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El «caníbal de Rouen»: «Me gustó hacer lo que hice»

Nicolas Cocaign, que se enfrenta a cadena perpetua, mató a su compañero de celda y se comió parte de su pulmón

AFP

JUAN PEDRO QUIÑONERO

El proceso del «caníbal de Rouen» ha desenterrado una pavorosa historia que culmina con detalles espantosos: «Lo más terrible es que la carne humana tiene buen gusto. Es tierna como la del ciervo. Me gustó hacer lo que hice...»

La noche del 2 de enero del 2007, Thierry Baudry (31 años) volvió a su celda, pero había olvidado lavarse las manos, en el retrete. Uno de sus compañeros de célula, en la prisión de Rouen, Nicolas Cocaign (39 años) le dice: «Eres un guarro, ve a lavarte las manos».

Baudry, ni se inmutó. No hizo caso, ni respondió. Cuarenta y un meses más tarde, Cocaign recuerda: «Me dió un ataque de rabia, algo compulsivo. Baudry me miró con odio. Había vuelto a atascar el retrete, como en otras ocasiones. No pude soportarlo. Tuve una pulsión sexual violenta. Fui a buscarlo a su literal. Tenía en mi mano unas tijeras. Me lancé sobre él, lo desnudé, y le di una docena de golpes, en el pecho, el cuello, en la espalda. Como no estaba claro si había muerto, busqué un saco de basura y lo asfixié».

Hasta ahí, se trata de un crimen odioso, relativamente «tradicional». El proceso del «caníbal de Rouen» está permitiendo reconstruir los detalles que siguieron, mucho más pavorosos, que Cocaign ha vuelto a relatar, por lo menudo, ante el Tribunal de Rouen: «La idea me vino a la hora de la cena. Cogí una cuchilla de afeitar y le abrí el pecho. Metí la mano, creyendo que estaba tocando el corazón. Pero, según me dijeron más tarde, lo que cogí fue un trozo de los pulmones. Lo hice por curiosidad. Quería saber qué gusto tenía la carne humana. La preparé con un poco de cebolla y arroz. Y me lo comí. Tenía buen gusto. La carne humana es suave, como la carne de ciervo. Hice lo que me gustaba...»

La pavorosa claridad con la que Nicolas Cocaign cuenta su propio crimen sume al Tribunal de Rouen en una profunda y amarga confusión. El criminal pudiera ser condenado a cadena perpetua, acusado de asesinato y actos de barbarie.

Los psicólogos que examinaron a Cocaign, hace tres años, subrayan que se trata de un caso patológico excepcional. El criminal cuenta su historia, una y otra vez, sin manifestar el más mínimo sentimiento de culpa y extrañeza. Los psiquiatras que siguen el proceso afirman que Cocaign tiene una personalidad «con dimensiones patológicas manifiestas».

En la misma célula donde Cocaign mató a Baudry y se comió parte de sus pulmones, también estaba recluido un tercer detenido, que asistió sin reaccionar a la escena de crimen y canibalismo. Acusado, en un principio, de posible complicidad, fue muy pronto liberado de tal sospecho. Pero prefirió suicidarse pocos meses más tarde.

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