«Quiero hacer una película con Jackie Chan»
El rebelde Tomás de «El orfanato» ha pegado el estirón y sigue rodando. En la recámara se encuentran «Johan Primero» y el último film de Ventura Pons. Así es el joven Roger Príncep

Cuando se le pregunta a Roger Príncep (Barcelona, 1998) qué es lo mejor y lo peor de ser actor a su edad, contesta de forma contundente: «No me gustan mucho las entrevistas». Mal vamos, entonces. ¿Sería una indirecta al entrevistador, para que terminara cuanto antes? No lo parece, por la verborrea que se gasta. Roger disfruta con las cuestiones, contando anécdotas de «Jota Bayona» (Juan Antonio Bayona, el director de «El orfanato», la película que dio a conocer a ambos) o recordando las risas que pasó ensayando una escena con Imanol Arias y Emilio Aragón en «Pájaros de papel».
Parece que Roger ya ha dado el estirón. Ya no es el niño respondón que ponía en un serio aprieto a Belén Rueda y Fernando Cayo en «El orfanato» . Ni siquiera el pequeño con un padre escondido en el armario y que se preguntaba por qué no podía subir a sus amigos a casa en «Los girasoles ciegos» . Y desde luego está mas alto que aquel pequeño ladrón que buscaba desesperadamente a su madre mientras actuaba por las ciudades de la España de la posguerra en «Pájaros de papel» .
No. Roger Príncep es ya un preadolescente de once primaveras que sigue haciendo una de las cosas que más le gusta: actuar. Un día, Roger se presentó junto a su madre y su hermano, Sergi, a un casting. A pesar de que fueron con la intención de que Sergi entrara en el mundo de los rodajes, fue finalmente a Roger a quien eligieron para protagonizar un anuncio.
A partir de ahí fue encadenando trabajos publicitarios, uno tras otro, hasta que el director de uno de ellos se fijó en él y se lo recomendó a un amigo que despuntaba con cortos prometedores, que había rodado varios videoclips de Camela y que estaba preparando su ópera prima: Juan Antonio Bayona. La película con la que arrasaría en España y saltaría a las pantallas internacionales era «El Orfanato».
El actor más joven de los Premios Goya
El resto de la historia ya nos lo conocemos: Roger es nominado al Goya al Mejor Actor Revelación, rueda «Los girasoles ciegos» con José Luis Cuerda, «Forasteros» con Ventura Pons (películas por las que se le otorga el premio al Mejor Actor Secundario en el Festival de Cine de Cartagena de Indias ), y «Pájaros de papel», la ópera prima de Emilio Aragón. Además, interviene en varias series de televisión, como «Los hombres de Paco», «El internado» y «Ojo por ojo». Sus últimos proyectos son «Johan Primero» , una película inédita todavía en España pero que ya se ha estrenado en Holanda, y «Mil cretins», su regreso a las órdenes de Ventura Pons en una película basada en relatos de Quim Monzó y que ahora mismo se encuentra en postproducción.
A pesar de lo lenguaraz que es el joven, cuando se le pregunta por su papel en estas dos nuevas películas suelta poca prenda. De la película de Pons no cuenta nada porque dice que «es secreto», y de la de «Johan Primero» tampoco adelanta mucho: «Pues soy un niño al que le gusta mucho el fútbol, ¡y ya está!». Lo suyo son las anécdotas.
«Un poco bicho soy, un poquito sólo...»
Y es que, ¿cómo es Roger Princep Coronado? Sus películas nos ofrecen la imagen de un niño travieso y pillo (las características que llevaron al abnegado personaje de Belén Rueda al borde de la locura en «El Orfanato»), y él, con una tímida risa, ni confirma ni desmiente esta fachada: «Bueno, un poco bicho soy, un poquito sólo...». De mayor quiere seguir siendo actor... o cocinero: « Me gustaría montar un restaurante. Tendría al mejor chef de todos y, cuando me tuviera que ir a un rodaje, lo dejaría a él al mando». Y eso que su madre, Lidia, dice que es muy malo para comer.
Cuando le pregunto en qué tipo de película le gustaría trabajar, dice que en «una de risa, con muchos niños y Jackie Chan; es mi actor favorito». Le cuento que Chan estuvo la semana pasada en Madrid para presentar su última película, con Will Smith, su hijo y muchos más niños, y que Esperanza Aguirre les regaló unos capotes . Se sorprende, había estado escuchando en silencio, no sabía nada de la visita. «¡Qué pasada! ¡Yo quería haber estado allí!».
Y para terminar, Roger hace una pequeña reivindicación lingüística antes de volver a sus juegos, ahora que el frescor de la tarde lo permite. Y no, el niño no nos ha salido nacionalista: «A mí me gustaría que el idioma más hablado fuera el italiano, y luego el francés. Son más bonitos para mí». ¿Y el castellano y el catalán, qué hacemos con ellos? «¡Pues también! ¡Que existan pero que no sean tan importantes!» Un momento, una última pregunta antes de irte: ¿Dónde te ves dentro de un tiempo? Con la simpatía que lo ha acompañado a lo largo de la entrevista, responde: «¡Yo no sé! Donde sea... Espero que siendo actor... ¡Y en un restaurante, cocinando!».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete