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Sagrada Familia, en solitario

El templo, reforzado tras la visita del Papa; la administración saca pecho tras el paso de la tuneladora y quiere supervisar las obras

S BAUCELLS

ÀLEX GUBERN

La consagración de la Sagrada Familia como basílica, espectacularmente retransmitida a todo el mundo el domingo, ha hecho que mucha gente, buen número de barceloneses entre ellos, haya «descubierto» el templo de Gaudí, el «bodrio arquitectónico» del que muchos abominaban sin haber pisado el templo quizás en su vida. El debate en torno a la continuidad o no de las obras está agotado, gracias sobre todo a la perseverancia de la Junta Constructora y a los «hechos consumados» de la obra realizada. Ello, combinado con el paso sin sobresaltos de la tuneladora del AVE, hace que la relación entre las administraciones y el templo entré en una nueva fase, o no, ya que la Junta Constructora, ahora más que nunca, tiene la fuerza para seguir levantando en solitario su templo: «nosotros solos».

Parcialmente liberados del tutelaje de los ideólogos de la «plaza dura», en el Ayuntamiento de Barcelona y en la Generalitat se ha entendido que la Sagrada Familia, ahora muy reforzada, no hay quien la pare, y que ello quizás no sea una tan mala noticia en términos de proyección de la ciudad y atracción de visitantes. Es así como se explica el, interesado para algunos, intento de acercamiento al templo que está intentando la administración, ensayado primero por el alcalde Jordi Hereu y seguido luego por el conseller de Política Territorial, Joaquim Nadal.

En esta dialéctica que mantienen la Sagrada Familia y la administración, los acontecimientos de los últimos días han agitado el debate. De alguna forma, el templo gana ante el mundo, tras su consagración como basílica, el aval para seguir con los trabajos al margen de la tutela de la administración; mientras, Consistorio y Generalitat sacan pecho tras el «exitoso» paso de la tuneladora y apelan de nuevo a la necesaria supervisión pública de una obra de esta envergadura.

Al respecto, el conseller Nadal abundaba ayer de nuevo en la falta de control municipal sobre los trabajos, sugiriendo que ha llegado la hora de «convalidar en términos administrativos, con una licencia municipal, todos los trabajos ejecutados hasta ahora», tal y como expresaba día antes en un artículo en el «Avui». Nadal asume que las obras de la Sagrada Familia tienen que proseguir, pero supervisadas por la administración.

No obstante, la Junta Constructora no tiene prisa: tiene aún años de obras por delante, que puede asumir en solitario, antes de encarar las expropiaciones y derribos necesarios para completar la fachada de la Gloria, para lo que, ¿1920?, entonces sí, el diálogo será imprescindible.

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