Abandono escolar
Los tiempos hablan: no vale sólo con la Secundaria
Ministerio y comunidades autónomas coinciden en señalar el abandono escolar temprano como uno de los problemas y uno de los grandes retos de la sociedad española. Los expertos debaten sobre las raíces y las posibles soluciones

Un 31,2% de los jóvenes españoles entre 18 y 24 años no disponen de una titulación más allá de la Secundaria Obligatoria, cifra que en Castilla y León se sitúa en un 27% y en Europa está situada en un 17%. España es el país de la UE con una mayor tasa de paro juvenil, el 40,9%, el doble de la media comunitaria y en apenas una década, el 85% de los empleos requerirá una cualificación, por lo que sólo un 15% dará entrada al mercado laboral a personas que no han pasado de la formación mínima. Además, con la crisis económica, de ese 40% de jóvenes desempleados, los primeros en salir del mercado laboral fueron aquellos sin cualificación profesional.
Invitación a la reflexión
Estas cifras invitaron a la reflexión en el inicio de este mes de octubre en Valladolid en el I Congreso Nacional sobre Abandono Escolar Temprano, organizado por el Ministerio de Educación y la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León y que reunió a «MC1»más de 350 congresistas, entre profesionales del sector educativo, responsables de las distintas administraciones, así como representantes del mundo empresarial llegados de toda España.
El asunto preocupa por las implicaciones no sólo personales para estos jóvenes que tendrá en el futuro, sino porque está en juego buena parte del propio futuro del país. «No hay futuro social ni económico si no se aborda este asunto», dijo el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, al inaugurar el congreso, coincidiendo con el consejero de Educación de Castilla y León, Juan José Mateos, en que se trata de una problemática «crucial» que debe ser abordada por el conjunto de la sociedad. En el punto de mira está un objetivo: reducir esa tasa de abandono escolar temprano al 15% en el año 2020, un objetivo marcado por la estrategia de Lisboa —que plantea una reducción de esa tasa al 10% para el conjunto de la UE—. «Se trata de un problema que no se puede atajar de forma individualizada por territorios sino que requiere de un esfuerzo conjunto y coordinado entre todos», precisó Mateos.
¿Pero, qué sucede para que esas cifras de abandono escolar temprano hayan ido creciendo hasta representar un problema crucial? Los expertos y responsables educativos coinciden en asignarle un conjunto de factores que han incidido en ello. Las causas hay que buscarlas en factores culturales, en el origen socioeconómico de los jóvenes que abandonan, e incluso, en los años de bonanza que han hecho que muchos chicos se decantaran por saltar al mercado de trabajo tras acabar la ESO y no continuar formándose, atraídos por un empleo que les reportaba un salario y que no requería cualificación. El sistema productivo español, de escaso valor añadido (un ejemplo, la construcción), contribuyó a acentuar el problema. «Hay un efecto de atracción del entorno laboral que se produce en distintas medidas en unas zonas u otras», apunta Vicente Rivière Gómez, subdirector general de cooperación territorial del Ministerio de Educación, y un factor económico que también puede haber tenido su peso, «el escaso valor añadido del estudio en el salario». Este responsable ministerial señala que «hay que conseguir que esos factores de repulsión del entorno educativo se conviertan en factores de atracción», al tiempo que también incide en que el sistema educativo es «una parte esencial» para atajar ese problema.
Una respuesta educativa «suficiente y variada, adaptada a cada colectivo» puede ser una de las fórmulas para conseguir que los jóvenes sigan estudiando, a su juicio, junto a el reconocimiento del aprendizaje no formal, ofertas de formación a distancia y de segunda oportunidad para que se pueda compatibilizar trabajo y estudio.
Para Consuelo Vélaz, profesora de Orientación Psicopedagógica en la facultad de Educación de la UNED, «las decisiones no sólo deben centrarse en la oferta sino que deben adoptarse intencionadamente políticas que incentiven y estimulen la demanda de educación».
Subdesarrollo
El tamaño del problema no es pequeño. Para Vélaz, «si no hacemos las cosas bien, en unas décadas podemos estar en índices de desarrollo inferiores a los que hoy tienen continentes que se están desarrollando». Además, la formación obligatoria y las competencias básicas que provee «son el suelo, no el techo, el pasaporte mínimo para la ciudadanía, pero no llevan a salir de la exclusión social», asegura tajante.
«La educación a lo largo de la vida requiere decisiones sobre el incremento de las expectativas que la sociedad tiene en la educación», y la flexibilidad del sistema educativo también ayuda a que los jóvenes vuelvan a incorporarse al mismo.
Incentivar desde la infancia la motivación por el logro, porque «el centro y el aula son espacios privilegiados de prevención del fracaso y el abandono escolar temprano», junto a «la llamada a la conciencia y la consciencia de todos nosotros sobre la importancia de que todos los chicos lleguen todo lo lejos que sea posible, sin estar satisfechos con que sólo acaben la ESO», fueron algunos de sus consejos, que se unieron al de implicar a los alumnos en los centros, conocerlos y conocer a sus familias y entorno.
Como una «lluvia fina»
Otra de las fórmulas también pasa por hacer «ofertas adptadas» según los territorios «porque ni unas zonas tienen que tener iguales medidas que otras, ni las medidas deben ser iguales según las comunidades autónomas; no todas pueden tener el mismo sistema». En definitiva, según esta profesora, todas estas medidas que «promuevan el deseo de seguir formándose» deben ser «como una lluvia fina; una labor larga, constante y a todos los niveles».
Quien también da algunas de las claves para conseguir este reto social, económico y cultural, es Mariano Fernández Enguita, catedrático y director del Departamento de Sociología y Comunicación en la Universidad de Salamanca. Mejorar la calidad de las escuelas es una de esas claves, «lo que pasa por más incentivos a los profesores, que pueden ser económicos pero no solamente, sino también de reconocimiento profesional o de más oportunidades de formación porque en España da igual ser un profesor bueno que malo y eso es injusto para quien está haciendo un esfuerzo y un buen trabajo», indica.
Además de «corregir el mecanismo de la repetición, que no soluciona nada» —en lo que Fernández Enguita coincide con otros expertos como Consuelo Vélaz—, para este catedrático también es importante «abrir y agilizar nuevas vías para que una persona pueda retornar al sistema educativo», a través de mecanismos más flexibles de acreditación y de escolarización.
Flexibilización
Para el profesor Fernández Enguita, «hay que facilitar la combinación entre trabajo y estudio para asegurar que hay posibilidades de progreso educativo a la vez que se trabaja».
Otra de las medidas apuntadas por este catedrático de la Universidad de Salamanca, que junto a Luis Mena y Jaime Riviere ha firmado un minucioso estudio titulado «Fracaso y abandono escolar en España», es que esa flexibilización también se extienda al centro y que éste sea «el que ofrezca proyectos educativos de más calidad».
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