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Concluye la Expo de Shanghái con un récord de 72 millones de visitantes

Durante estos seis meses, China ha lucido ante el mundo la modernidad que ha traído el extraordinario crecimiento económico de las tres últimas décadas

AFP

PABLO M. DÍEZ

Después de seis meses de colas kilométricas, espectáculos fastuosos y una pizca de cultura, hoy cierra sus puertas la Expo de Shanghái, la más multitudinaria, cara y vistosa de la Historia. Como no podía ser de otra manera en China, el país del exceso, las cifras del balance final marean al más pintado. Y, como no podía ser otra manera en China, donde queda poco margen para la improvisación y la sorpresa, se han cumplido las previsiones y las cuentas han cuadrado.

En estos 184 días, unos 72 millones de visitantes han visitado la muestra, ubicada a ambas orillas del río Huangpu bajo el lema “Una ciudad mejor, una vida mejor”. La media ha sido de unos 370.000 visitantes diarios, pero el 16 de octubre se llegó a superar el millón de asistentes. De ellos, la inmensa mayoría han sido chinos, ya que “sólo” 3,5 millones de visitantes procedían de otros países.

Al menos en afluencia de público, la Exposición Universal de Shanghái se convierte en la más exitosa de la Historia, desbancando a la que se celebró en la ciudad japonesa de Osaka en 1970, que tenía hasta ahora el récord con 64 millones de visitas.

Otra cosa, eso habrá que verlo luego, serán sus beneficios económicos. Según los cálculos de la Academia China de Turismo, la muestra habrá dejado en Shanghái más de 80.000 millones de yuanes (8.597 millones de euros).

Para lucir ante el mundo la modernidad y el progreso que ha traído el crecimiento económico de las tres últimas décadas, como ya hizo con los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, el régimen chino se había gastado 400.000 millones de yuanes (42.987 millones de euros) en organizar este evento. La mayor parte de ese dinero se destinó a mejorar y preparar las infraestructuras de esta megalópolis de 20 millones y 4.000 rascacielos que parecen sacados de la película de ciencia ficción “Blade Runner”, donde se ha inaugurado una nueva terminal en el aeropuerto de Hongqiao y se han sumado cuatro líneas más de metro a las nueve ya existentes. Por su parte, la construcción del recinto y sus pabellones permanentes costó 18.000 millones de yuanes (1.934 millones de euros), mientras que sus gastos de funcionamiento durante estos seis meses estaban presupuestados en 10.600 millones de yuanes (1.139 millones de euros).

Todo ello para que se celebraran 20.000 actos y estuvieran presentes 190 Estados (42 con pabellón propio) y 50 organizaciones internacionales. Con el fin de que no se quedaran fuera los países más pobres, el Gobierno local de Shanghái incluso destinó 75,7 millones de euros a la construcción de pabellones comunes para África, el Pacífico o Asia Central.

De todos ellos, el más visitado ha sido, obviamente, la “corona roja” de China, que ha recibido una media de 50.000 visitantes diarios. Por su diseño y contenidos, que atraían a miles de curiosos dispuestos a hacer colas de hasta seis horas, han destacado otros pabellones como el del Reino Unido, con sus 60.000 varillas transparentes rellenas de semillas de plantas, Alemania y Arabia Saudí, el más caro al haber costado 100 millones de euros. Ansiosos por conocer lo más representativo de otros países por los 160 yuanes (17 euros) que costaba la entrada, los chinos han aguantado estoicamente el calor sofocante del verano y las lluvias del otoño para ver “La Sirenita” en el pabellón de Dinamarca, los robots que tocaban el violín en el de Japón y los cuadros de Van Gogh, Gaugin, Monet y una escultura de Rodin que se exhibían en el de Francia.

Con una inversión de 55 millones de euros, España también ha deslumbrado con su “pabellón-cesto” de mimbre, que costó 18 millones, fue diseñado por la arquitecta Benedetta Tagliabue y ha ganado el premio de bronce al mejor diseño. En su interior, el gigantesco bebé “Miguelín” de la cineasta Isabel Coixet se ha convertido en el más preciado objeto de deseo para las fotos de los visitantes chinos. “El balance es excelente y se han superado todas las previsiones, porque pensábamos llegar a los cinco millones de visitantes y hemos alcanzado los siete millones”, explicó a ABC la comisaria del pabellón, María Tena, quien también destacó la presencia de “220.000 visitantes VIP como reyes, jefes de Estado, ministros, diplomáticos, autoridades y empresarios” .

Con respecto a los beneficios económicos que generará esta “brutal campaña de imagen que el Gobierno español ha hecho para darse a conocer en China”, Tena señaló que vendrán “a largo plazo”, pero matizó que “ya se han cerrado contratos con agencias de viajes y convenios con universidades y al pabellón han venido 4.255 empresarios para establecer contactos comerciales y participar en 58 eventos económicos”.

Para Shanghái, la ciudad más moderna y cosmopolita de China y su corazón económico y financiero, el verdadero negocio empieza ahora. Una vez que la Expo cierre sus puertas, su descomunal recinto de 5,28 kilómetros se convertirá en una nueva zona de expansión urbanística donde no faltarán las millonarias operaciones de especulación inmobiliaria. Respetando los edificios más emblemáticos, como el de China, el palacio de congresos y el “platillo volante” del Centro de Actuaciones, las excavadoras derribarán los pabellones para que sigan creciendo como setas rascacielos de cristal y acero, lujosas galerías comerciales y autopistas de varios niveles. Seis meses después de su apoteósica inauguración el pasado 1 de mayo, Shanghái dice hoy adiós a la Expo de las vanidades.

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