crimen y castigo
El misterioso caso del ordenanza asesino
Asesinado a sangre fría, el de Francisco Valdés, es un crimen que hoy todavía sigue lleno de incógnitas
Yo que usted, si fuese jefe, atendería con los ojos como platos a esta historia, por lo que pudiera pasar. Un comandante de la Guardia Civil, don Francisco Valdés, apareció con un balazo en la cabeza en la bañera de su casa. El hombre gozaba de grandes simpatías y hacía una vida ostentosa. Según los conocidos, tenía una importante fortuna.
Se especulaba con la tesis del suicidio, pero la portera reveló pronto que su ordenanza, un tal Manuel Cabezas, había bajado de casa del comandante tras oír una explosión. La señora lo atribuyó a una bombilla, pero la realidad es que fue su asistente el que asesinó a sangre fría a su superior. Se dictó una orden de búsqueda y captura para Cabezas, con lo que el asesino estaba rodeado. Dos días después, acorralado, Manuel decidió acabar con su vida con el mismo revólver con el que mató al señor Valdés.
Eso sí, tuvo el detalle de ir a despedirse de las hijas de su comandante, a las que tenía aprecio, porque lo cortés no quita lo valiente. Se especuló entonces con la tesis del robo, pero Cabezas solo tenía tres pesetas en el bolsillo. Una carta, que pasó al secreto de sumario, explicaba las causas del asesinato. Miles de personas fueron a despedir a Francisco Valdés en su funeral. Mientras, Manolo Cabezas pasó a la historia como «el asesino del crimen de Valencia». Un crimen que sigue lleno de incógnitas, aunque, como le decía antes, trate bien a sus subordinados. Por si acaso.
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