La discriminación por aspecto físico, el nuevo caballo de batalla de Igualdad
El Gobierno estudia incluir en su proyecto de ley de Igualdad de Trato medidas para evitar que se margine a una persona poco agraciada, una iniciativa pionera en Europa
El Ejecutivo de Zapatero ultima lo que se perfila como uno de sus proyectos sociales estrella en esta legislatura, anunciado desde hace tiempo por el Gobierno y que cobra forma bajo el nombre de Ley de Igualdad de Trato, una «lucha definitiva contra la discriminación entre sexos, razas, etnias, religiones, edad...», tal como avanzó en su día la ministra Bibiana Aído. Es el nuevo cerco del Gobierno a la discriminación.
Los casos no se conocen debido a la dificultad para denunciarlos: la discriminación por edad es, por ejemplo, una de las mayores barreras a la hora de acceder a un puesto de trabajo tras haber sido víctima de despido. A partir de los 40, las posibilidades disminuyen, algo que ahora sí podrá comprobar y penalizar un juez. Otro ejemplo: mujer, hijos pequeños, pero de sobra capacitada para ocupar un puesto en una multinacional. No lo consigue. Es la denominada «discriminación asociada», en la que dos o más características de la persona hacen pensar que no es apta para un puesto de trabajo independientemente de su preparación.
Estos casos tendrán respuesta legal. La Ley de Igualdad de Trato que prepara el Gobierno se adapta a la normativa impuesta desde Europa y se centrará con toda seguridad en la protección y regulación de seis tipos de discriminación: sexo, religión, edad, discapacidad, orientación sexual y origen étnico. Lo que queda por ver y que Zapatero previsiblemente aclarará en el Debate sobre el Estado de la Nación que se celebra mañana y el jueves es si, en lugar de igualar, la nueva ley supera la normativa europea.
Un estudio elaborado por la Fundación Ideas, y denominado «Por la diversidad, contra la discriminación» , da, no obstante, un paso más allá y propone al Gobierno que la nueva Ley de Igualdad de Trato dé un golpe de efecto y mejore la normativa ampliando los aspectos susceptibles de discriminación a otras cinco barreras: características genéticas, apariencia física, patrimonio, origen nacional y lengua .
El proyecto de ley cuenta, no en vano, con el máximo secretismo por parte del Ejecutivo quien, si bien había anunciado la ley a bombo y platillo, no ha querido dar ningún detalle acerca de su contenido. De hecho, Igualdad no ha aclarado a este periódico el grueso de la norma, que se guarda bajo llave hasta que Zapatero, según se prevé, dé el «bombazo» en el Debate sobre el Estado de la Nación.
El estudio de la Fundación Ideas , elaborado por Fernando Rey y David Giménez Glück, traza las líneas maestras que el Gobierno podría incluir en su proyecto. Para Giménez Glück, «es necesario avanzar en muchos aspectos en materia de igualdad, recogiendo la discriminación en la legislación y consiguiendo una aplicación real en la vida cotidiana».
Cuando el aspecto juega tus cartas
Otro ejemplo: «Multinacional. Líder en diseño de interiores. Pensamos en un profesional con experiencia comercial, alto nivel de inglés y disponibilidad para viajar. Buena presencia». Lo que en apariencia es el texto de una oferta de trabajo común deja para algunos entrever uno de los rasgos discriminatorios más frecuentes y menos reconocidos: la exclusión por apariencia física. Son casos díficiles de demostrar ante un tribunal, cuya protección jurídica no resulta del todo efectiva y que socialmente pueden conllevar un alto grado de desgaste psicológico. Aquel «se requiere buena presencia» es, para quien lo sufre de manera frecuente, un total rechazo a la apariencia física que las empresas emplean de manera encubierta aunque desde el otro lado se intuya como un mero requisito más para ocupar un empleo.
