La dura cuenta atrás de Saavedra
Las cruentas secuelas de la crisis pasan factura al PSC en Las Palmas de cara a los próximos comicios

El legado del regidor socialista, Jerónimo Saavedra, continúa resintiéndose en la capital grancanaria a menos de un año para los comicios municipales. Si ya desde la toma del poder, el PSOE se ha visto desbordado ante la más virulenta de las crisis económicas (junto con la de 1929), su posterior política de ajustes no ha sido, ni mucho menos, su fuerte en un consistorio que ahora aumenta enormemente el capítulo impositivo mientras se desglosan los enormes gastos acumulados desde 2007.
De nada le ha servido a Saavedra revisar en hasta dos ocasiones el organigrama de su corporación (la marcha de los ediles Teresa Morales y Rodolfo Espino fue el capítulo más controvertido). Al final, la ruptura del pacto con el grupo Compromiso (un partido «ungido» con el sello personal de Nardy Barrios) ha terminado por erosionar la imagen política del Ayuntamiento de Las Palmas. Aunque para gran parte de los concejales la marcha de la ex responsable de Fomento ha sido un más que tonificante alivio, para el alcalde, en cambio, supone otro incómodo ingrediente en la cuenta atrás hacia 2011. Una carrera de obstáculos en la que tanto PP como Compromiso afilarán las uñas para orquestar (obviamente sin mezclarse) la más espartana oposición.
Escasez de liquidez
La falta de liquidez en las arcas municipales ha sido toda una constante para justificar la subida de impuestos. Sin embargo, nadie obvia que el equipo de Saavedra llegó a elevar su gasto en personal en un 12 por ciento en el periodo que comprende 2007-2009, es decir, en el tramo más demoledor de la crisis.
La herencia del pasado ejercicio tampoco es demasiado alentadora: los problemas de pagos con los distribuidores del Carnaval, las fluctuaciones presupuestarias del Festival de Cine (certamen que llegó a correr serio riesgo para sobrevivir) y la cruda herencia de la Sociedad de Promoción (que vivió un periodo de despilfarro con Aday Ruiz) se conjugaba con los recortes en las subvenciones de los centros museísticos (ERE incluido del Museo Canario), la cancelación provisional de festivales y el pomposo traslado de la Alcaldía al recinto de la Plaza de Santa Ana.
Ahora, con el periodo estival concluido, Saavedra no consigue evadirse ante los nuevos frentes que se ha fabricado en un tiempo récord. Lidiar con la compleja peripecia de la zona azul de la ciudad (una quimera que lleva dos años ausente en Las Palmas) se entronca con la «no-marcha» del gerente de Sagulpa, una sociedad inmersa en las más complejas intrigas palaciegas. Tras varios meses mareando la perdiz, el elevado importe de su finiquito (80.000 euros) llevó a descartar dicha maniobra, lo contrario de lo que ocurrió con el gerente del servicio de limpieza. En el otro vértice está el gerente de Guaguas Municipales, una sociedad que ha tardado tres años en renovar una de las flotas más obsoletas del país. En varias ocasiones han pedido los trabajadores la dimisión de Sebastián Sansó ante los continuos vaivenes de la empresa. Tampoco los bomberos y la policía local se quedan atrás, después de las peticiones salariales que continuamente les ha negado el Ayuntamiento en este 2010.
Todo ello contrasta con la derrama acumulada por el consistorio en horas extras (en 2009 llegó a desembolsar casi 3 millones de euros en suplementos), habiendo trabajadores que llegaban a triplicar su sueldo sólo en este capítulo. Y en paralelo, la polémica de las guarderías municipales incentivó, aún más si cabe, el cruento mosaico del desempleo (más de 53.000 personas), un problema que Saavedra ha minimizado en pos de conseguir su gran objetivo: la capitalidad cultural europea. Una quimera que ni siquiera ha llegado a calar en la ciudadanía.
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