Vacaciones en blanco y negro
La Casa Encedida muestra la evolución del viaje en España desde el siglo XIX hasta 1970

Viajeros sencillos, que recorrieron los caminos de España e incluso del mundo desde la invención de la fotografía y hasta 1970, son los protagonistas de la quinta edición de Álbum Familiar 2010, que se exhibe hasta el 29 de agosto en la Casa Encendida.
La exposición reúne 100 fotografías de un puñado de familias, que en coches de línea, en trenes desvencijados, a lomos de un burro o en un seiscientos repleto de maletas, abandonaron su hogar para disfrutar de unas vacaciones, de una luna de miel o por motivos laborales. A través de ellas, se teje un recorrido en el que se muestra cómo ha evolucionado la forma de viajar durante ocho décadas.
«Intentamos que las fotografías conservadas en baúles o en álbumes familiares no se destruyan con el paso generacional y nos aporten experiencias vitales necesarias para comprender nuestro presente», argumenta la comisaria de la exposición, Myriam de Liniers.
En 1970, Gregorio Merino, un gran aficionado a la fotografía, viajó a Roma. Durante una excursión al Coliseo, mientras su guía Anabella les explicaba los juegos que se celebraban allí, fotografió a todo el grupo con el gran monumento de fondo. Cuarenta años después, esta imagen desempolvada aúna la vigencia del interés turístico por la ciudad con la tradición y el clasicismo que transmiten los fotografiados.
Los seis hermanos de la familia Bermudez-Cañete han aportado varias fotografías estereoscópicas, en tres dimensiones, tomadas a principios de 1900, que se pueden contemplar a través de unos visores situados en una de las paredes de la exposición.
La mirada curiosa de José Luis Pérez Berzal en la estación de Atocha captó una de las instantáneas más divertidas de la colección. «Despidiendo a unos familiares, me llamó la atención un grupo de personas rodeadas de bultos y maletas. Les hice una foto y al volver a pasar observé que había un niño en un carrito completamente solo». Y así lo retrató José Luis, como si el pequeño formara parte del equipaje.
En una sala ambientada como las estaciones de ferrocarriles de la época, los de más avanzada edad se identificarán con muchas de las fotografías. Recordarán, cómo antaño la ilusión que producía el salir de casa contrarrestaba las pésimas condiciones del transporte en aquella España que se resistía al progreso
Quizá el cambio más notable que se aprecia durante el recorrido fotográfico sea la aparición del avión. Los españoles pudieron ampliar sus expectativas de miras, conociendo otros países, culturas y aventurándose a plantarse en Moscú, Roma o París, algo impensable entonces.
La convocatoria de la Obra Social de Caja Madrid pedía a los mayores de 60 años que enviasen sus retratos más antiguos para realizar la selección. «Nuestros mayores actúan como bisagra, entre el pasado y el presente, necesaria para comprender la historia», comenta Liniers.
En total, se mandaron 400 imágenes de las cuales se seleccionaron 100 para ser expuestas.
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