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«Los Príncipes», retrato sin hiel ni almíbar

Los periodistas Carmen Enríquez y Emilio Oliva han construido un friso fidedigno sobre Don Felipe y Doña Letizia «para que se les conozca mejor»

REUTERS

B. TORQUEMADA

En días de un protagonismo distorsionado de los Príncipes de Asturias por mor de una delirante miniserie televisiva, llega a las librerías la otra cara de la moneda: «Los Príncipes», obra de los periodistas Carmen Enríquez y Emilio Oliva editada por Aguilar. Un trabajo serio y exhaustivo a cargo de dos profesionales profundos conocedores de la materia: ella ha sido responsable durante años de la información sobre la Familia Real en Televisión Española y él en la agencia EFE. Desde esa sólida base han sabido construir un minucioso retrato de Don Felipe y de Doña Letizia a partir de los testimonios de más de sesenta personas que han tenido ocasión de tratarlos en su trayectoria pública o privada. Un friso completo y ecuánime que no bebe de habladurías y chismorreos sin fundamento y en el que, a la vez, se elude cualquier tentación cortesana; es un acercamiento sin afán alguno de insinuar un adelanto sucesorio ni de opacar a Don Juan Carlos y Doña Sofía, cuestión que ponen por delante los autores al dedicar a los Reyes su libro «como reconocimiento de la deuda que con ellos tenemos contraída, nosotros y unos cuantos millones de españoles más».

Enríquez y Oliva explican que la razón de acometer este empeño ha sido que, en su opinión, los Príncipes «no son lo suficientemente conocidos» por los ciudadanos. Una carencia que, en el caso de Don Felipe, se arrastra desde hace tiempo: «De hecho -comenta la coautora- nuestra idea de hacer este libro no es reciente, viene de hace años, incluso de antes de su boda con Doña Letizia. Y ahora que él ha cumplido sus deseos de fundar una familia y dar continuidad a la Monarquía, nos ha parecido un buen momento para que este trabajo vea la luz». Lógicamente, el primer objetivo de Enríquez y Oliva fue entrevistar a los propios Príncipes, pero las gestiones resultaron infructuosas, en línea con lo que los autores perciben «como un cierto miedo injustificado de su entorno», que

Doña Letizia dispondrá de su propio blog en un futuro no muy lejano

no facilita la «conexión» entre la figura del Heredero y la sociedad. Nunca Don Felipe ha concedido declaraciones para un libro y aún falta en Zarzuela la adecuada «banda ancha» que permita llevar a los ciudadanos una imagen nítida de ambos. A este respecto, «Los Príncipes» también hace su aportación: la obra deja constancia de que el asunto preocupa en la Casa. Ya en primavera se trabajó sobre la idea de una entrevista televisiva en las que el Heredero se sometería a preguntas de varios periodistas, y también se pensó activar la presencia de los Princesa de Asturias en las redes sociales. Posiblemente, Doña Letizia dispondrá de su propio blog en un futuro no muy lejano, como ya lo tienen los miembros de otras Casas Reales.

Porque la distancia, según se atestigua en la obra, lejos de favorecer a los Príncipes, les perjudica. Los dos ganan «en corto». Muy especialmente Don Felipe. Quienes han tenido ocasión de tratarle coinciden en que sabe romper el hielo y escuchar. Es afable y reflexivo. De Doña Letizia destacan su perfeccionismo (no asiste a ningún acto sin prepararlo concienzudamente) y su curiosidad.

Entre lo más revelador o novedoso del libro, Carmen Enríquez apunta que «ha llamado bastante la atención el capítulo sobre su vida privada. Por ejemplo, cuando contamos la relación de la Infanta Leonor con sus compañeros de clase. Uno de los niños le pregunta que por qué sale tanto en las revistas, y la cría contesta 'porque vivo en casa de un Príncipe'». Otro aspecto por el que la coautora cree que era necesario este libro es el de la aceptación de una Princesa «atípica»: «Explicamos que resultó de más difícil encaje el que fuera divorciada que su extracción social. Y dedicamos un capítulo a la “rebelión de los herederos”, donde queda claro que quienes serán Reyes en el siglo XXI han decidido casarse por amor. Salvo en Bélgica y Liechtenstein, las esposas elegidas no tienen vínculo alguno ni con la realeza ni con la alta aristocracia».

Así, «Los Príncipes», dice Enríquez, trata de cubrir un pernicioso vacío: «El que hay entre el mundo ficticio, algodonoso y de glamour de algunas publicaciones y el amarillismo de otros medios». Para revelar una trayectoria real y «Real».

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