Danays: «Es la hora de mi despegue»
Con garra, con fuerza. Así estaba ayer Danays Bautista en la Casa de América. Era su primera actuación en público tras caer a las vías del Metro y perder su brazo izquierdo. Su voz limpia, de terciopelo, cautivó a todos
Delgada, menuda. Segura de sí misma. Así se presentó ayer Danays Bautista en la Casa de América. Era su primera actuación tras el trágico accidente que sufrió el 17 de mayo en el Metro. Ella, ciega desde su infancia cubana, sufrió una semiamputación de su brazo izquierdo tras caer al andén en la estación de Nueva Numancia. Cantaba y tocaba la guitarra en el suburbano para ganarse la vida.
Aquel día, cuando volvía a casa, creyó, con su bastón, que la puerta seguía abierta. Pero no. Era el hueco entre los dos trenes y cayó al vacío. En el hospital Gregorio Marañón luchó, no solo por su vida —que salvó— sino por su extremidad. Le realizaron un reimplante. Falló. Al final, hubo que amputar.
Danays sobrevuela la vida con serenidad y entereza. Y con muchos reaños. Ayer, rodeada de amigos y familiares, sacó su chorro de voz aterciopelada, limpia, melodiosa. «Tengo ganas de andar, de saltar, de vivir a contracorriente y poner patas arriba la tristeza», decía su primera melodía. El público, en pie. ABC habló con ella antes del concierto.
—¿Ha habido un antes y un después en la vida de Danays Bautista después de aquel 17 de mayo?
—Soy la misma. Lo único distinto es que he tenido una adversidad.
—¡Caray, qué dura!
—La Danays de ahora mismo tiene que asumir una mala pasada en su vida. Tiene que rehacer sus cosas, reaprender... Es como volver a arrancar pero sabiendo que es necesario, que hay que seguir hacia delante. Hay cosas que no se pueden aplazar. Esta es una. A mí me la han puesto en la vida pero es necesario vivir y luchar. Es el momento de mi despegue.
—Pues en este despegue la notamos con turbo enorme...
—Sí. Voy poquito a poco. La pista es larga y hay que empezar por algo. La alegría y el optimismo, que no falten nunca en la vida de nadie. Yo no quiero que falten en la mía.
—Una jazzista, cantautora y, sobretodo, guitarrista como usted, ¿qué siente cuando los médicos le confirmaron que perdía su brazo izquierdo?
—Honestamente, no sé muy bien lo que sentí. Una estaba llena de aparatos, de tubos, de material clínico... que no recuerdo muy bien. Es una cosa que lleva tiempo procesar. Te dicen: oye, que pasa esto. Y no sé ni cómo reaccioné. Digo: ¡ah, vale!, ¡es cierto, es cierto! Y me dejo llevar. Total. Yo no podía hacer nada. Lo importante era no venirse abajo. Además, en aquellos momentos el cuerpo está tan dolorido y tan maltrecho que lo primero es eso, paliar el dolor. Luego, ya se piensa.
—¡Ya no podrá tocar la guitarra!
—Desgraciadamente no, pero se la escucharé tocar a otros. Era más que mi vida, era mi pasión. ¡Qué se le va a hacer!
—Ahora le queda su chorro de voz.
—Eso sí. Si uno disfruta haciendo lo que le gusta, lo importante es que los demás lo capten. Ahí está la verdad. Así, todo lo demás se hace más llevadero.
—¿El accidente ha cambiado el mensaje de sus canciones?
—No mucho. Quiero a todo el mundo. Deseo paz y tranquilidad. Aquí, estoy, empezando otra vez.
—¿Y su vida?
—En lo básico no creo que cambie. Te agarras cada vez más a ella, eso es cierto. Lo veo todo como un proceso que va ocurriendo. A unos unas cosas y a otros, otras.
—La noto fuerte, por dentro y por fuera, ¿a que sí?
—Primero hay que poner el cuerpo a punto. Después, a componer muchas canciones.
—¿Y qué nos van a decir esas nuevas canciones?
—Seguiré buscando, en mis canciones, las cosas con las que me identifico. También lo hago con las de otros compositores. Ser sincero, ir de frente, con cariño y con respeto.
—¿Se ha sentido arropada dentro y fuera del hospital?
—Muchísimo. Por mi familia, sobre todo. Ha sido un plus especial, maravilloso. Y por gente anónima.
—¿Ha pensado en ponerse una prótesis?
—De momento, no. Vamos a esperar que el cuerpo esté bien.
—Vive en Madrid y no se va a mover de aquí por ahora. ¿Piensa pedir la nacionalidad española?
—Soy residente. No niego que me gustaría tener la nacionalidad. El tiempo lo dirá.
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