música
«Oír a Puccini o Verdi es lo mismo; el barroco son nuevas emociones»
El Festival Via Stellae recibe mañana al primero de sus nombres propios, un músico francés que ha convertido al barroco en su seña de identidad

— ¿La labor de investigación que realiza es un reto personal o un deber de músico?
— Es más una pasión personal. Cuando era joven quería ser arqueólogo y la música me permite serlo de alguna manera. Sigo descubriendo música para el clave, música sacra... Al mismo tiempo investigo para encontrar nuevas voces, por eso hago muchas audiciones.
— Para usted música y escena deben ir unidas. Su «Semele» es muy minimalista. ¿Cuál es el motivo?
— Que la música tome el protagonismo que debe tener. El genio de David McVicar ha dejado ese espacio a la música, hay puestas en escena donde pasan tantas cosas que el espectador casi se olvida de la música. La belleza puede radicar en la sencillez, aunque depende de la ópera.
— ¿Existe un público para la música barroca?
— Sí, sí. Particularmente en Francia hay un público muy numeroso, que desde los años 80 ha ido en aumento.
— ¿El barroco es la clave?
— No lo sé. Pero sí es cierto que es una música de fácil acceso, más que la música romántica o la contemporánea. Usa un lenguaje muy claro y limpio. Se trata del mundo de las luces, de la razón, de la lógica, de la armonía, de la belleza vocal. Es un campo de constantes descubrimientos, cuando se va a oír a Puccini, Verdi, Bellini... se siguen oyendo las mismas óperas, con el barroco se descubren nuevas emociones.
— ¿Qué le lleva al barroco al maestro Rousset?
— No lo sé. Desde mi infancia me fascinaba esta música. Nací en Avignon y luego he vivido en Aix en Provence, lugares donde el Barroco tiene gran importancia, siendo el punto de equilibrio de toda la belleza de esas ciudades. Por ejemplo, el piano me interesaba para la música del XVIII pero me cambié al clave porque era mucho más lógico.
— ¿Esa música le lleva a una sensibilidad más allá...?
— No me parece, lo que ocurre es que el lenguaje es muy codificado. Existe en Handel, por ejemplo, todo un catálogo de emociones —pasión, furia, desesperación...— pero todas estas emociones están presentes sea la música que sea. No olvide que es la época de la razón por lo que todo debe ser explicable. Pero, fíjese, la presencia del catolicismo es importante en este contexto. La Revolución Francesa no pone en cuestión la existencia de Dios y por eso la música es alegre, clara... porque hay una vida después de la muerte. Por eso tiene una alegría que luego no habrá, pues se decide que Dios no existe y el hombre deja de tener esa visión del mundo, está perdido: hablamos ya del artista romántico.
— ¿Qué le diría entonces a los detractores del Barroco?
— Dicen que es música artificiosa pero no lo sé. Para mí la música barroca es muy inmediata, emocional. Las voces tienen menos vibrato, un color más natural y el acceso a la expresión es más directo. Es más fácil acceder al Barroco que al romanticismo. El artificio existe en todo tipo de música y responde a la manifestación de un sentimiento exuberante. A veces me emociona cuando dirijo...
— ¿Ése es el secreto?
No, emocionarse es importante para un artista pero hay que ser capaz de sintetizar la emoción. Cuando alguna vez no me siento inspirado me acuerdo de lo que he sentido anteriormente, lo sintetizo e intento transmitirlo al público.
— ¿Qué le emociona más el canto o el aplauso?
— El aplauso es algo que no tomo como personal. Sí, me encanta un éxito, pero lo veo como algo que afecta a la producción y los cantantes. Lo que más me emociona es la música misma: poner en equilibrio público, intérprete y repertorio.
— Grabó la banda sonora de «Farinelli», allí se manipularon las voces...
— Sí era para dar una imagen, soñada, de una voz que no existe. Pero utilizar una sola voz —masculina o femenina— no era satisfactorio, porque eso ya existe. Indudablemente el castrato no era así, era aún más excepcional.
— ¿Estética o técnica?
— Estética, sin duda.
— ¿Trabajo o inspiración?
— Trabajo (con seguridad y sonriendo). La inspiración... no la busco porque... la tengo (ríe).
— ¿Vanguardia o conservadurismo?
— Vanguardia, porque supone buscar cosas nuevas. El conservadurismo es como quedarse inmóvil y eso no es la vida, la vida es moverse.
— Un lenguaje para la ópera...
— Italiano (no lo duda). Es la lengua del nacimiento de la ópera, es la más musical. De hecho la adoptaron Mozart, Handel y tantos otros genios de la música, Wagner no (sonríe de nuevo). ¡Wagner no me gusta tanto!
— ¿Quizá porque es el lenguaje que mejor transmite las pasiones y las emociones?
— No, porque estas emociones existen en todas las lenguas —aún más en España— pero no olvide que Italia es el país del Arte. Todo viene de Italia y su lengua es la más natural para expresarlo.
— ¿Qué grabación recomendaría para dar a conocer a Christophe Rousset?
— Oh! (piensa unos segundos) «Mitridate» (Mozart), porque es una música muy emocional y tiene, además, estrellas del canto como Florez, Bartoli...
— ¿Ése es su sello?
— Sí, estoy detrás de cada nota de esta grabación.
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