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Los medios afganos, envueltos por la narrativa de la guerra

Desde la caída del régimen talibán, los medios han crecido al calor de la libertad de expresión, pero se ven atrapados por la narrativa de la guerra

EFE

Desde la caída del régimen talibán en 2001, decenas de televisiones, radios y periódicos han crecido en Afganistán al calor de la libertad de expresión, pero los medios se ven atrapados por la narrativa de la guerra y sólo algunos dan espacio a la cultura o el deporte. Del rotativo "Shariat" y un puñado de publicaciones controladas por los talibanes se ha pasado a centenares de periódicos, la "Voz de Shariat" ha sido sustituida por las gargantas de casi cien emisoras de radio y tras el apagón musical y televisivo han florecido 22 canales de televisión, según datos oficiales. Pero este progreso exponencial esconde una carencia de recursos humanos en el circuito mediático afgano, mermado por la 'fuga de cerebros' y algunos de los periodistas con más experiencia trabajando para organizaciones internacionales. Muchos de los reporteros han estudiado Derecho, Literatura o alguna Filología y luego asisten a talleres de formación, pero sus primeros "pinitos" en periodismo se centran en cubrir un conflicto plagado de intereses, nublado por la guerra de información entre los talibanes y el servicio de prensa de la fuerza ISAF de la OTAN. "Si un periodista no fue a la zona o no vio los lugares en los que ocurrió el problema, ¿cómo tenemos acceso a la información real?", se preguntó Danish Karokhel, director de la agencia de noticias Pajhwok, que emplea a unas 122 personas, 44 de ellas reporteros, una red que cubre todo el país. En entrevista con Efe, el periodista puso como ejemplo de las dificultades informativas la muerte el día 23 de 52 civiles en un ataque con cohetes de la OTAN en la provincia sureña de Helmand, denunciada ayer por el presidente Hamid Karzai pero rechazada por la ISAF. En ocasiones la prensa no logra desentrañar casos de muertes civiles -tal y como demuestra la reciente filtración de 90.000 informes militares estadounidenses- y se enfrenta a la contradictoria información de la ISAF y los talibanes en los lugares de difícil acceso. Hay incluso situaciones estrambóticas: los dos principales portavoces talibanes, uno para el sur y otro para el este, se identifican como Mohamed Yusuf Ahmadi y Zabiulá Mujahid, pero los reporteros afganos notan acentos dispares cuando llaman a sus teléfonos y saben que en realidad son más personas las que atienden las consultas periodísticas. La guerra es el centro de la información, pero el músculo de los medios internacionales hace que la narrativa del conflicto sea sobre todo elaborada por ellos: prueba de ello son los periódicos, que recogen abundantes textos y fotografías de agencias extranjeras. "Las televisiones y en mayor medida los medios escritos (afganos) no tienen acceso al campo de batalla", recordó en entrevista con Efe el director de la radio Salam Watandar, el afgano-estadounidense Masood Farivar. Muchas de estas noticias no están pensadas para "consumo" afgano, por lo que Farivar reivindicó el papel de la radio -fundamental en un país eminentemente agrario y con una gran tasa de analfabetismo-, para acercarse a la población. "La radio es la principal fuente de información para los afganos", constató el director de Salam Watandar, con una red de 40 emisoras y dos canales principales en pastún y dari. El poder evocador de las ondas da espacio a noticias, programas educativos o satíricos e incluso recientemente a retransmisiones deportivas tras el éxito de la selección nacional de críquet, que levantó pasiones en el país al clasificarse por primera vez este año para el Mundial de críquet Twenty20. "Creo que la radio es un medio más auténtico (en Afganistán), se ha mantenido bastante inmune a la influencia de los medios extranjeros", abundó. Tanto Pajhwok como Salam Watandar reciben apoyo financiero de Internews, una organización global que contribuye a la formación de periodistas locales e intenta que los contenidos mediáticos lleguen a las áreas rurales. "Han pasado nueve años en los que la comunidad internacional ha apoyado a los periodistas afganos aquí, y hemos visto que algunos de ellos han ganado premios internacionales", reflexionó Tamara Aqrabawe, responsable de finanzas de Internews en Afganistán. Aqrabawe enumeró algunos de los retos a los que se enfrentan los periodistas, como la violencia y la censura, algo que mina la voluntad de jóvenes preparados para decidirse a agarrar el bolígrafo, el micrófono o la cámara. Pese a pequeños imperios mediáticos como el de Saad Mohseni, presidente del grupo Moby -que cuenta con el popular canal televisivo "Tolo"-, la prensa tiene de momento pocos recursos y cada día explica la misma historia. "Hacemos temas de sociedad, de deportes, de salud... Pero la guerra no nos deja opción", lamentó uno de los editores de Pajhwok.

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