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La horchata, en el olvido

La fábrica del zumo vegetal más antigua de Madrid está en peligro. El tiempo, la crisis y la competencia ponen en jaque su continuidad

JOSÉ ALFONSO

TATIANA G. RIVAS

Los cimientos de La Horchatería-La Fábrica de Siempre tiemblan ante lo que parece un olvido impasible de los consumidores. La crisis, el mal tiempo que ha precedido al periodo estival y la competencia a través del zumo de la horchata embotellado con conservantes soplan en contra de este romántico lugar por el que se dejan caer caras conocidas, incluso, algún miembro de la Familia Real.

«Cuando llevaban mis padres la fábrica se vendían hasta 4.000 litros de horchata diarios. Ahora se despachan unos 400», comenta José Ángel Ferrer, heredero de este negocio familiar. La Horchatería abre sus puertas de abril a septiembre. «Antes, con lo que se hacía en estas fechas daba para vivir el resto del año. Ahora hay que buscarse la vida los meses de invierno. No da para mucho», lamenta el dueño de este paraje adornado con todo tipo de detalles valencianos.

Gigi, de origen rumano, es la encargada de la tienda desde hace años. En más de una ocasión, cuenta esta mujer de intensa mirada, «hemos pensado en cerrar porque cada vez tenemos menos trabajo». Del medio centenar de clientes con los que contaban hace cuatro años, en 2010 solo proveen a 15, entre ellos el Café Gijón, la Cafetería Serrano y La Perla. Sin embargo, la morriña de José Ángel por el negocio familiar hace que la idea de echar el candado se le borre rápidamente de la cabeza. «Intentaré tenerla abierta hasta el final. Si puedo, la traspasaré a alguien para que siga con ello, aunque no sean mis hijos; se dedican a otra cosa», comenta.

Emigrantes de posguerra

La Horchatería abrió sus puertas en 1947 en la calle Villaamil, 44, vuelta a la calle Pedro Tezano, 11. Los abuelos de José Ángel, José González y Pepina García, emigraron de Valencia a Madrid en la época de posguerra trasladando con ellos el arte de la fabricación del zumo de la chufa. En el local, entre una decena de fotos de famosos y familiares, cuelga una instantánea en color sepia en la que se observa a los antecesores de José Ángel en el puesto callejero que tenían por aquellos años en Cuatro Caminos.

Cuando Gigi llegó a España no sabía que existiera una bebida procedente de un fruto denominado chufa. Ahora es especialista en el arte del líquido vegetal. Su pasión por su trabajo se le nota en cada comentario: «La gente se piensa que el origen de la chufa está en Valencia, y no. Los egipcios encontraron estos frutos en las tumbas de los faraones», dice apasionada mientras muestra un cuadro con todos los elementos químicos de la leche de chufa. «Fíjate. Es mejor que la soja. Lo tiene todo. Es más un alimento que una bebida». Lo cierto es que el potasio, el fósforo, el calcio y el magnesio abundan en este líquido que además de refrescante parece curativo.

5.000 kilos de chufa al año

La Horchatería encarga 5.000 kilos de chufa anualmente para abastecerse en el periodo más caluroso del año. «Ahora sobran chufas cuando terminamos las temporada, pero sirven para el año siguiente. No se estropean», informa Gigi. Lo que sí perece rápidamente es su producto después de ser elaborado. «Dura 48 horas. Después hay que tirarlo porque se estropea», apunta José Ángel. El hecho de que sea tan caduco les impide sacar mayor rentabilidad. «El otro día vinieron unos empresarios que querían exportarla a China, nos negamos porque no llega bien», apunta Gigi.

El cuidado y el esmero que pone La Horchatería para su producto se nota al gusto. Además de la horchata elaboran leche merengada y sus respectivos helados, granizados, limonadas y la ya extinguida agua de cebada, una bebida castiza de Madrid que no se encuentra en ningún lugar. Se venden también fartons (bollos para acompañar la horchata) y coca valencianos. Al agradable trato otorgado por estos entrañables hosteleros hay que añadir que ofrecen los precios más baratos de la capital en lo que concierne a horchata. Desde 1,25 euros el vaso hasta los 3,95 el litro se puede deleitar al paladar en la amenazada horchatería con más solera de Madrid que se resiste a cerrar frente a la adversidad.

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