica casi a escala 1:1 de los fondos de ABC y Blanco y Negro, en una suerte de diccionario enciclopédico, útil, sin duda, pero es mucho más. Las biografías y las piezas se articulan en una narración pegada a la memoria y a la elección, a la pasión por las obras, escribiendo una historia que es novela, cruce de tensiones y avatares, de descubrimientos y confirmaciones, como los relativos a Francisco Sancha o José Luis López Sánchez. De este modo, entre vida literaria y artística, acontecimientos políticos y culturales, entre lo cotidiano y lo cosmopolita, la caricatura y la crítica, los sueños y la realidad más injusta y cruda, las obras de estos artistas, muchas veces humoristas y otras pintores que se pasean por la ilustración gráfica como género o por la mismísima publicidad o los concursos, se hilvana esta fascinante historia ligada de forma natural a la biografía misma de sus protagonistas y del arte en España en ese largo siglo que representa esta exposición y su fascinante catálogo, como si las intenciones de Torcuato Luca de Tena siguieran vigentes tantos años después. De escala colosal El mapa de la exposición es necesariamente abreviado –y aún así de escala colosal– debido también al tamaño menudo de las obras, cualidad intrínseca de los dibujos e ilustraciones, de las acuarelas y collages, a veces simples apuntes de línea, otras verdaderas obras maestras diminutas, estética de lo chico tan propia de lo español, que ya dijera García Lorca y prosiguiera diciendo Antonio Gallego Burín. Y también retrato cultural y estético, político y literario, de un país y de sus tensiones y contradicciones. Por las páginas de estas publicaciones pasaron artistas que representaban bien y expresivamente el circular de las artes y de la caricatura, el deambular de lo nuevo entre el poderoso y encontradizo peso de la tradición. En ellas encontraron acogida artistas y humoristas rutilantes, también aquellos que conocieron la fugacidad de un entusiasmo, pasando después o en paralelo a tareas más discretas. Se trata de ecos simbólicos de la realidad representados con la agilidad que permite la dimensión pequeña, chica, rescoldo de mayores ambiciones, si bien en muchos casos esa escala fue la apropiada para felices revelaciones, de las que esta exposición proporciona tantos y maravillosos ejemplos. Muchos de esos fugaces artistas –o de presencia efímera– han llamado la atención de Bonet que, como en un diario poético, se pregunta por sus orígenes o por su destino, invitando a lo que la propia colección de ABC incita, manantial de posibilidades otras que están como en espera. Recorrer la nómina excepcional de artistas y obras seleccionadas, acompañados de otros muchos en el catálogo, es recorrer la Historia menuda y, a la vez, fundamental del arte español de estos largos años. Así, de los primeros naturalistas, modernos por cosmopolitas, oscilando entre los académicos de San Fernando y profesores de Escuelas de Artes y Oficios o de Dibujo en institutos, a los más comprometidos con la modernidad, muchos vinculados al Círculo de Bellas Artes de Madrid o los Salones de Humoristas, sin olvidar a los periféricos andaluces, gallegos, valencianos o vascos que, como en oleadas, tuvieron presencia en sus páginas, además de extranjeros afincados desde muy pronto en la renovación del arte en España, de Barradas a Almada Negreiros, el elenco de autores expuestos es espectacular, de Ángel Díaz Huertas, Andrade, García Ramos, Lozano, Lhardy, Méndez Bringa, Sala, Pla, López Mezquita o Benlliure, en los orígenes, a simbolistas y modernistas o déco como Apel-les Mestres, Casas, Pichot, Penagos o el joven Juan Gris. Después vendrían los grandes del humor, de Xauradó a Sileno, pasando por los apasionados por lo negro, el realismo social y crítico, como Medina Vera o el excepcional Sancha, hasta llegar a la vanguardia, cruzada por los maestros Bartolozzi, Ribas, Ochoa o Baldrich, el ya recordado Barradas, Vázquez Díaz, Hidalgo de Caviedes, Maruja Mallo, Souto o los mismísimos Gómez de la Serna y Eugenio d’Ors. De K-Hito a Mingote y mujeres artistas como la enigmática «atc», así, en minúsculas…Ciertamente espectacular este inicio del recién estrenado Museo ABC: ¡Larga vida!
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