A la sombra de la Serbia medieval
El nacionalismo más radical bebe en Serbia del hooliganismo que hierve en los estadios. Y el movimiento Delije, cuyo héroe es Iván «el Terrible», es el núcleo que aglutina a ambos

Buena parte del odio entre los pueblos yugoslavos nació en los estadios. Iván Bogdanov tenía apenas once años cuando empezó la guerra de desintegración de la antigua Yugoslavia. Dieciocho años más tarde, en vez de Manolo «el del Bombo», en Serbia tienen a Iván «el del Bazuca», recién detenido y a la espera de proceso por organizar y dirigir la ola de violencia que provocó la suspensión en Génova del partido de fútbol entre Italia y Serbia.
Este rinoceronte salpicado de tatuajes, Iván Bogdanov, tiene 29 años. A duras penas completó sus estudios secundarios y hoy está en paro. Aunque se ocupa, y mucho, de encuadrar y aleccionar a la facción más radical de la hinchada del estrella Roja, conocida como Delije y Ultra Boys. Y es también un miembro destacado del Movimiento 1389, que recuerda la batalla del «Campo de los Mirlos», considerada el fin de la Serbia medieval, que enfrentó a serbios y bosnios contra los otomanos. Por cierto, la ganaron los turcos. Se le considera el actual jefe de los Tigres de Arkan, una horda de paramilitares cuyo objetivo es reincendiar los Balcanes.
Su hoja de servicios está repleta de antecedentes judiciales por agresiones, atentados contra la autoridad pública y posesión de drogas, como pudo comprobar la policía que entró en su casa de Belgrado, orden del juez en mano, en marzo de 2005. Fue detenido por quemar la embajada de los Estados Unidos en Belgrado, en 2008, con motivo del respaldo occidental a la independencia de Kosovo. Ha tenido otros cinco arrestos más, incluyendo tráfico de estupefacientes, todos pendientes de juicio.
Su estética neonazi salta a la vista. Combina la cabeza rapada con los tatuajes raperos con fechas históricas y símbolos religiosos, referidos a batallas y lugares del pasado serbio. Sus gestos confirman su aspecto: durante los desmanes en el estadio de Génova, alzó varias el brazo derecho, alternando en su mano la palma abierta hitleriana con los tres dedos —pulgar, índice y medio— unidos que simbolizan la Trinidad, tan cara también a los ortodoxos serbios.
Uno de los fundadores de Delije (los bestias de Bogdanov) es un apacible profesor de Matemáticas, Zoran Timic. Cuenta cómo, a finales de los 70, «tomamos el hooliganismo inglés y lo mezclamos con la coreografía de los tifosi italianos para fundar nuestra base de rebelión contra el comunismo». Delije proporciona una base sociológica a los Tigres de Arkan. Reciben su nombre de un delincuente común reconvertido en héroe de guerra, primero, y asesinado por sicarios en un bar años después.
La historia viene de viejo: con el Estado comunista en declive, los estadios se convirtieron en lugar de reclutamiento nacionalista, para todos los partidos y nacionalidades. Por ejemplo, el partido del 13 de mayo de 1990 entre el Estrella Roja y el Dínamo de Zagreb fue el último encuentro de la Liga Yugoslava. Y la batalla campal entre hinchas de Delije y de los Bad Blue Boys se considera no sólo el peor episodio de «hooliganismo» en Europa, sino el propio comienzo de la guerra y el fin de Yugoslavia. El estadio acabó en llamas. Como el país.
La Serbia de ayer tiene mucho de qué avergonzarse, pero la de hoy posee otros héroes en los que mirarse: tenistas, baloncestistas, literatos, cantantes, actrices y modelos de rango internacional. La ministra serbia del Deporte insiste en que «Serbia es una tierra de héroes deportivos, no de vándalos ni hooligans», recordando a Novak Djokovic, a Mónica Seles y a reputados futbolistas.
Tras la violencia desatada en Génova, el futbolista Savo Milósevic se lamentaba: «Uno de los días más negros del fútbol serbio». Y reconoce: «Cierta gente usa el fútbol para sus propios objetivos». Lo cierto es que todos vieron a los propios jugadores saludar a sus «hooligans» con el signo nacionalista de los tres dedos, y la federación sabía a quién vendía sus entradas. Por los altercados, la Policía serbia ha detenido a 19 sospechosos de regreso a su país, y la federación serbia está a la espera de una sanción de la UEFA.
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