Parsifal hoy
Hay pocas visiones estéticas más certeras que la de Wagner sobre la crisis espiritual de Occidente

Hay muchas formas de «consumir Xacobeo», una de ellas, considerada para raros y exquisitos sin remedio, es aprovechar el relajo del tiempo para escuchar otra vez el «Parsifal», aunque sea en versión de concierto, con lo que se pierden muchos matices y logros estéticos: la transformación, las muchachas flores.
Wagner es uno de esos raros artistas que no olvidan ni reniegan de la Moral en su genial obra. Por ello nunca falta en ésta una manifestación del Ideal y una propuesta estética revolucionaria relacionada con la Metafísica y los viejos misterios iniciáticos. Para un progre zejatero al uso, de los protegidos por las ministras de cuota, esto del «Parsifal» suena a un tronco medio lelo posiblemente gay que no se quiere liar con una tal Kundry que está muy buena. Y eso después de evitar ser seducido por las lindas muchachas flores que Klingsor, el castrado, coloca a las puertas de su Palacio tenebroso en el astral para luchar contra los caballeros, engañándolos. Es decir, un pestiño de más de cuatro horas que un esforzado virtuoso de la LOGSE sólo puede aguantar chutao.
Pero no hace falta ser uno de esos entrañables wagnerianos de principios del pasado siglo para disfrutar de esta obra genial, testamento artístico de Wagner, estrenada sólo unos meses antes de su muerte: El encantamiento del Viernes Santo que renueva la Vida en la primavera del alma y de la naturaleza, la redención por la renunciación, la compasión y el amor, el sublime tema del Grial, o de las campanas de la esperanza, ilustran lo mejor de la tradición cristiana, budista y filosófica occidental.
Sin olvidar la marcha hacia el Templo del Grial de Gurnemanz y Parsifal, donde el Espacio y el Tiempo coinciden. El Grial o el mundo de la Cosa en sí.
Detrás de tal música, además de los geográficos de San Juan de la Peña o El Cebrero, hay muchos aspectos filosóficos ligados a nuestra tierra. Mediante la filosofía de la Voluntad, uno de cuyos precedentes está en la obra de Ibn Gabirol y su Fuente de la Vida, junto con la de otros cabalistas españoles que tan bien conocía el gran hispanista Schopenhauer, traductor de nuestro Gracián al alemán. Pero la relación del Parsifal con la filosofía Schopenhaueriana bien merece más espacio.
Sin embargo, cabe decir que hay pocas visiones estéticas más certeras que la de Wagner sobre la crisis espiritual de Occidente. La herida incurable de Anfortas, que hace que el ejercicio de su oficio le haga sangrar su conciencia. Y es que tal conciencia no descansará hasta que el sapiente por compasión, hasta que el puro inocente, nos devuelva la Palabra perdida: la lanza que acompaña al grial. La voluntad esclavizada que debe ser rescatada y llevada al reino metafísico. No valen los bálsamos de Arabia ni las yerbas medicinales.
Más que una alianza de civilizaciones lo que se precisa es recuperar la vieja tradición humanitaria de redención por amor, por conmiseración y renuncia, una de cuyas manifestaciones más perfectas se encuentra en el Cristianismo esotérico, que lo diferencia de la cruel yihad islámica de los amigos y aliados de Zapatero.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete