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Cristiano dio fe y mucha determinación
El Real Madrid gana ante el Hércules un partido complicado a fuerza de intensidad y... CR7

No es cosa de tomarse a broma según qué cosas. Si un tipo como el Boquerón Esteban dice que le pueden ganar al Madrid y que no está loco, hay que creerle, sobre todo porque viene de mojarle la oreja al Barcelona, que no es asunto baladí. A los dos minutos el Hércules se había plantado ante el Real y le había abofeteado la cara con el mayor descaro.
Y hubo culpables blancos a los que señalar con el dedo: Marcelo mirando el centro, Carvalho al que ganaron la espalda y Trezeguet la puso en la escuadra complicándolo todo. Era para ver la reacción del Madrid, que no se había encontrado en otra durante esta temporada. Perdiendo y el rival esperando en formación tortuga con la mirada fija y el gesto concentrado, dispuestos a no dejar un solo hueco, la vida en cada balón, el alma en cada cruce, ni un respiro al rival.
El Madrid, bien es cierto, no se lo tomó a cachondeo. Agarró el balón y empujó con todo, con poco acierto, es verdad, pero con la actitud necesaria, apretando los dientes , buscando soluciones. No las encontró, ausente Ozil porque desaparece demasiado lejos del Bernabéu, obcecado Di María en el desborde individual sin apoyos, y muy marcados Cristiano e Higuaín. Fue tanto demérito de los creadores del Madrid como mérito de los herculanos, que acudieron en ayudas de las marcas, solidarios, espartanos ellos, dejándolo todo en cada jugada.
Un 71 por ciento de posesión de balón por un 29 del Hércules demuestra que el Madrid fue a por el rival, le empotró contra Calatayud y le aseteó a lanzazos, pero con punta roma, sin apenas daño, con pocas ocasiones. Tiros lejanos ante la muralla alicantina, pocos pases definitivos y exceso de juego aéreo en posiciones que favorecían los frentazos de los zagueros de Esteban, que no dieron ni una opción.
A fuer de ser sinceros, el partido se situó en un plano peligroso para el Madrid. Cada minuto que pasaba, un paso delante que daban y un metro que dejaban a sus espaldas. El Hércules buscó en los balones largos a Thomert, un moreno que sí que es un Hércules, tremendo en la zancada, un coloso imposible de derribar. Ramos las pasó canutas con él y casi nunca pudo frenarle. Tanto apareció que el grupo local estuvo más cerca del segundo que el Madrid de poner las tablas sobre el tapete.
La verdadera incógnita
Entre la cerrazón de unos y la quemazón de pulmones de los casa, el partido se volvió agónico con una incógnita principal: saber si el Hércules iba a tener aire de repuesto para aguantar el acoso sin derribo de los madridistas. Los dos minutos que tardó el Hércules en marcar fue los que tardó el Madrid en plantarse ante el rival y cerrarle los ojos. Un zapatazo de Cristiano se le escapó a Calatayud y Di María la coló por un hueco que no existía.
Todo se volvió marrón oscuro para el Hércules. Se lesionó Thomert y el equipo perdió salida. El desahogo vital que había tenido en la primera mitad desapareció en un instante. El Madrid, con el balón y con el terreno despejado se preparó para el asalto final. Lo hizo de forma bastante torpe y desordenada. Di María por el centro, Higuaín en la derecha, Ozil no se sabe y con sólo Cristiano intentándolo por todos lados.
Y lo alcanzó, un triunfo de fe y mucha determinación. Fue Cristiano, que estuvo en todo, con fiereza, con denodada lucha, el que decidió con la ayuda de... Benzema, que se desquitó con intervenciones importantes . Ganó el Madrid un partido interesante porque vino desde atrás y remontando. Un equipo cuajado que ha demostrado que también es capaz de fajarse cuando las cosas vienen mal dadas, todo un buen presagio para el futuro del equipo.
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