Ben Affleck se cuela con una de atracos y tiros
La exigente y pedregosa programación de este festival se toma un respiro y exhibe una película de ésas por las que el público paga en la taquilla
La exigente y pedregosa programación de este festival se ha tomado hoy un respiro y «echó» una película de ésas por las que el público paga en la taquilla.
Se titula «The town», la dirige y protagoniza Ben Affleck y trata de una banda de atracadores de bancos, lo cual no da para mayores «reflexiones» ni «miradas», pero se pasa uno dos horas entregado a la pantalla y no al reloj, lo cual, aquí, es una noticia.
Affleck ya había dirigido una película, estupenda, por cierto, titulada «Gone, baby, gone» , y en esta, menos oscura, sórdida y personal, demuestra que posee buena mano para el ritmo, la percusión y el thriller.
La acción ocurre en Boston, una ciudad en la que robar bancos es casi un deporte, y se centra en el personaje que interpreta Affleck, ladrón, buen tipo, una víctima de los ambientes y de los genes. Junto al tic-tac de los atracos se percibe, también, el tic-tac del romance que surge, como una florecilla en un lodazal, entre él y una joven víctima de su último atraco a un banco, y que interpreta con su mejor carita de cruasán para el desayuno Rebecca Hall .
Hay momentos de tensión y de alta tensión, se le implica al espectador excesivamente con el protagonista y sus emociones, y aunque es un delincuente, la película y todos los que la ven se ponen de su parte. Es un viejo truco del cine que no tendrá más de setenta u ochenta años, pero aquí, en esta Mostra, es algo nuevo, una provocación: !personajes cercanos y guapetones y con sentimientos! ¡dónde vamos a parar!
El cine, a su vereda
La competición devolvía el tiempo a su lugar y el cine a su vereda: una película griega, «Attenberg», de Athina Rachel Isangari, presentaba ya personajes en toda su complejidad y lejanía: una joven algo así como asexuada, su amiga que le imparte unas elementales lecciones de sexo, el padre de la primera, que se somete a unas sesiones de quimioterapia... Contado un poco como quien escribe en su diario, y con una vocación de frescura visual que rozaba ya lo forzadamente ingenioso y el típico: «Mira con que descaro lo filmo y lo expreso».
Pero la rareza del día ha sido una película titulada «Venus negra», del tunecino Abdelatif Kechiche , y (ésta, sí) es una reflexión a dos carrillos sobre el racismo. Ocurre a finales del siglo XVIII y presenta un personaje increíble, una mujer negra de proporciones inmensas, que es mostrada como una bestia salvaje en un espectáculo de barraca.
Aunque el filme dura casi tres horas, el esquema de la película es sencillo: el show, que se ve tal cuál un millón de veces; un juicio para resolver si allí hay o no abuso de un ser humano; la caída en picado de los personajes... Pero, hay poco donde agarrarse más allá de las peculiaridades físicas de la actriz Yahima Torres , que interpreta a la fenómena, y de un cierto regodeo en el mundo friki que retrata.
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