El proyecto de ley cuenta con el máximo secretismo del Ejecutivo, que no ha querido desvelar su contenido
Evidentemente, la historia cambia dependiendo del cristal con que se mire. Lo que para algunos es una actitud discriminatoria es, para otros, una frase sin importancia que atiende a las necesidades de determinados puestos. «No todo es discriminación -sentencia Giménez Glück - es importante que lo sepamos a la hora de poder juzgar. Cuando hablamos de discriminación nos referimos a la utilización arbitraria e irrazonable de un rasgo. Si una empresa te contrata y necesita buena apariencia no es discriminación, dado que esto puede ser para cierto puesto una cualidad tan importante como cualquier otra».
Miguel Muñoz, presidente de la Asociación Nacional de Obesidad y Sobrepeso (Andos) , uno de los colectivos más afectados por casos de discriminación por apariencia física, señala éste como uno de los principales problemas: «Es muy difícil demostrar ante un juez que no te han contratado por ser gordo. El rechazo social es constante, pero en el ámbito laboral es, si cabe, más doloroso».
Igual que él, Gisela Aibar, miembro de la asociación , destaca que «realmente existe este tipo de discriminación por apariencia física aunque la sociedad no quiera o no pueda verlo». El concepto «buena presencia» puede asociarse a una necesidad de la empresa, pero no siempre. «Casi nunca se une al hecho de ir bien peinado, vestido o perfumado, si no que se refiere más a la apariencia física, a ser feo, guapo, obeso, da igual qué ropa te pongas. Uno de mis jefes me comentó cierto día que me habían contratado aunque le habían dicho que yo era "grande". Eso no se puede consentir».
Actualmente se contabilizan 400 millones de personas que padecen obesidad, según la OMS , cifra que tal y como apuntan las previsiones podría duplicarse en 2015. «La gente no sabe que en muchos casos la obesidad es una enfermedad de difícil cura y que somos muchos los afectados», apunta el presidente de ANDOS.
En el caso de que el Gobierno incorpore estos cinco rasgos propuestos desde la Fundación Ideas, la nueva Ley de Igualdad de Trato pondrá freno a conductas como las que Miguel y Gisela relatan. De otro modo, la discriminación por apariencia física seguirá minando laboral y psicológicamente a miles de personas. No en vano, se pondrá freno a otras conductas, como el origen étnico, la edad o la religión.
Y ahora, ¿qué?
La efectividad de la norma es precisamente uno de los puntos de debate en el nuevo proyecto. ¿Cómo demostrar que se es objeto de discriminación por razón de sexo, edad o, en el caso de que el Gobierno amplíe la ley, por apariencia física, lengua u origen nacional? «Es muy difícil», reflexiona Miguel Muñoz «pero puede al menos servir como medida de concienciación, iniciar un camino para que poco a poco esto vaya calando en la sociedad». Es la idea que reitera Giménez Glück: «Las leyes son importantes, pero no cambian inmediatamente a la sociedad. El hecho de que una ley salga en el BOE no va a cambiar las cosas, pero sí empieza a marcar el camino».
El informe cuestiona además varios tópicos ligados a la elaboración de políticas de igualdad, como por ejemplo su coste. «Al contrario de lo que la gente piensa las políticas de igualdad son baratas, dado que no desarrollarlas tendría como consecuencia una sociedad menos cohesionada, peor desde el punto de vista de la convivencia y de la cohesión económica. Supondría, además, la creación de sociedades paralelas, barrios o guetos. Nuestras propuestas son perfectamente asumibles por la administración», sentencia Glük.
El Ejecutivo desvelará en breve el contenido definitivo de una ley que se guarda con ansioso secretismo. Amplíe o no la normativa europea, la Ley de Igualdad de Trato se perfila como uno de los golpes de efecto de un Ejecutivo gastado y que encara un debate marcado por el Estatut, el «tijeretazo» y el recorte en medidas sociales. Es, sin duda alguna, el as en la manga de Zapatero, la carta con la que pretende llevarse la partida de lo que se intuye un más que tenso debate.
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