manuel sánchez ortega, consejero delegado de abengoa
«Innovación y tecnología, motores del nuevo sector productivo»
En su primera entrevista como consejero delegado de la compañía, destaca las claves del cambio en el sector energético

Lo suyo es pasión por la empresa. Más concretamente, por la empresa a la que ha estado ligado sus últimos 21 años. Manuel Sánchez Ortega lleva dos décadas trabajando en Abengoa y reconoce que nunca ha tenido la más mínima tentación de cambiar de compañía: «la llevo dentro». En su currículum queda patente: se unió a Telvent —filial de Abengoa— en el año 1989 como ingeniero de software. En 1995 fue nombrado director general de Telvent en México, donde estuvo residiendo durante cinco años. En 2000 fue nombrado director general de Telvent Energía y Medio Ambiente, una de las filiales de Telvent, pasando a ocupar en 2001 el cargo de director general de Telvent y en 2002 el de consejero delegado. Hasta el pasado mes de mayo, es también miembro del comité de estrategia de Abengoa y consejero de Abengoa Bioenergía.
Precisamente, en mayo el consejo de administración de Abengoa decidió nombrarle consejero delegado, de forma que compartirá la dirección de la compañía con Felipe Benjumea Llorente, su actual presidente ejecutivo.
Sánchez Ortega destaca con orgullo que su compañía, a pesar de cumplir 70 años el próximo año, ha sabido conjugar perfectamente la innovación y mantenerse fiel a sus raíces. «En muchas empresas les da miedo innovar por mantener esas raíces, y se quedan obsoletas. Y otras, sin embargo, por innovar, destruyen sus raíces y pierden su sentido. Abengoa combina y mantiene una serie de valores muy profundos en la organización, y ha sabido estar siempre en la cresta de la ola sin miedo a cambiar, al tiempo que refuerza sus raíces».
—¿Qué cambiará a partir de ahora con usted en su nuevo cargo?
—En el modelo de gestión habrá un cierto cambio que es el nombramiento en sí de una posición que antes no existía, como es consejero delegado. En cuanto a la estrategia creo que no habrá cambios. Con este nombramiento no se está abordando un cambio de estrategia, sino una transición en la que está embarcada la compañía desde hace 50 años y que consiste en ser capaz de hacer frente a los desafíos que se nos presenten.
—¿Hacia dónde van encaminados esos desafíos?
—A apostar por el desarrollo de ingeniería y tecnología en el área sostenible, donde hay muchísimo que aportar aún. También a la producción de energía solar, de biocombustibles ecológicos, a hacer que el agua de mar sea potable... son áreas muy atractivas porque no hay que olvidar que en los próximos 30 años habrá en el mundo tres mil millones de personas más. Debemos poner soluciones encima de la mesa para generar la energía que demandaremos en el futuro, a cómo proporcionar agua a 9.000 millones de personas en todo el planeta, a proporcionar combustibles menos contaminantes... Son retos tremendamente atractivos.
—¿En el mercado doméstico o en el mercado exterior?
—En los dos por igual. En los resultados del primer semestre hemos crecido en el mercado doméstico casi un 20%, y el conjunto de la compañía casi un 36%. Es decir, seguimos con mucho impulso en ambos mercados y ha sido una de las características de la empresa. Apostamos por la internacionalización hace ya 50 años, cuando se abrió la primera filial en Argentina, por lo que para nosotros la apuesta internacional no es una novedad ni una estrategia defensiva por la actual caída del mercado nacional. Es parte de lo que venimos haciendo desde hace años. Estados Unidos es ya la segunda geografía donde todos nuestros grupos de negocio están operando. Nuestra estrategia pasa por crecer dentro y fuera de España.
—Si la compañía está ya establecida al otro lado del Átlántico, ¿qué papel juega la presencia de Abengoa en otros destinos? ¿Es el objetivo ahora consolidar el «know how» en los países emergentes?
«De la crisis saldremos con el impulso de los países emergentes»
—Tenemos presencia en 70 países. En EE.UU. estamos perfectamente establecidos con más de 2.500 personas; en Brasil, México y Perú, exactamente lo mismo. En China llevamos más de 20 años trabajando, tenemos también presencia en India, Oriente Medio... Es cierto que estamos impulsando el desarrollo en Estado Unidos, que va a ser la segunda geografía de Abengoa.
—Dicen que de la crisis saldremos si los países emergentes tiran del resto de las economías...
—Yo creo que saldremos con el impulso de los países emergentes y con cambios significativos en determinadas áreas en los países desarrollados. Soy optimista.
—¿Cómo ha sido la caída del mercado doméstico y de qué manera ha afectado a la compañía? ¿En qué porcentaje se ha compensado esta caída con los resultados de esa presencia internacional?
