El alcalde de Cuenca, Francisco Pulido, dijo ayer que no tiene ninguna noticia de que la línea de ferrocarril convencional Madrid-Cuenca-Valencia vaya a ser suprimida por el Ministerio de Fomento a pesar de que éste haya anunciado esta semana un plan de cierre de líneas que cuenten con pocos usuarios y sean por tanto deficitarias. De esta forma, explicó el titular de Fomento José Blanco, se quiere reducir «el elevado coste» que acarrea su mantenimiento. Eso sí, la supresión de líneas ferroviarias sólo se producirá cuando haya vías de comunicación alternativas. Es el caso del tramo que une Madrid con Burgos que Blanco puso como ejemplo, que sólo cuenta con una media de cuatro viajeros al día.
Sin embargo, nada se ha dicho de la de Cuenca. Pulido recordó ayer al ser preguntado por este asunto que hace un mes mantuvo una reunión en Madrid con el secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán, y no se habló de un cierre. Al encuentro asistieron responsables de Adif, Renfe y de la Junta. Entonces sólo se contempló la posibilidad de sacar las vías del ferrocarril convencional que parten en dos la ciudad fuera de la capital desde hace muchos años.
El traslado contempla su mantenimiento para mercancías y para viajeros. «Yo salí de aquella reunión con la idea de que íbamos a trabajar para sacar fuera esos doce kilómetros de vías que están dentro de la ciudad», porque «en ningún momento en aquella reunión se nos dijo que se iba a cerrar la línea».
La línea actual discurre por las siguientes localidades de la provincia de Cuenca, que en caso de suprimirse se quedarían sin servicio de trenes: Cañada del Hoyo, Carboneras de Guadazaón, Arguisuelas, Yémeda-Cardenete, Víllora, Camporrobles, Chillarón, Cuevas de Velasco, Castillejo del Romeral, Caracenilla, Huete, Tarancón y Santa Cruz de la Zarza, además de otras de las provincias de Valencia y Madrid. En los últimos seis años la inversión destinada a modernizar redes de comunicación y transporte ha superado 86.000 millones de euros, más del doble que en cualquier otro país de la Unión Europea, lo que a juicio de Blanco está «por encima de las posibilidades que un país como España se podía permitir».