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¿Por qué somos lorencistas?

Un piloto que se enfada cuando pierde, gana con antipatías y celebra como pocos es un piloto que al aficionado consigue revolverle en el asiento y hacerle vibrar. Lorenzo se ha labrado a conciencia la fama de ambicioso y competitivo. Lo es, sin duda, por eso hoy ha tocado el sueño y es campeón del mundo de la categoría reina

ÉRIKA MONTAÑÉS

Estreno del circuito de Motorland (la "tierra" del Motor), en Alcañiz . 19 de septiembre de 2010. La grada 3B aparece vestida de naranja y tatuada con el número 26 de Dani Pedrosa. La proximidad de la ciudad aragonesa a la tierra del piloto de Honda hacía presagiar que serían más los "pedrosistas" que los "lorencistas" que animarían el "cotarro". Pero la euforia estalla entre el primer "clan" cuando el compañero de Casey Stoner, Hayden, supera al piloto mallorquín en la curva posterior al "paredón", situado junto a esta grada. Lorenzo lidera la tabla de la categoría reina. Cuando le adelantan, se desata la pasión motera con más decibelios que cuando Dani Pedrosa consolida su segundo puesto en la carrera. Una tímida bandera lorencista ondea como una atalaya en esta esquina del trazado, aunque es el blanco de los abucheos cuando todos los pilotos pasan a saludar tras la prueba... Todos menos Lorenzo. Queda demostrado: aquí, Dani cae mejor. Y parece que es la tónica de todo el campeonato, Pedrosa arrastra a más fieles a lo largo y ancho del planeta que quieren verle cabalgar sobre su potro japonés. El mallorquín, en cambio, irradia esa imagen de soberbia que demostró al concluir el fin de semana en Aragón; un gran contraste con lo bien que había aterrizado en la población. Lorenzo llegó, dijo que le gustaba más "Alcañiz que Cheste, Montmeló y Jerez juntos" y se llevó al huerto a todos los bajoaragoneses.

¿Qué ocurrió entre un punto y el otro, entre un extremo y el siguiente? La respuesta es la sinopsis del carácter del piloto: entre conquistar al público y defraudar sus expectativas, lo que acaeció fue una carrera. Unas decenas de vueltas con las que el piloto más competitivo de la parrilla no se sintió cómodo y se quedó fuera del podio. Entonces la rabia lo aplastó en sí mismo (es autocrítico como pocos) y, por extensión, también en su proyección hacia fuera. Su enseña para los triunfos y su lema -Lorenzo's land- resumen lo mismo, el mismo estado, la misma personalidad. El balear que conquistó en 2006 y 2007 dos campeonatos mundiales en el cuarto de litro ya daba muestras de su carácter y su gusto por el espectáculo, pero esta categoría no tenía la proyección de la reina. Cuando llegó, se convirtió en el osado que respondía a Valentino Rossi dentro y fuera de la pista , aún formando parte de la misma escuadra.

t. r.

A la hegemonía psicológica demostrada por «Il Vecchio o Il Dottore », con la que se deshizo de Biaggi o Gibernau, el joven piloto balear le contestó con un entrenamiento psicológico brutal y con la característica que le define, por encima de cualquier otra: la ambición, la competitividad llevada al extremo. Cuando pierde una carrera, lo demás -por un tiempo- no importa. Su "instinto asesino", como él lo llama, le juega al tiempo las peores pasadas y también es capaz de las mejores, cuando consigue sus propósitos.

No es hombre «de equipo»; es ganador nato

Se revuelve sobre la moto cuando huele al rival y presiente que lo lleva a rueda. Si fuese la Fórmula 1, con órdenes directas del equipo a través del "pinganillo", no escucharía. Sólo quiere ganar, uno de los motivos por los que en todas las carreras va de menos a más y acaba protagonizando los carenado con carenado más explosivos. Es por ello que no es el mejor piloto de equipo que se pueda tener, aunque todas las firmas lo desearían. Si Fiat Yamaha le dice que se pliegue a ser el segundo de Rossi, no se conforma. Pero Yamaha quería tener un campeón, y Lorenzo se lo ha dado. Puede que no caiga bien, que su seguridad, altivez, o su esperpéntica pretensión de que ninguna de sus celebraciones caiga pronto en el olvido -es digno poseedor del apodo "Lorenshow"- no sea bien acogida entre el respetable, pero Lorenzo es competitividad pura y dura. De esos que no pasan inadvertido. Si no, hagan un simple ejercicio: en diez segundos, recuerden un momento estelar de Pedrosa, de Andrea Dovizioso o de Stoner.

Piensen en momentos trepidantes de las carreras y él aparece en (casi) todos

Y ahora piensen en Lorenzo. Un instante que hayan vibrado con él . En seguida, aparecen en las mentes de todos los aficionados al buen motociclismo dos momentos para el recuerdo y para la vitrina de este corredor tan, tan personal: Montmeló, 2009. Con su compañero de equipo y a la postre campeón del mundo ese año protagoniza la mejor carrera en mucho tiempo. Desde los piques Doohan-Crivillé no se recordaba algo igual. En el Gran Premio de Cataluña, Rossi adelantó a Lorenzo en la última curva del circuito, pero el mallorquín resistió el envite como un jabato. Gran Premio de Japón, 2010 . Rossi y Lorenzo vuelven a luchar máquina contra máquina para ocupar el tercer cajón del podio. Rossi gana también esta vez, pero ambos se adelantaron varias veces en la última vuelta y protagonizaron un duelo sin palabras hasta que el trasalpino se llevó el gato al agua. Ambos instantes hicieron vibrar al espectador como pocos. Todos montábamos esas motos y vibramos con los instantes álgidos de todo el campeonato. El resto es historia. Se olvidará. Y hoy tenemos campeón español, sensación que no sentíamos desde "Crivi". Así que disfrutemos con él.

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