PESCA
Un catálogo de malas artes
Dinamita, nasas y trasmallos, palangres, trampas, buzos, elusión de vedas, e incluso venenos. Los ilegales que operan en las aguas de Galicia tienen múltiples caras

El caso de la dinamita es, en todos los sentidos, el más sonoro, pero sus estallidos no deben ahogar toda una serie de actividades irregulares en las que se escudan los penúltimos corsarios del mar. Son los pescadores y mariscadores furtivos que, en el caso de Galicia, despliegan toda una serie de artes prohibidas, o hacen uso de ellas de forma irregular, en todas las latitutes y longitudes de la costa gallega.
Capturar ejemplares que no alcanzan la talla mínima, o hacerlo en periodo de veda, son prácticas usuales. Además de la dinamita, que atonta a los ejemplares y los aboca a las redes, están artilugios comunes y legales, que pueden ser utilizados de forma irregular, como las nasas y trasmallos sin balizar, o balizados incorrectamente; palangres de fondo o superficie (cuerdas de gran longitud a las que se atan anzuelos, controladas por boyas y pesos); salabardos (red para capturar berberecho); o butrones y miños (en noviembre de 2009 se requisaron varias piezas de miños con una longitud total de 400 metros en la Ría de Ferrol, con medidas ilegales y sin identificar, que contenían ejemplares de centolla, nécora y vieira). Fuera del espectro de aparejos tradicionales, existe toda una variedad de trampas, muy nocivas porque no discriminan entre las especies, que se instalan en el fondo del mar y se ubican con una boya. La pericia de los furtivos es tal que, como explica en la entrevista que acompaña a esta información el subdirector xeral de Gardacostas, Lino Sexto, los ilegales llegan a pergeñar utensilios de última generación para burlar el seguimiento de las autoridades.
Otra práctica nociva, si bien poco habitual y limitada a los ríos en Galicia, es el veneno. En muchas ocasiones con lejía, se envenena al pez a unos niveles que acaban con el ejemplar pero no lo alteran hasta el punto de que su ingesta no sea factible (el uso de cianuro de sodio es muy común, pero en zonas tropicales, para capturar ejemplares vivos con destino a un acuario).
Y si en este caso hablamos de la zona anterior a la ría, más allá de ella se registra en Galicia, de acuerdo con la UNG Océana, es la captura de tiburón (un tercio de las 1.000 especies existentes están amenazadas) por parte de la flota de palangreros. Según sus datos, un 95% de las exportaciones de ejemplares del tipo de los escualos, marrajos y peces martillo en Europa salen de España; de éstas casi un 90% provienen de Galicia.
Auge del buceo
El auge del buceo está dificultando el trabajo de los servicios de inspección, ya que cada vez son más los pescadores ilegales que se escudan en este deporte para practicar el furtivismo. A pesar de que la pesca con botella está prohibida, son muchos los que incumplen la normativa. Este hecho, unido a que es complicado detener a los furtivos porque tienen tiempo suficiente para deshacerse de sus capturas y sus arpones o utensilios de pesca, está enturbiando la imagen del deporte del buceo.
La lacra del furtivismo ha provocado un recientes meses un cambio de política tratado en noviembre por autoridades y agentes del sector y que concreta los objetivos marcados por el Plan de Lucha contra el Furtivismo. Este programa, que echó a andar en julio del pasado año, distribuye la costa gallega en cinco grandes áreas: Cantábrico-Ortegal, Costa da Morte, área de La Coruña, rías de Arousa y Muros-Noia, y Rías Baixas. El objetivo es claro: requisar, tanto en el mar como en el restaurante, es muy positivo, pero mejor es dejar a los infractores sin sus aparejos.
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