«Abengoa vende entre el 65 y el 70% del total en el exterior»
—La presencia internacional representa hoy el 65-70% de las ventas de Abengoa, con lo cual la diversificación geográfica ha sido una de las estrategias que hemos seguido desde el principio, porque sabemos que los ciclos vienen y van. Hemos visto situaciones similares a la actual de la economía española en Estados Unidos, Argentina, Brasil y México... Por este motivo, estar diversificados geográficamente es una medida de protección que te permite ser capaz de absorber los diferentes ciclos por los que pasa cada geografía. Esa ha sido parte de la estrategia, como lo ha sido también la diversificación en áreas de negocio. Hemos creado negocios con ciclos diferentes y que nos permiten mantener una estabilidad en resultados y crecimiento.
—¿Cómo han afectado los ciclos bajos a la compañía? ¿Cómo ha vivido la crisis?
—Con preocupación, siguiéndola muy de cerca, pero lo importante es que estamos creciendo al 20% en España. Seguimos invirtiendo en nuestro país, creando empleo —el número de empleados netos sigue creciendo—, y es el resultado de una apuesta continua y permanente por la innovación. Estar en la punta de la cresta de la ola tecnológica al final tiene su recompensa. El camino es apostar mucho más por la tecnología y la innovación, verdadero motor que ayudará a cambiar el modelo productivo si queremos salir reforzados de esta situación de crisis económica.
—Sí, cambiar el modelo productivo es lo que ha dicho en reiteradas ocasiones el Gobierno, pero al final no cambia...
—La responsabilidad de las grandes empresas es ser tractoras del modelo productivo y eso pasa en todas las economías. Hay grandes empresas en España que están haciendo muy bien las cosas por el camino de la innovación para crear además una economía basada en el conocimiento.
—Sin embargo, hay muchos empresarios que se quejan de que aún no hay financiación...
«En el pasado la financiación ha sido fácil para cualquier tipo de ideas»
—Hay una clara reestricción. Pero yo diría que en el pasado la financiación ha sido fácil para cualquier tipo de ideas, excesiva quizá, y lo que sucede ahora es que es más selectiva. Aunque los mercados son mucho más exigentes, las buenas ideas encuentran financiación. Lo que sí es cierto es que cualquier proyecto no encuentra financiación como ocurría hace tres años. No creo que sea malo del todo. Ha habido un exceso de relajación en términos de financiación de proyectos que nos ha llevado a un endeudamiento excesivo. España es el país de la UE que más rápidamente ha incrementado su endeudamiento y eso es parte de la razón que subyace bajo esta crisis. Por nuestra experiencia, siempre hemos sido capaces de financiar los proyectos en mercados nacionales o internacionales, precisamente por ser innovadores y tener sentido industrial.
—¿Se va a depurar entonces el mercado al eliminar esos proyectos que no son tan viables y carecen de financiación?
—Es un revulsivo que hace que las empresas tengamos que ser más imaginativas y serias al presentar proyectos a los mercados financieros. No es malo.
—¿Tenemos en España todo el «know how» de energías renovables necesario para exportar a otros países?
«Hay diferencia entre invertir en renovables en España frente a pagar 25.000 millones de factura en petróleo»
—Se trata de un sector joven y abierto a nuevos jugadores internacionales y nuestro país, en este sentido, lo está haciendo bien. Hay empresas españolas muy importantes que están apostando fuerte por las energías renovables tanto dentro como fuera. Abengoa es un claro ejemplo. Hay una abrumadora diferencia entre invertir en energías renovables en España frente a pagar más de 25.000 millones de euros anuales de factura en petróleo, dinero que se va no se sabe muy bien dónde, ni a qué países, pero que desde luego no se queda en España. Invertir en tecnología es lo que han hecho compañías españolas, como Abengoa. En mi opinión los sectores «tractores» en nuestro país son el financiero —con empresas de prestigio internacional—; el de infraestructuras y servicios —donde hay empresas muy destacadas—; y el de energías renovables, también con relevantes empresas de prestigio internacional. Esa es la liga en la que jugamos.
—¿Se considera a las energías renovables como una importante fuente de empleo frente a otras fuentes?
—Creo que con el mix de producción energética y eléctrica, el carbón supone un 10 ó 15% y que incluso países que dependen del carbón drásticamente, como es el caso de China, se han dado cuenta que esto no es viable. Ahora hay que afrontar el tema y dar una solución. La suerte es que hay una industria que muere y otra que nace, y no es la primera vez que pasa. Hay que tener la habilidad para ser capaz de reconvertir una industria que no tiene futuro en una que sí lo tiene. Es una gran oportunidad.
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