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La pasarela es el gran escaparate, pero es en el «backstage» donde modelos y estilistas anticipan los «looks» que triunfarán en la calle

Ir a París de compras es una cosa, pero ir a París de Compras (con mayúscula) es otra muy distinta. Y es que cuando Beatriz Nicolás va de Compras a París no es para entrar en las boutiques de la calle Faubourg Saint-Honoré a ver ropa de temporada... Es para ir a las ferias, a los showrooms exclusivos y a otros improvisados en suitesde hoteles de lujo, a comprar la ropa que venderá en las tiendas multimarca Yube y Benny Room, que tiene, junto con su marido José Yusty, en el madrileño barrio de Las Salesas.
Beatriz hace la labor de lo que en moda se conoce como buyer o «comprador». El trabajo de un buyer va mucho más allá de elegir cuatro modelitos y firmar un albarán. Un buen buyer debe tener conocimientos de moda al nivel de las mejores estilistas, visión comercial y ojo para predecir las tendencias. Los buyersadquieren ropa con un año de antelación. En otras palabras, tienen que saber lo que se va a llevar un año más tarde.
Showrooms efímeros
Cada temporada, la feria de moda Tranoï coincide con los desfiles de la Fashion Week de París. La capital francesa se convierte en el punto de encuentro de los profesionales del mundo de la moda. Beatriz pasa gran parte de su tiempo en esta feria, reconocida a nivel internacional. Los buyers tienen cita con los diseñadores o los distribuidores de las firmas y pueden hacer sus pedidos in situ. Pero fuera de la feria también hay marcas exclusivas que montan showroomsefímeros durante esa semana. Halston, la mítica firma americana de los 70, relanzada hace un año y de la cual es asesora Sarah Jessica Parker, presentaba su nueva colección en el Hotel Plaza Athénée. Beatriz adquirió ahí varios vestidos de cóctel que se mostraron con un mini pase de modelos.
El trabajo de un buen buyer va más allá de adquirir modelitos
Lo más difícil es elegir entre tanta oferta. No basta con mirar, hay que saber mirar. Beatriz no pierde detalle y no viaja a París sin su cámara de fotos con la cual capta todo tipo de imágenes. Todo sirve de inspiración, desde los escaparates de Les Galeries Lafayette (que habían montado un homenaje a «Alicia en el país de las maravillas») hasta joyas de anticuario (anillos de calaveras de marfil), pasando por los looks de las parisinas.
Lo último se conoce en la jerga especializada como streetstyle, y hacer y recopilar fotos de las chicas más cool es la labor que realiza desde hace tiempo Scott Schuman. Con él nos encontramos cerca de la tienda de Colette, mientras paraba a las personas cuyos looks le llamaban la atención, fotografiándolas para thesartorialist.com, su blog. Beatriz se acercó a saludarle, ya que se conocen de una visita que él hizo a Madrid y en la que aprovechó para pasar por Yube. «Por supuesto que su página webes una fuente de información, porque puedo ver lo que se lleva en Sydney o en Nueva York», comenta.
Como en todo, hay que saber seleccionar. No todas las parisinas visten bien. En esta ciudad, Beatriz tiene sus preferidas: «Las chicas que más me gustan son las de “Vogue Paris”, desde su directora Carine Roitfeld, hasta la directora de moda, Emmanuelle Alt, pasando por la estilista Melanie Huynh. Por su trabajo, ellas van por delante de la moda».
Amor a primera vista
Otro lugar imprescindible para ver tendencias es uno al que muy pocos pueden acceder: el backstage de los desfiles. Éste es el territorio de las modelos. En los minutos de caos ordenado que preceden al desfile van llegando para que las maquillen. Acuden vestidas con su propia ropa, y ésta es la ropa que a Beatriz le interesa mirar (además de la del desfile, claro). Como las modelos pasan todo su tiempo viajando, suelen ir muy avanzadas en lo que a tendencias se refiere. Además, son de las pocas personas que tienen primer acceso a todo tipo de diseñadores, desde los más conocidos hasta los emergentes, y a su ropa. Esas modelos a las cuales de verdad les interesa la moda son a las que hay que seguir. En el backstage del desfile de Roland Mouret, donde también estaba Anna Wintour hablando con el creador, una de ellas llevaba un abrigo de pelo gris. Para Beatriz fue un amor a primera vista. Astuta, le hizo una foto para tenerla como referencia y, desde aquel momento, buscó un abrigo parecido en la feria y en los showrooms, pero sin suerte. Empeñada en tenerlo en su tienda, aplicó el sabio dicho de «si la montaña no viene a Mahoma...». «Como no lo encontraba para comprarlo, decidí producirlo yo misma. Busqué una proveedora de pieles, me reuní con ella, le enseñé la foto e hicimos uno a mi medida para la tienda, como parte de mi nueva colección Benny Room».
En moda, no hay nada como cortar por lo sano. Nunca mejor dicho. Desde París, con amor.
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