Corea, sesenta años después
Cuando se cumple el sesenta aniversario del inicio del primer conflicto armado de la Guerra Fría, la península de Corea sigue viviendo en un clima bélico
27 de Junio de 1950. La silla del delegado soviético en la mesa circular del Consejo de Seguridad de la ONU estaba vacía por primera vez en la reciente historia, por aquel entonces, de la organización. Ésa fue la respuesta de la URSS de Stalin al ataque del ejército norcoreano a su vecina del sur, y cómo con ella, el comunismo daba un paso adelante en su lucha contra EE.UU. Así estalló, hace seis décadas, el primer conflicto armado de la Guerra Fría , en el que la ONU tendría que hacer frente a la crisis internacional más grave desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que pudo desembocar en un tercer conflicto global .
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Desde el primer momento del ataque del Norte, el objetivo prioritario de los aliados era proteger a toda costa el Paralelo 38, línea divisoria artificialmente trazada, que separaba a las dos Coreas y a las dos partes en las que la Guerra Fría había dividido el mundo: la capitalista y la comunista. Así fue como la península de Corea acabó convirtiéndose en un oscuro y perfecto escenario geoestratégico donde las tropas militares comunistas de Corea del Norte, liderada por Kim Il Sung y apoyada por Stalin, se vio las caras con una gran fuerza militar compuesta por tropas de 17 países que conformaban la denominada Coalición de la ONU, liderada por EE.UU. y el capitalismo. El resultado fue catastrófico. Se calcula que murieron entre tres y cuatro millones de personas, la mayoría civiles, en un conflicto inconcluso en el que se obtuvo un aplastante empate entre ambos bandos.
Sesenta años de discordia
Seis décadas después, los dos territorios siguen culpándose mutuamente sobre quién fue el responsable del conflicto. En la versión «oficial» apoyada por EE.UU., Corea del Sur le otorga la responsabilidad a la invasión de los comunistas. Pero la visión de Pyongyang es muy diferente. El pasado martes, la agencia estatal KCNA publicó un artículo titulado «Estados Unidos, provocador de la guerra de Corea» , en el que se aseguraba que la responsabilidad del conflicto recaía en manos de Washington, que había planeado un ataque sorpresa.
A pesar de que el pasado día 15 se cumplieron diez años de la primera cumbre intercoreana que pretendía instalar un clima de confianza entre ambos territorios, es evidente que ni siquiera con el paso del tiempo las desavenencias entre las dos Coreas están lejos de remitir. Teóricamente, de hecho, siguen en guerra. Al término de la contienda se firmó un armisticio que nunca llegó a convertirse en tratado de paz, y la frontera que separa las dos mitades sigue militarizada en lo que se conoce como la barrera mejor vigilada del mundo. Y mientras que la ONU trama una estrategia internacional contra el régimen de Kim Jong-il, el gobierno surcoreano ha bloqueado todos sus intercambios con el Norte, y más, después de que, recientemente, Seúl afirmara que un torpedo norcoreano había hundido su fragata «Cheonan» , matando a 46 marinos.
Aunque hoy en día el conflicto sea conocido como «la guerra olvidada», en la península se vive «el ambiente de una guerra interrumpida», como bien señala una exposición que conmemora en Seúl el aniversario del inicio del conflicto bajo el lema «Inside the DMZ». El monumento erigido en memoria de los soldados caídos y el museo de la guerra tampoco permiten que los coreanos olviden. Mientras tanto, siguen resonando los discursos acusadores de ambos dirigentes : Lee Myung-Bak, que reclama el «cese de las provocaciones» de Pyongyang, que culpa a Corea del Sur y a EE.UU. de querer reabrir una brecha que nunca ha estado cerrada.
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